Preludio: El día de mi muerte.

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Discord estaba en el suelo. No podía creerlo. Yo, el rey de las tinieblas, había encontrado la forma hacer que bajase sus defensas y asestar un golpe letal al Dios de la Discordia, criatura temida hasta por las poderosas princesas. La insoportable "princesa de la amistad" y sus ñoñas sirvientas lo lloraban. Aproveché para cargar un ataque aun más potente que el que acabó con el único que podía detenerme.

— Discord no ha hecho un sacrificio en vano, chicas. — No estaba asustada. ¿Por qué? Cargué un par de ataques veloces mientras seguía acumulando energía oscura. — ¡Ya me ves, Sombra! ¡No te tengo miedo! Porque, aunque hayas destruido el árbol y los elementos, la magia más poderosa de este mundo, la Magia de la Amistad, sigue fluyendo en nuestro interior.

Se empezaron a acercar con decisión, y también yo lo hice, crecido de orgullo. Lancé los ataques débiles mientras seguía acumulando oscuridad. ¿¡Está bloqueando mis ataques!? ¿¡Cómo!?

— Ataca cuanto quieras, — me retó — nos levantaremos una y otra vez. — Harto de su maldita seguridad, lancé aquel ataque, pero el grupo se juntó más creando una barrera de magia que desvaneció mi ataque.

Mi orgullo se esfumó de golpe, este dio paso a la sorpresa. Al ver que se acercaban, la sorpresa, e incredulidad, dieron paso a un sentimiento incómodo, algo que no había sentido desde hacía más de un milenio, cuando vi mi futuro reflejarse en el corazón de cristal. El miedo y horror se incrementaron en mi interior.

Ataqué a la desesperada, pues sabía que no me iba a librar esta vez, en un intento de acabar con la princesa, a quien le estaba costando bloquear mi hechizo hasta que...

— Por los amigos, — La pegaso amarilla tomó su casco — por nuestras familias, — Se les unieron la campesina y la blanquita — ¡Por nuesto hogar! — se unieron la brava y la loca rosada. El escudo creció y ellas empezaron a brillar. — ¡¡¡Por Equestria!!! — Gritaría la princesa, elevando a sus aliadas en el aire mientras se cargaban de energía.

— ¡No! — Mi ataque me fue devuelto. — ¡Esto es imposible! — Entré en pánico. — ¿¡Cómo podéis ser más poderosas que yo!?

— Porque... — Dijo la alicornio. — ¡LA AMISTAD ES MAGIA! — se unió el resto mientras me intentaba escapar del destructivo destello que se acercaba más y más.

— ¡NOOOOOOO! ¡AAAAH! — Fue lo único que pude decir mientras mi cuerpo se descomponía.

Con mis últimas sombras, escapé hacia donde fuera bajo la atenta mirada de dos hermanas princesas.

— Celestia...

— Lo sé, — dijo esta — pero ahora es incluso más débil que un potranco lactante. Lo buscaremos después de volver a la normalidad.

Sombras sobre el manzanarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora