El sobresalto del mayor fue tal que casi se le cae la infusión sobre los papeles. Si no fuera por su magia, media semana de duro trabajo, hubiera ido a la basura de una. Su corazón latía al máximo de pulsaciones posibles. Pese a haberse hecho a la idea de que ahora estaban a cargo de menores, pensaba que a esa hora ya se habrían quedado dormidos.
La pequeña pegaso melocotón con rizada crin cian lo miró con una mezcla de sentimientos: la duda, ya habitaba en ella; la sorpresa, por ver que, el otrora "Terror de Equestria", realmente había bajado la guardia hasta tal punto; y, risa, al darse cuenta que había asustado al mismísimo Rey de las Tinieblas.
— ¿A caso quieres matarme de un susto? — Le reprochó el enorme poni oscuro — O peor, te podría haber vaporizado de un ataque mágico. Entonces sí que la habríamos hecho buena. ¡Dulce Celestia! No vuelvas a tentar así a la suerte... — Le decía mientras reorganizaba los papeles dispersos y tomaba de su relajante té.
— ¿De verdad te has asustado? ¿De mí? — Decía la niña mientras volaba a su alrededor — Debería ser yo quien te temiera a ti y, sin embargo, aquí estoy, dudando de tu persona. Casi no te reconozco. ¿A dónde fue todo ese odio y rencor? ¿Desde cuándo eres gay? ¿Por qué adoptar a una kirin y luego adoptarme a mí?
— ¡Me dirás! — Le respondió — ¿Cómo reaccionarías tú si a media noche se te acerca alguien de la nada y sin hacer ruido, eh? Y, en lo referente a dar miedo, no tengo intención de intimidarte, ya no es lo que hago. Y, bueno, siempre fui curioso, no fue hasta que experimenté el amor real por un potro que supe que sería definitivo.
— ¿Hasta que te lo montaste entonces? — La pregunta fue tan repentina que escupió el sorbo que estaba dando a su bebida. Luego empezó titubear mientras se ponía rojo de vergüenza, intentando no decir ni desmentir quien de los dos llevaba el látigo en la cama — ¡No! Imposible, ¿es él quien te domina? — Se rió con ganas. De alguna manera había descubierto la verdad — ¡Por todas las estrellas! Cada vez te veo más patético. No me extraña que después de toda la mierda que hice me hayas querido dar una nueva oportunidad. Es más...
La vergüenza fue sustituida por la frustración y, cuanto más hablaba, más se acercaba a la ira, por lo que decidió cerrarle el hocico con una manzana, tal y como le había enseñado Braeburn.
— Primero, baja la voz, tú hermana y los vecinos están durmiendo, cosa que tú también deberías; — le dijo en voz baja pero con un tono autoritario — segundo, te guste o no, ahora eres NUESTRA hija, y vives en NUESTRA casa, por lo que respeta a tus mayores; tercero, ¿dónde has aprendido a hablar así? ¿Fue Tirek? ¿Chrysalis? ¿Discord? Ese no es lenguaje para alguien de tu edad, aquí no se toleraran ese tipo de palabras, ¿Me has entendido?
La pequeña parecía sorprendida por el cambio de actitud y parecería escuchar mientras comía la manzana. Él se daría cuenta de que estaba cayendo en su trampa, pues lo miraba con ojos de depredador.
— Ya veo lo que estás intentando, — Dijo Sombra — pero no te va a servir de nada.
— ¿Qué te hizo cambiar de parecer realmente? — Preguntó ella — No puede ser que alguien tan malvado como tú cambie de un día para otro.
— Cuando Braeburn me encontró, supo exactamente quién era. — Dijo él con suavidad — Yo me presenté con una mentira y seguía urdiendo mis planes de venganza. — Le explicó — Él pudo haberme entregado en todo momento, sin embargo, decidió cuidar de mí, enseñarme lo que era la risa, la amabilidad, la honestidad, la generosidad, la lealtad, al no abandonarme jamás, en resumidas cuentas, me recordó lo que era la amistad. Y me salté eso, la amistad, porque, gracias a él, y a Apple Cider, las enseñanzas de mi madre regresaron a mi ser, abrí la puerta al amor, y fui correspondido.
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Sombras sobre el manzanar
RomanceBraeburn cuidaba de sus manzanos en Appleloosa cuando de repente encuentra a un misterioso corcel famélico y herido bajo uno de sus árboles. Tras un tiempo, el corcel, parece desarrollar cierto aprecio por su salvador, quien lo trata como un igual p...