Un poni terrestre de pelaje ocre, cabellos rubios despeinados, que vestía chaleco de cuero y sombrero vaquero, caminaba por el manzanar de Appleloosa asegurándose que la próxima cosecha traería abundancia. El joven poni vio que se acercaba a un claro. En el centro de dicho claro se encontraba Bloomberg, un joven pero fructífero manzano que su querida prima, AppleJack, de Ponyville, le había regalado hacía un par de años como felicitación por ser el primer miembro de la familia Apple establecido en el lugar.
No lo notó al entrar al claro, sus mirar se enfocaba en el árbol, pero cuando llegó bajo el imponente manzano se percató de que había algo tras este. Dando un pequeño rodeo descubrió que no era un algo, sino alguien. Un negro corcel parecía descansar a la sombra del la planta. Parecía que había descuidado su higiene: su largo cabello azabache se había dejado crecer descontroladamente, de su cara, solo un cuerno negro con algo de pigmentación rojo sangre salía delatando que el individuo era un unicornio; al parecer, también se había dejado crecer la barba, tanto que esta estaba cubierta de sedimentos y hojas secas, probablemente, incluso se la pisaba de vez en cuando al andar; y, su cuerpo, aunque musculoso, detallaba con precisión el contorno de sus huesos, dando a entender que no había comido nada en bastante tiempo.
Preocupado por el estado del misterioso poni, lo cargó para llevarlo a casa. Si el poni hubiera estado en buena salud o, por lo menos, bien alimentado, el granjero no hubiera podido cargar con él, pero, dada la apariencia y estado del azabache, podía cargarlo sin siquiera esfuerzo. En casa, lo subió a la habitación de invitados y lo dejó reposar. Braeburn sabía que lo mejor para el poni era llevarlo a un hospital, pero no había ninguno en Appleloosa y el único doctor del pueblo, y su esposa enfermera, debían acudir a domicilio, a excepción de necesidad, dada la precariedad del lugar. En cuanto se aseguró que había dejado al semental en una posición cómoda, y lo había arropado correctamente, abandonó la casa para ir a buscar al Doctor Crin y a su esposa.
— ¿Dónde estoy? — Se preguntó el poni oscuro — ¿Qué es este sitio? Puedo sentir algo blando y cómodo bajo mi cuerpo... ¿Son mantas lo que me cubren el torso y los flancos? — Seguía pensando mientas intentaba voltearse, cosa que fue imposible cuando sintió un fuerte dolor en su costado — Quien sea que me haya traído, debería haberme dejado morir... — Se despreciaba Sombra por saberse con vida una vez más. No obstante, incluso él mismo, dudaba de si realmente podría morir. Había sobrevivido a ser desintegrado por mera suerte, luego de eso, solo quería realmente desaparecer, no había comido ni bebido para matarse por inanición, pero ahí seguía había sobrepasado con creces el tiempo límite de supervivencia poni sin comida o agua por varios meses y, la muerte, seguía negándole su piadoso abrazo.
Pronto hoyó unos pasos y unas voces acercándose. Dudó de si debería aparentar seguir durmiendo, no obstante, sabía que no era buen actor, jamás pudo engañar a nadie fingiendo, solo a través de su ahora débil magia negra, por lo que decidió recostarse sobre su adolorido costado y esperar.
— Por aquí, — diría el poni vaquero guiando a sus acompañantes — lo dejé reposando en una posición cómoda y fui de golpe a buscarlos. Aunque puede que se haya movido él mientras dormía, parecía estar teniendo un sueño agitado. — Explicó mientras abría la puerta de la habitación. El potro en su interior dudó de si lo querían socorrer o había llamado a algún guardia de Canterlot.
— ¿Quién está ahí? — No tenía fuerzas para lanzar hechizos, por lo que únicamente iluminó su cuerno para parecer más amenazante — ¡Identifíquense! — No sabía a ciencia cierta si su advertencia había causado el efecto deseado, pero la respuesta no se hizo de esperar por parte del poni que decía haberlo traído.
— T-Tranquilo, amigo. — Diría para tratar de calmar el ambiente tenso creado — Mi nombre es Braeburn Apple. Te encontré desmayado bajo uno de los manzanos de mi hacienda y te traje a casa. — Explicó algo más calmado — No sabía cómo podía ayudarte, ni qué tan mal estabas así que fui a buscar al doctor. — Terminó diciendo para dar paso a una voz masculina suave.
— Me presento. — Dijo el doctor también calmado. A él no lo había amedrentado— Soy el Dr. Doctor Horse. He venido con mi esposa Healthy Way, que también es enfermera, porque Braeburn nos lo pidió. — Explicó mientras una voz femenina saludaba y dejaba algo cerca de la mesita de noche — Puede apagar su cuerno, aunque tampoco es que pueda hacer demasiado en su estado actual, ¿verdad? No le queda apenas magia... — ¿Cómo es posible que lo sepa? — Sí se pregunta que cómo lo sé, también soy unicornio, y lo estoy escaneando con mi magia desde que entramos, pero usted parece no haberse percatado.
El monarca caído se sintió aun más humillado. Su magia se había vuelto tan débil que no era capaz de notar nada...
— Con todo respeto, ¿cuándo fue la última vez que se dio una ducha o se cepilló los dientes? — Preguntó la enfermera recogiendo su larga barba y apartando la frondosa crin para facilitar el proceso de reconocimiento médico. No respondió, aquello solo sirvió para hundirlo aun más en la miseria.
— Dígame algo, usted no puede vernos, ¿verdad? — Dijo el doctor dejando ir el mentón del y liberando sus parpados de su magia — Tiene los ojos realmente dañados, como si un fogonazo de poderosa magia, o el propio sol, se los hubiera quemado.
Su esposa, empezó a tratar las heridas que necesitaban ser sanadas mientras él seguía examinándolo. De repente, sintió una punzada en la pata superior derecha, una aguja, el tacto y conocimiento de la cual lo hizo gritar e intentar luchar contra ese artefacto, pero no pudo hacer mucho cuando el grajero se posicionó sobre él para sujetarlo hasta que la jeringa fue retirada.
— ¡Quieto, muchacho! — Le decía el tal Braeburn sujetándome — También me dan miedo las agujas, pero en este caso es obligatorio para saber en qué estado te encuentras. Su estado era tal que simplemente no aguantó y perdió el conocimiento.
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Sombras sobre el manzanar
RomanceBraeburn cuidaba de sus manzanos en Appleloosa cuando de repente encuentra a un misterioso corcel famélico y herido bajo uno de sus árboles. Tras un tiempo, el corcel, parece desarrollar cierto aprecio por su salvador, quien lo trata como un igual p...