De nuevo, los días pasaban. Black se convencía más de que ese era su lugar. Y sí, de vez en cuando, seguía siendo temperamental, pero había logrado hacer únicamente uso de magia buena, mayoritariamente, tras recordar que las princesas podían detectar su magia.
Ayudó a montar parte del recorrido del rodeo. Y, entre tanto, Braeburn le enseñaba su "mágico" dominio de las sogas. El poni disfrutaba cual potrillo de las acrobacias del granjero, que se divertía viendo la ilusión que desprendía. A cada día, Sombra, estaba más y más seguro, cuando no podía ver, supo que había encontrado un aliado en Braeburn, un amigo incluso; pero cuando recuperó la visión, lo supo al instante, se había enamorado a primera vista, y su duda se disipaba cada día más.
La noche que terminaron de montar el redil, fue la noche que se inauguraron las Fiestas de Appleloosa y, "El Arcoíris", reabrió sus puertas. La semana anterior, Black se ofreció a ayudar a Apple Cider y Braeburn con el local, a modo de pago por las comidas que había consumido sin pagar, pero también a modo de disculpas por el susto que le dio aquel día.
La noche empezaba bien, algunos de los clientes habituales ocupaban las mesas de siempre, el servicio poco se incrementó. No fue hasta que el reloj marcó las once que el primer foráneo entraría por la puerta del pub y, tras él, una manada de ponis de todo tipo dispuestos a celebrar quienes eran. Las comandas volaban, los nervios estaban a flor de piel y, por primera vez en meses, Sombra deseaba volver a vestir su armadura, pues perdió la cuenta de cuántos de esos habían golpeado o acariciado su flanco sin su permiso.
— Tranquilo, Blacky. — Reían Braeburn y Cider — Te acabarás acostumbrando. Si no, siempre puedes decirles que paren.
El ruborizado corcel, solo tragaba su orgullo y aceptaba aquellas afrentas como una penitencia por todo el mal que alguna vez creó. Ante él pasaban ponis y criaturas de todo tipo, camino a las mesas, a la zona de ocio, a los aseos, a los establos... Espera, ¿es ese de ahí el alcalde?
La dinámica fue la misma durante los días que siguieron. Claro que nadie previó que una argolla suelta haría caer el equipo de música del local. Todos dejaron de festejar, y la vergüenza abrazó a quienes se habían dispuesto a hacer los coros. Mientras Apple Cider, y algunos de los clientes de la barra, comprobaban y rezaban por el funcionamiento del dispositivo, ocurrió que cierto poni se negaba a dejar que todo acabara ahí. Sombra tomó el casco de Braeburn y lo llevó con él al escenario conectando dos micrófonos y tomando una guitarra, comenzó a cantar la canción que sonaba cuando el equipo de música cayó al suelo.
Primero, solo él; hacia la mitad de la siguiente canción, Braeburn se atrevió a prestar su voz; no fue hasta la cuarta canción que los comensales se unieron a cantar a pleno pulmón. Justo al acabar la décima, Apple Cider consiguió recomponer el equipo de música tomando por sorpresa a Braeburn cuando Black lo sacó a bailar. Sombra no podía resistir más la mirada de de eso verdes ojos, acercándose poco a poco a los labios de su compañero quien no se negó a recibir su beso frente a los vítores de aquellos quienes fueron su público algunos minutos atrás.
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Sombras sobre el manzanar
RomanceBraeburn cuidaba de sus manzanos en Appleloosa cuando de repente encuentra a un misterioso corcel famélico y herido bajo uno de sus árboles. Tras un tiempo, el corcel, parece desarrollar cierto aprecio por su salvador, quien lo trata como un igual p...