Capítulo 39: Tiempo a solas

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Al día siguiente, Sombra quiso llevar a Braeburn al spa. Consideraba que su novio había descuidado un poco su aspecto, y apenas había descansado del trabajo. Este aceptó, un tanto de mala gana, pues los ponis granjeros no acostumbran a frecuentar estos lugares, pero lo haría más por el hecho de pensar que al haber sido criado como príncipe, el umbrum, querría tener un pequeño trato de favor después de tantos años.

Cuando estaban por salir por la puerta, AppleJack, los detuvo y, tal cual sentenció la mañana previa, le comentó el incidente sucedido a su primo quien al principio reía por lo increíble del relato, pero pronto se molestó cuando se enteró que el "culpable" fue un pegaso masajista, pues un mal pensamiento le hizo creer que había sido a propósito intentando propasarse con su grandullón.

Cuando llegaron al local algo cansados, pues Braeburn salió disparado en busca de aquel poni, a punto estuvo de montar una escena, al preguntar por el musculado ser. Afortunadamente, Sombra lo cayó e hizo la reserva para todo el día en el recorrido de relax, empezando por el masaje, para ver si así le hacía ver que no fue culpa del corcel, y terminando el día con un corte de cabello propio del padrino de boda.

— ¡Sombra! ¿Qué manzanas? — Braeburn no estaba pensando con claridad sobre sus actos, los celos lo consumían — Ese poni se pasó de la raya, ¿por qué lo defiendes?

En lugar de contestarle, Sombra lo besó delante de los trabajadores y clientes. Luego lo miró seriamente a los ojos y le dio la respuesta.

— ¡Braeburn, relájate! ¿Quieres? — Le dijo aguantándole la mirada — Jamás pensé que mi novio sería tan celoso, ¿no ves que no estás pensando con calma? Ese joven, no tuvo la culpa. De hecho, más que ganas, me tenía miedo. Pasó lo que pasó, porque liberó de golpe toda la tensión que tenía acumulada en el cuerpo. — Decía mientras caminaban por los pasillos, el grande, con dos toallas, y, el más bajo, con su albornoz — Y si no me crees, compruébalo por ti mismo — Bulk Biceps, ¿qué tal? Mira, lamento lo de ayer, ¿sí? — Saludó al pegaso hipertrofiado.

— Um... N-no se preocupe, señor Sombra. — Le respondió él algo incómodo — Si mi sueldo dependiera de cuantas veces nos ha pasado esto a todos los que hacemos masajes, tendría más riquezas que la familia Rich. — Sombra le dio una mirada a Braeburn, quien todavía parecía algo molesto.

— Este es Braeburn, mi pastelito de manzana. — Lo presentó — He reservado el día para ambos ya que lo vi algo tenso tras sucesos que han ocurrido, el trabajo en exceso y, ahora, la boda de su primo, ¿le darías un masaje como el que me diste ayer?

— Delo por hecho, señor. — Se prepararía junto a la camilla — Por aquí señor Apple.

Gracias al tamaño más reducido del poni, el masaje duraría media hora menos que con el umbrum, pero el pegaso juraría que había oído casi tantos crujidos como con este. Tras deshacer el último nudo de músculos, Braeburn miró a Sombra con la misma expresión que él había hecho el día anterior. Él solo lo miraba con una sonrisa de malicia, como si estuviera intentando no decir un "Te lo dije" delante del masajista, que al darse cuenta tuvo que avisar del primer 469-a del día, lo cual significó que Sombra tenía que pagar el extra.

— ¿Puedes moverte, Braeby? — Preguntó mientras limpiaban al de color amarillo. Este parecía no sentirse demasiado bien, pues evitaba el contacto visual y tenía los ojos vidriosos. Sombra lo miró y reconoció el sentimiento de humillación en el semental.

— ¡Tsk! — Chasqueó con su lengua — Perdóname, cariño. No debí enfrentarte a esto directamente, pero tampoco quería que le hicieras algo malo al pobrecillo. — Le acercó su largo cuello — Anda, sujétate, yo te llevo. — Lo sostenía con su casco, como a un potrillo, mientras este se desahogaba en su hombro — Shhh... Eso es, déjalo salir. No te preocupes, no te voy a soltar hasta que lleguemos al cuarto de vapor... — Le decía con calma.

Sombras sobre el manzanarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora