Capítulo 18: Aceptación

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Los ponis lo miraban atónitos, dos de ellos esperaban una confesión, pero recibieron una clase de historia que jamás había sido liberada al público y que, muy posiblemente, Celestia y luna también desconocían.

— Es por eso, — continuó el enorme ser — que, habiendo recuperado los sentimientos que por tanto tiempo reprimí, quería pedir perdón y que, por favor, no me echen. — Empezaría a llorar, mientras pegaba su hocico al suelo en señal de sumisión — No quiero volver a estar solo...

El silencio solo se hacía más y más incómodo. Al principio, era molesto; luego, provocaba ciertas reacciones internas; pero finalmente, lloró amargamente cuando parecía que no iba a conseguir respuesta. "Fantástico..." pensó decepcionado de sí mismo. "No solo he revelado quien realmente soy delante de la familia de mi novio, y mi novio, si no que, por cumplir con lo que él y su prima querían, seguramente lo haya deshonrado delante de ellos..."

El silencio seguía, sus bocas se abrían de vez en cuando, pero nadie articulaba palabra. Era como si se hubiera quedado solo viendo un cuadro familiar, solo que en este caso podía oír sus respiraciones. En un momento dado, las lágrimas recorrieron las mejillas del intimidante ser, quien tomaría su sombrero para salir cabizbajo al porche delantero de la casa.

Sentado en la banca, sus ojos seguían desaguando el amargor de su corazón. Estuvo solo lo que parecía una eternidad, lloraba mares que, posiblemente, equivaldrían a todas las veces que quiso llorar en esos mil años y que por cerrarse a ello jamás dejó salir. Mirando el reloj de la torre, se dio cuenta que, había estado llorando durante dos horas, y nadie había salido a ver cómo se encontraba. "Ni siquiera Braeburn quiere acercarse a mí ahora..." Se lamentaba.

No obstante alguien lo abordó por su izquierda, tocando su hombro. Era el pegaso color melocotón brindándole una amable sonrisa de compasión.

— "Pues nadie más que yo ha cometido tan terribles crímenes llevados a cabos por el odio, el resentimiento y la soledad que sentí contra mi propia gente, quienes me rechazaron y usaron a su gusto. Todos buscaban que fuera un monstruo... y yo se los di." — Recitó este parafraseando lo que Sombra le dijo tiempo atrás — En su momento, no sabía a qué te referías, ni qué tan malo fue... pero créeme cuando te digo que entiendo perfectamente lo que sentiste y por qué fingiste amnesia cuando Braeburn te encontró.

El Umbrum iba a agradecerle sus palabras cuando un inesperado abrazo lo interrumpió. Al voltear, Braeburn lo miraba directamente a los ojos y, de la nada, lo besó con pasión.

— Siento mucho lo sucedido. — Se disculpaba — Debí salir antes, pero no sabía qué decir... — Le confesaba entre lágrimas — Tienes razón, siempre supe quién eras, me lo dijo Luna, pero he de confesar algo. Lo de que no tenías lo supe desde el principio. — esto tomó a Sombra por sorpresa — Cuando te encontré, delirabas en tus sueños, jurabas venganza y mencionabas a la princesa Twilight. También tu comportamiento errático durante el examen del doctor fue algo que te delató. Además, ¿Cómo un amnésico recordaría que le tiene pánico a las agujas sin ni siquiera verlas? Y tú nombre falso~ — Diría con un tono más divertido — Más bien, parecía que te estuvieras deseando que se fuera el doctor para que yo te explorase~ — Sombra estaba perplejo y muy avergonzado. Sabía que exageró demasiadas cosas, pero lo que más lo avergonzó fue darse cuenta que había tratado de engañar a alguien que compartía sangre con el elemento de la honestidad y que este podría detectarlo enseguida.

La puerta se abriría y una potranca pelirroja, lo abrazaría con fuerza.

— Lo siento mucho, Rey Sombra... — Se disculparía ella — Usted no tuvo culpa, todos en quienes alguna vez confió le traicionaron o le dieron la espalda. Incluso se enteró de que su propósito de vida siempre fue el de ser un arma... Así cualquiera hubiera hecho lo que hizo...

Sombras sobre el manzanarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora