Capítulo 14: Confrontando al monstruo

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— Por alguna razón, sabía que te encontraría aquí, Rey Sombra. — Diría AppleJack quien, al parecer, lo había seguido para, de una vez por todas, confrontarlo tranquilamente sin nadie que los interrumpiera. — Te vi muy interesado en Bloomberg desde el momento en que Braeburn mencionó que te había encontrado aquí. Y, también, caí en la cuenta de que parecías buscar algo disimuladamente, ¿lo encontraste?

Sombra volvió a verse acosado por aquel sentimiento que tanto odiaba, el miedo. Meses atrás, y aprovechando el cara a cara, la habría borrado de la existencia sin remordimientos. Pero ese era su antiguo "yo". Alguien a quien dio muerte, o por lo menos debilitó, en el momento las vendas le fueron retiradas y conoció el adorable rostro de su ahora pareja. No estaba dispuesto a traicionar a alguien como Braeburn.

— ¿No me vas a contestar, "Cuñado"? — A pesar del termino de parentesco, aquello no fue sino un golpe directo a la yugular, si no se defendía pronto no tendría razón el hacerlo.

— Yo también me alegro de verte, "Campesina". — Diría para demostrarle que él también sabía golpear con fuerza, aunque detestó tener que haber dicho aquello, ya que no solo no lo dejaba en buen lugar, también lo hacía sentir que le daba poder a la oscuridad que alguna vez lo envolvió. — Ya sé que me has estado observando desde que llegaste. Que, mientras tenía a favor que los demás jamás llegaron a ver mi rostro, a ti no te podía engañar. — Diría mientras mantenía su mirada desafiante — ¿Qué ganas al confrontarme aquí y ahora?

— No sé. — Diría ella sin inmutarse — ¿Qué ganas TÚ aprovechándote de la compasión y el amor de mi primo? — Lo increparía duramente — ¿Acaso él sabe quién eres realmente? ¿Lo qué has hecho?

— Lo primero, después de todo lo que he hecho, y has visto, hoy, ¿Todavía dudas de mi cambio? — Respondería gravemente ofendido — Lo segundo, SÍ. Él sabe quién soy, no soy tonto, desde que llegué, la princesa Luna se comunica con él a través de sus sueños, soy capaz de sentir su presencia. No fue hasta que me cercioré que Braeburn realmente confía en mí, que bajé mis escudos oníricos, permitiéndoles a tus princesas conocer con qué sueño ahora. — Arremetió — Pero él me estaba poniendo a prueba para saber si realmente había cambiado, él quería que fuese yo quien reconociera todo lo que había hecho, pero vuestra llegada me impidió hacerlo y créeme que, a pesar de lo que has visto, puedo sentir la duda en su corazón.

AppleJack se sintió mal, por un momento dudó de si lo que estaba haciendo era correcto, pero recordó con quién estaba hablando, ¿qué le aseguraba que el oscuro hechicero no estaba usando su don de la palabra para hacerla sentir mal?

— No te creo. — Sentenciaría ella golpeando al Rey en la mandíbula — Eres un ruin, bastardo hijo de perra que no sabe hacer otra cosa que manipular a otros seres para conseguir lo que quiere. — Dijo con total honestidad, pero un momento, había sentido algo sólido. Miró su casco, se sorprendió al ver sangre, pero no le dolía, no era suya. Llevó su mirada al gran equino, le había cortado el labio. Y no solo eso, él escupió algo. Una, dos tres... una muela, un frontal y medio colmillo cayeron frente a ella — ¿Por qué? ¿Por qué no te defiendes? — No podía creerlo, Sombra decidió encajar el golpe a esquivar.

— Te lo he dicho, AppleJack. — La miró con una mirada sincera y sin odio — He cambiado. Y, si tú consideras que este es un castigo apropiado, lo aceptaré. Aunque me mates a golpes, no usaré mi magia para atacar a la familia. — Y puso la otra mejilla.

— N-no entiendo... — No iba a volver a golpearlo. No era justo si él no se defendía. ¿En qué lugar quedaba ella atacando a alguien indefenso? No lo comprendía, estaba frente a un dilema moral propio. Él no era un santo, pero tampoco había hecho nada malo últimamente. Ella era una de las heroínas del reino, honesta y justa, y ahí estaba, siendo la primera en golpear. Empezó a llorar, lloró amargamente pues había roto su palabra al usar la fuerza contra alguien sin necesidad de ello.

Sombras sobre el manzanarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora