Con el pasar de las lunas, Sombra, o como los demás lo llamaban "Black", se iba contagiando del espíritu de la pequeña ciudad. Mezclarse con aquellos que alguna vez hubiera llamado escoria para inmediatamente esclavizarlos, estaba dándole una perspectiva diferente de la vida y como lo había estado haciendo en retrospectiva. Aun quería venganza y sangre, no obstante, como agradecimiento por cuidarlo y ser buenos con él, este permitiría a Appleloosa conservar su libre albedrio a cambio de cierta cantidad de diezmo y su completa sumisión. Se deleitaba pensando en las caras de asombro y horror que los ponis pondrían cuando se dieran cuenta de que habían dado cobijo y cuidado a aquel que destruiría su querida y pacífica Equestria.
No obstante, pensar en ello, también le producía cierta punción en su pecho. Toda su vida, el potro, había sido odiado y usado por quienes decían quererle. Primero, durante su infancia; sin un motivo en especial más que ser quién era; y, una vez ya de adulto, les dio un motivo para odiarlo y temerlo. Sin embargo, en el poco tiempo que había pasado en Appleloosa, los ponis, le habían dado todo lo que le negaron en su niñez. Eso le golpeaba en el pecho una y otra vez, incluso si todavía no conocía el rostro de sus "amigos", le dolía imaginar el rostro de decepción de estos cuando llegara el momento.
Una noche, en el Pub "El Arcoíris", Braeburn estaba bastante atareado con los comensales, así que le pidió a Apple Cider que le echara un vistazo a Black, a lo que este aceptó. No fue difícil encontrar al negro unicornio sentado en una mesa. Lo que le sorprendió es lo que este estaba haciendo. El corcel de los ojos vendados había encontrado una de las muchas barajas de póker que había repartidas por el local y estaba llevando a cabo diversos y curiosos trucos de crupier y jugando con las cartas mientras estas giraban en sus cascos y brillaban en purpura a su alrededor.
— Yo que tú, no tocaría estas cartas hasta que dejen de brillar. — Aconsejaría Black a Cider, el cual se quedó congelado tratando de descubrir cómo sabía que estaba por tocar una de las cartas.
— ¿Cómo has...? — Preguntó Apple Cider atónito.
— Hmm... — Expresaría algo decepcionado — Vaya... De verdad necesito más práctica, confundí tu esencia con la de Braeburn. — Explicó él — De todos modos, me alegro de haberte detenido a tiempo, no quiero pensar en la sangre que me hubiera tocado limpiar...
— ¿S-sangre? — Ahora estaba asustado — ¿Q-Qué quieres decir con sangre?
— Verás, AC. — Lo llamó por su apodo cariñoso para tranquilizarlo un poco — Me di cuenta que, gracias a los cuidados de Braeburn, mi magia, está volviendo. Así que, decidí probar con algo "sencillo". — Él explicaba con voz calmada — Es un truco relativamente sencillo que hasta un topo como yo podría realizar. No obstante, el turco consiste en hacer que las cartas se muevan cierta velocidad y, con magia, potenciarlas manteniendo su momentum. Lo peligroso de esto es cuando brillan, es pura energía cinética. Un solo toque, sin cuidado, y bum.
El poni no sabía que decir ante tal explicación que mezclaba magia y ciencia. Solo se quedó ahí, viendo como las cartas volaban y brillaban, hasta que algo hizo "click" en su mente.
— En ese caso, te pido, por favor, que dejes de practicar de esa forma aquí. — Pidió con toda la calma y amabilidad del mundo — Confío en tus habilidades, pero no quisiera que me cierren el local por un accidente así. — Black accedió a la razonable petición reuniendo y reorganizando las cartas descargadas y devolviéndolas a su correspondiente funda — Ahora dime, ¿hay algo más que recuerdes? — La pregunta de Apple Cider lo había tomado con la guardia baja.
— ¿A qué te refieres? — Sombra empezó a sudar muy frio.
— Dices que es un truco sencillo, — respondió — incluso me lo has explicado en detalle, como si no fuera el único truco que sabes. Además de llevarlo a cabo sin demasiado esfuerzo, como si lo hubieras estado practicado o recordaras cómo se hacía.
— ¡Oh! Eso... — Respondió hecho un saco de nervios — Bueno, recuperé algo de magia hace un par de noches. Y, en cuanto a recordar... — Continuó — no demasiado... — agachó su cabeza intentando transmitir algo de pena — Encontré la baraja y una especie de destello me mostró un recuerdo algo confuso de mi infancia, practicando este truco... pero no demasiado... Solo sé que era el imperio de cristal... — Se detuvo ahí mismo, estaba compartiendo demasiada información.
— Así que, el imperio de cristal, ¿eh? — Diría juguetón — Eso explicaría tu gran porte y noble aspecto.
— G-gracias... — El rubor era visible en el rostro de Sombra.
Apple Cider tuvo que regresar al trabajo. Las siguientes veces que alguien iría a revisar su estado, sería Braeburn que por fin había tenido un momento de descanso. Una de esas veces, Sombra, pudo detectar una cierta energía extraña proveniente de su salvador. Un sentimiento que, aunque en mucha menor medida, le recordaba a cierto artefacto que le había causado tantos problemas en su vida. Un artefacto que le había mostrado el monstruo en el que se convertiría y que, en posteriores ocasiones, había sido la herramienta empleada para su derrota. En cierto modo, Sombra, agradecía que en ese lugar, los festejos no le produjeran dolor de ningún tipo.
De vuelta a ese sentimiento, pudo identificar a qué era debido, lo cual no lo incomodaba, pero claro, él siempre se había visto influenciado por su educación, la cual primaba el engendrar un heredero llegado el momento. Influencia la cual, siempre le había llevado a prepararse para una dama. No estaba seguro de querer o poder corresponder a ello.
La situación le trajo a la mente la preocupación de Apple Cider de que su mejor amigo, Braeburn se enamorase de alguien que no tenía recuerdos de quién era y que este todavía no se recuperaba de su anterior relación. Ahora tenía curiosidad por saber qué había pasado entonces. Decidió que le preguntaría al poni la próxima vez que tuviera oportunidad. De mientras, se prepararía para otra noche con la misma pesadilla siempre.
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Sombras sobre el manzanar
RomanceBraeburn cuidaba de sus manzanos en Appleloosa cuando de repente encuentra a un misterioso corcel famélico y herido bajo uno de sus árboles. Tras un tiempo, el corcel, parece desarrollar cierto aprecio por su salvador, quien lo trata como un igual p...