La tarde había sido tensa. La confrontación con Adrián me dejó con una mezcla de sentimientos encontrados. Por un lado, sentía una algo de culpabilidad por lo que había hecho en su cuerpo. Por otro, había disfrutado de la experiencia de una manera inesperada y liberadora. Ahora, mientras me dirigía a mi habitación, no podía evitar preguntarme si había culpa o gustos detrás de mis acciones.
Mientras reflexionaba sobre todo esto, no podía evitar pensar en cómo Adrián también había tenido sus propias experiencias en mi cuerpo. Su encuentro con Christopher, y la idea de que él había tenido una experiencia similar me hacía sentir una mezcla de inquietud y curiosidad. La diferencia era que Adrián había sido honesto sobre sus acciones, al menos en lo que yo podía percibir. Había admitido abiertamente que tuvo con Christopher, mientras que yo me encontraba en una situación en la que no sabía si decírselo.
¿Por qué había disfrutado de la experiencia con Natalia, y por qué me costaba tanto aceptar lo que había hecho?
Me dejé caer en la cama, contemplando el techo, sintiendo el peso de mis pensamientos. Mi mente volvía una y otra vez a la imagen de la foto que Natalia me había enviado. No podía evitar preguntarme si Adrián, en mi cuerpo, la habría visto y cómo habría reaccionado.
Explorar el cuerpo de Adrián había sido una experiencia compleja. Había disfrutado de la sensación de poder, la confianza innata que parecía venir con ser hombre, y la forma en que los demás respondían a mi presencia. Sin embargo, junto con esa confianza y poder, también había llegado una nueva inseguridad que nunca había anticipado: ¿El tamaño de su "paquete" podrá seguir cumpliendo las expectativas de Natalia?
Además, la libido de Adrián era una bestia completamente nueva. Mientras que en mi cuerpo anterior había aprendido a manejar mis deseos de manera controlada y prudente, en el cuerpo de Adrián me encontraba luchando contra impulsos que no estaba segura de cómo manejar. Eran intensos, a menudo inesperados, y me hacían sentir fuera de control. La experiencia con Natalia había sido solo un ejemplo de cómo esos demonios podían tomar el control, y aunque había disfrutado del poder que sentí en ese momento, también me sentí un monstruo.
Había algo fascinante en experimentar el mundo como un hombre, en tener ese sentido de control y autoridad que parecía venir con el cuerpo de Adrián. Pero, al mismo tiempo, esas inseguridades físicas y la intensidad de su libido eran un recordatorio constante de que no era completamente yo misma en este cuerpo. O tal vez era mi nueva yo.
Esa mezcla de poder y vulnerabilidad, de control y ansiedad, me mantenía en una montaña rusa emocional. La sexualidad, que antes había sido un aspecto controlado y manejable de mi vida, ahora se sentía como una fuerza impredecible. No podía evitar reflexionar sobre la diferencia abismal entre ser hombre y ser mujer, y cómo estos cambios estaban afectando no solo mi cuerpo, sino también mi mente y mis emociones.
El día siguiente llegó rápidamente, y la rutina me llevó de vuelta a la universidad. Mientras caminaba por el campus, noté cómo las personas seguían tratándome con un respeto que no había experimentado antes. Sin embargo, esa sensación de poder se veía ensombrecida por la incomodidad física y la constante necesidad de controlar los impulsos de mi nuevo cuerpo.
Durante las clases, mis pensamientos vagaban hacia cómo esta experiencia estaba cambiando mi percepción de la vida. Me pregunté si había formas en las que podría aplicar esta nueva perspectiva no solo en mi vida como Adrián, sino también cuando regresara a ser Vicky. La línea entre estos dos mundos comenzaba a desdibujarse, y me encontraba atrapada en medio de una identidad que no era completamente mía, pero que estaba empezando a entender y, en ciertos aspectos, a apreciar.
Sin embargo, esa apreciación venía acompañada de una creciente sensación de culpa. La culpa por lo que había hecho en el cuerpo de Adrián, por cómo había explorado su vida sin considerar completamente las consecuencias. Pero también estaba el reconocimiento de que, en muchos sentidos, la vida como hombre era diferente, no necesariamente mejor o peor, pero distinta de una manera que nunca había anticipado.
Mientras la noche caía y me preparaba para dormir, no podía evitar reflexionar sobre cómo todo esto estaba afectando mi relación con Adrián. La vida como Vicky había sido una serie de expectativas y limitaciones, mientras que ahora, en el cuerpo de Adrián, esas barreras se desvanecían. Pero esa libertad venía con su propio conjunto de desafíos y responsabilidades, y no estaba segura de estar preparada para enfrentarlos.
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Devuélveme mi vida
ChickLit"Devuélveme mi vida" cuenta la historia de Adrián, un joven de 24 años, y su prima Vicky, de 14 años, quienes, tras romper un antiguo jarrón en una tarde lluviosa, intercambian cuerpos de manera mágica. Atrapados en los cuerpos del otro, deben naveg...