Era un día normal en la universidad, y después de la clase de derecho penal, me dirigí al comedor. Aunque al principio había sido incómodo, poco a poco me había acostumbrado a caminar por el campus en el cuerpo de Adrián. Mis movimientos eran más amplios, más seguros, pero aún sentía la mirada de los demás sobre mí, como si supieran que algo en mí no encajaba del todo.
Mientras me dirigía hacia una mesa vacía, me encontré con un grupo de chicos de la clase. Sabía que Adrián solía juntarse con ellos, así que decidí acercarme. No tenía muchas ganas de socializar, pero sabía que tenía que mantener las apariencias.
"¡Eh, Adrián! Ven aquí," me llamó uno de ellos, Raúl, un tipo corpulento con una risa estruendosa que parecía llenar todo el comedor.
Sonreí y me acerqué. "¿Qué tal, chicos?"
Nos sentamos en la mesa, y rápidamente la conversación se desvió hacia temas de los que me sentía completamente fuera de lugar. Hablaron sobre fútbol, videojuegos y... chicas. Sentía que tenía que mantener la fachada de "Adrián", pero la verdad es que cada vez me costaba más participar en esos temas.
"No puedo creerlo, hermano," dijo uno de los chicos, Ernesto, mientras agitaba su mano con desdén. "La nueva profe de ética, la de falda corta, es imposible tomarla en serio. Todo lo que puedo pensar es en sus piernas."
Una risa colectiva estalló en la mesa, y sentí una oleada de incomodidad. No sabía cómo reaccionar, porque, por un lado, sabía que Adrián probablemente habría seguido la corriente. Pero por otro, sentía una molestia creciente en mi interior.
"Sí, pero... ¿no crees que es un poco irrespetuoso hablar así?" solté antes de poder detenerme.
Un silencio incómodo cayó sobre la mesa. Raúl levantó una ceja, mirándome como si hubiera dicho algo completamente fuera de lugar.
"¿Qué te pasa, Adrián? ¿Te volviste feminista de repente?" se burló Ernesto, sus palabras cargadas de sarcasmo.
"No es eso," respondí, sintiendo que mi rostro se calentaba. "Solo creo que deberíamos... no sé, tal vez enfocarnos más en ella como persona o lo que tiene que enseñar."
"Vaya, qué sensible te has vuelto," Raúl soltó una risa, pero había un filo en su tono. "No estamos diciendo nada que no sea verdad. Además, a las mujeres les encanta la atención."
Sentí una mezcla de frustración y rabia, pero lo peor de todo fue la impotencia. Sabía que si seguía presionando, solo empeoraría la situación, así que decidí cambiar de tema, algo que me hizo sentir como si estuviera traicionándome a mí misma.
Mientras la conversación avanzaba, el ambiente se hizo más relajado, pero yo me sentía más incómoda con cada minuto que pasaba. Finalmente, después de lo que me parecieron horas, los chicos comenzaron a dispersarse para ir a sus siguientes clases.
Antes de irme, Raúl me dio una palmada en la espalda, sonriendo como si nada hubiera pasado. "No te lo tomes tan a pecho, Adrián. Solo somos hombres hablando de mujeres, como siempre."
"Sí, claro," murmuré, forzando una sonrisa antes de alejarme. No quería continuar esa conversación.
El peso de lo que había ocurrido me golpeó cuando estaba sola. En mi vida anterior, nunca había tenido que enfrentar este tipo de situaciones de la misma manera. Claro, había visto y escuchado cosas similares, pero siempre desde la perspectiva de una chica, donde el comentario sexista era dirigido hacia mí o hacia otras mujeres. Pero ahora, experimentarlo desde el otro lado me daba una visión completamente nueva.
Llegué a la clase siguiente y me senté en una de las sillas al fondo del aula, tratando de despejar mi mente. Pero las palabras de los chicos seguían resonando en mi cabeza. Sentí una especie de culpa, como si haber sido parte de esa conversación, aunque solo fuera por un momento, me hiciera cómplice.
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Devuélveme mi vida
ChickLit"Devuélveme mi vida" cuenta la historia de Adrián, un joven de 24 años, y su prima Vicky, de 14 años, quienes, tras romper un antiguo jarrón en una tarde lluviosa, intercambian cuerpos de manera mágica. Atrapados en los cuerpos del otro, deben naveg...