Parte 9 Reflejos de Culpa y Confusión

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La mañana comenzó con un recordatorio en el teléfono de Vicky: una cita programada con el ginecólogo. No pude evitar sentir un nudo en el estómago al recordar la naturaleza de la cita. Había estado posponiendo este momento, tratando de evitarlo, pero ahora no tenía más remedio que enfrentarlo.

Me levanté de la cama, sintiendo el peso de mis senos, que aún me resultaban incómodos. Con una mezcla de ansiedad y determinación, me preparé para salir. La ropa femenina, que a menudo me parecía frágil y ajustada, se había convertido en una fuente constante de incomodidad. Pero hoy, la preocupación era mucho más que la ropa. Tenía que lidiar con algo que nunca había experimentado: que revisen mi vagina.

Al llegar a la clínica, el ambiente era tranquilo y profesional. La madre de Vicky, quien había venido conmigo para el chequeo, se veía tan tranquila y segura que me hizo sentir aún más nervioso. Me registré en la recepción y esperé en la sala de espera, donde los carteles informativos sobre salud femenina parecían burlarse de mi situación. La idea de hablar de cosas tan personales con un extraño me hacía sentir incómodo.

Finalmente, llegó nuestro turno y fuimos llamados a la consulta. La enfermera nos condujo a una sala privada, y traté de mantener la calma mientras esperaba al ginecólogo. La madre de Vicky se sentó al otro lado de la sala, ofreciéndome una sonrisa tranquilizadora. Sentí una mezcla de gratitud y preocupación. Su presencia era reconfortante, pero también recordaba la enormidad de la situación.

El ginecólogo entró, y me dirigió una sonrisa amable.

—Hola, Vicky —dijo con una voz suave y profesional—. ¿Cómo estás hoy?

—Hola —respondí, tratando de sonar relajado—. Estoy bien, gracias.

Comenzó con una serie de preguntas rutinarias, y me esforcé por responder con naturalidad. La conversación fue relativamente sencilla hasta que llegó el momento del examen. La enfermera me pidió que me cambiara y me acostara en la camilla.

Me cambié con una mezcla de aprensión y nerviosismo. La bata de papel crujía a mi alrededor, y me preguntaba cómo podía ser tan vulnerable en una situación tan íntima. Mientras me acomodaba en la camilla, el ginecólogo entró nuevamente.

—Bien, Vicky, vamos a empezar —dijo el médico mientras se preparaba para el examen.

Sentí un aumento en la ansiedad mientras el médico comenzaba a explicar el procedimiento. La sensación de exposición y la preocupación por la incomodidad fueron abrumadoras. Mientras el médico trabajaba, traté de concentrarme en mi respiración, pero no pude evitar pensar en lo extraño y privado que era todo.

Finalmente, el examen terminó y me vestí de nuevo, sintiéndome aliviado, pero también expuesto. El médico me dio algunos consejos y me aseguró que todo estaba bien.

—Gracias —dije, tratando de sonar agradecido—. Eso fue... interesante.

—Entiendo —respondió el médico con una sonrisa comprensiva—. Si tienes alguna pregunta o inquietud, no dudes en contactarnos.

Salí de la clínica con la madre de Vicky a mi lado. La conversación entre nosotros era tranquila, pero yo estaba sumido en mis miedos. Me sentí violado mientras que su madre solo hablaba la complejidad de la sexualidad femenina. Me di cuenta de cuán estresante era para ella mantener la salud femenina.

La tarde había pasado de manera relativamente normal después de eso. Me había dirigido a casa para hacer mi tarea. Lo último que imaginaba era enfrentarme a las consecuencias de las acciones de Vicky en mi cuerpo.

Al llegar a casa, encontré una nota en la puerta de mi habitación que decía: "He salido con amigos. La puerta está abierta si necesitas algo. —Vicky".

Me sentí un poco aliviado de que, al menos, no tendría que enfrentar a Vicky de inmediato. Decidí pasar un rato en mi habitación para intentar procesar todo lo que había pasado. Estaba cansado, abrumado y, en algunos momentos, un poco furioso con la situación.

Dejé mis cosas en la habitación y me dirigí a la cocina. Mientras preparaba un refrigerio, mi antiguo teléfono vibró en la mesa. Era un mensaje de Natalia. "¿Quieres que se repita la sorpresa del otro día?"

Mi corazón se detuvo por un segundo. ¿Sorpresa? La curiosidad me llevó a revisar el mensaje y ver una foto adjunta. Era una imagen de Natalia en una cama, con una expresión de satisfacción en su rostro, y lo que me dejó sin aliento: ella en ropa interior.

Sentí un torbellino de emociones: sorpresa, enojo, humillación. No podía creer que Vicky, en mi cuerpo, hubiera estado con Natalia. Nunca había pensado que algo así sucedería mientras yo estaba atrapado en el cuerpo de mi prima.

Puse el teléfono sobre la mesa, tratando de calmarme. La realidad de lo que había sucedido comenzó a asentarse en mi mente. No solo había tenido relaciones sexuales en el cuerpo de mi prima, sino que ahora también tenía que enfrentar la idea de que alguien más había usado ese cuerpo.

Decidí que no necesitaba confrontar a Vicky de inmediato. Después de todo, yo había hecho lo mismo con Christopher. Pero este incidente me impulsaba a buscar una solución a nuestra situación pronto.

Me preguntaba cómo Vicky había llegado a este punto, cómo pudo ser tan insensible al usar mi cuerpo para sus propios placeres. ¿No le importaba en absoluto lo que estaba haciendo?

Finalmente, Vicky llegó de su salida con mis amigos.

Subí a mi habitación y me senté en la cama, esperando. La puerta se abrió y Vicky entró con una expresión despreocupada, una actitud que me irritaba aún más.

—¿Qué pasa, Adrián? —preguntó, con un tono que no parecía entender la gravedad de la situación.

—Necesitamos encontrar una solución —dije finalmente, tratando de enfriar el ambiente—. No podemos seguir así, no solo por lo que está en juego para nosotros, sino también por cómo esto puede afectar a otras personas.

Vicky asintió, entendiendo la seriedad de la conversación. Mientras ambos tratábamos de encontrar una forma de resolver esta situación, la tensión en la habitación se relajó un poco. Sabíamos que no había vuelta atrás; solo podíamos avanzar, aprender de lo que había pasado y encontrar una manera de restaurar nuestras vidas.

Devuélveme mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora