Parte 20 Una cita Inesperada

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Me encontraba inquieto y cansado, tratando de encontrar una rutina que pudiera soportar mientras me enfrentaba a la vida de adolescente. La mezcla de emociones que vivía día a día me tenía en un constante estado de alerta. Mientras me preparaba para la escuela, mi teléfono vibró en la mesa de la cocina. Miré la pantalla y vi el nombre de Christopher.

Mi corazón dio un brinco. ¿Christopher? Había pasado un tiempo desde que sucedió nuestro incidente. Un nudo de ansiedad se formó en mi estómago al abrir el mensaje. Christopher había decidido disculparse por lo que había pasado y, sorprendentemente, me invitaba a salir al cine.

La oferta me sorprendió. Era como si el destino estuviera jugando una broma pesada conmigo. La idea de estar cerca de Christopher, especialmente después de lo que sucedió, era tanto emocionante como aterradora. Me tomé un momento para responder. Finalmente, decidí aceptar la invitación. Pensé que tal vez podría ser una oportunidad para aclarar las cosas y, al mismo tiempo, distraerme de la complejidad de mi situación actual. ¿No sucedería de nuevo cierto?

La tarde llegó rápidamente, y me preparé para el encuentro. Me vestí eligiendo algo que me hiciera sentir cómodo pero que también fuera apropiado para no espantarlo ni darle ideas. Mientras trataba de ponerme el sujetador, me enojé por la incomodidad. Ajusté las tiras una y otra vez, pero la presión en el área del busto seguía siendo incómoda.

—¡Este sujetador es una tortura! ¿Cómo pueden usar esto todos los días? —me quejé en voz alta, sintiendo una mezcla de frustración y dolor.

Me arreglé y salí de casa, dirigiéndome al lugar donde Christopher me había indicado que nos encontraríamos.

Cuando llegué al cine, me encontré con Christopher en la entrada. Yo estaba nervioso, pero la manera en que me miraba y me hablaba me hacía sentir raro. No excitado, más bien, protegido.

—Hola, Vicky —dijo Christopher, su voz llena de sinceridad—. Me alegra verte. ¿Cómo has estado?

—Hola, Christopher —respondí, tratando de mantener mi voz firme—. He estado bien. Gracias.

Fuimos a comprar nuestros boletos y entramos a la sala de cine. La película comenzó, y a medida que avanzaba, traté de concentrarme en la trama y no en los pensamientos que giraban en mi mente. Christopher estaba sentado a mi lado, y su presencia era agradable, aunque también me mantenía en alerta.

A lo largo de la película, noté cómo su mano ocasionalmente rozaba la mía. Cada contacto, aunque breve, provocaba un escalofrío que no podía ignorar. Las hormonas y la adrenalina me jugaban malas pasadas, y no podía dejar de pensar en lo que había pasado entre nosotros y cómo me sentía ahora.

Cuando la película terminó, salimos del cine y caminamos por el vestíbulo. La conversación se volvió más natural, y la atmósfera entre nosotros se relajó un poco. Christopher parecía genuinamente interesado en hablar y pasar tiempo conmigo, y esa cercanía hizo que mi corazón latiera más rápido.

De repente, Christopher se detuvo y me miró a los ojos, su expresión era seria pero calida.

—Vicky, quiero que sepas que lamento mucho lo que pasó antes. No quería orillarte a hacerlo. Tú me gustas, y no pude evitarlo. Estuvo mal lo que hice, me siento mal.

Sentí una mezcla de gratitud y confusión.

—Gracias, Christopher. Yo también me he sentido algo confundida y... y ha sido difícil lidiar con todo.

Nos miramos durante un momento prolongado, y sentí algo que no podía ignorar. La proximidad y la vulnerabilidad del momento hicieron que mi corazón se acelerara. Sin poder contenerme más, me incliné hacia él y lo besé. Fue un beso lleno de emociones contenidas. Sentí cómo el mundo alrededor de nosotros se desvanecía, dejándonos en una burbuja de intimidad.

Cuando nos separamos, Christopher me miró con sorpresa, pero también con una sonrisa que decía más de lo que las palabras podían expresar.

—No esperaba eso —dijo, con un tono suave.

—Yo tampoco —respondí, sintiendo una mezcla de excitación y miedo—. Lo siento.

El camino de regreso a casa se sentía interminable. Las luces de la ciudad parpadeaban a mi alrededor, pero mi mente estaba completamente en otra parte. Había sido una noche llena de sorpresas y emociones, y ahora, mientras caminaba solo por las calles vacías, no podía evitar sumergirme en un torbellino de pensamientos y dudas.

El beso con Christopher había sido un impulso, una respuesta a la cercanía y al arrepentimiento que sentía. Pero ahora que estaba solo, me atormentaban las preguntas sobre lo que realmente había sucedido. Me sentía atrapado en un mar de confusión y culpa, y la inseguridad de mi situación no hacía más que intensificar mis sentimientos.

—¿Por qué hice eso? —me preguntaba mientras avanzaba con pasos lentos—. No soy realmente una adolescente. No tengo que lidiar con estos sentimientos confusos. ¿Cómo se supone que debería actuar en esta situación? Todo parecía tan diferente ahora que estaba en el cuerpo de Vicky. Las emociones y las hormonas que estaban fuera de mi control me estaban llevando a tomar decisiones impulsivas y equivocadas.

Me detuve en una esquina, mirando la calle desierta. Mi mente volvía una y otra vez al beso con Christopher. Había sido un momento de debilidad, una mezcla de atracción, arrepentimiento y la necesidad de sentirme querido. Pero ahora, al pensar en todo, me sentía terriblemente incompetente. ¿Cómo podía estar manejando tan mal esta situación?

Antes, como chico, tenía una forma de ver las cosas que era más lógica, más controlada. Ahora, en el cuerpo de mi prima, me encontraba lidiando con emociones intensas y fluctuantes que me hacían sentir como si estuviera fuera de control. Las hormonas que ahora inundaban mi sistema estaban jugando con mis sentimientos de una manera que nunca había experimentado.

—¿Qué estoy haciendo? —me pregunté en voz baja, como si la respuesta pudiera aparecer de repente. Esto no es solo un problema de adolescentes; es un problema de identidad. ¿Cómo puedo seguir adelante así?

Devuélveme mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora