La oscuridad de la habitación me envolvía como un manto, un refugio donde podía ser honesto conmigo mismo, donde no tenía que fingir ser el Adrián de antes. Me encontraba en un limbo, atrapado entre la realidad y las sombras de mis pensamientos, navegando por un mar de emociones que no podía controlar. El cambio que había ocurrido no era solo físico; había algo en mi mente que se estaba desmoronando, algo que ya no podía ignorar.
Desde el primer día en este cuerpo, había sentido una creciente incomodidad, una desconexión con todo lo que una vez fui. Cada vez que tocaba mi piel, sentía una oleada de emociones contradictorias: repulsión y curiosidad, temor y deseo. Me recordaba a una marioneta, movida por hilos invisibles que me empujaban hacia lugares desconocidos y, sinceramente, aterradores. A veces, me sentía como un extraño en mi propia piel, otras veces, como si este cuerpo empezara a pertenecerme de una manera que me aterrorizaba.
El comentario de Vicky sobre ser un chico trans había golpeado algo profundo en mí, aunque no por las razones que ella podría haber imaginado. La idea de ser trans no encajaba, pero tampoco podía negar que algo en mi identidad se estaba derrumbando, que lo que había considerado fijo y seguro ahora se deslizaba como arena entre mis dedos. ¿Era este cuerpo femenino el que estaba despertando algo nuevo en mí, o simplemente estaba sacando a la luz algo que siempre había estado ahí, oculto?
Chris, un chico al que nunca había prestado mucha atención, se había convertido en una especie de obsesión. Recordaba el beso en el cine, cómo su aliento cálido se mezclaba con el mío, cómo sus manos grandes y fuertes me sostenían. La confusión se mezclaba con el deseo, y no podía evitar pensar en él de maneras que antes me habrían parecido imposibles. ¿Cómo podía sentirme atraído por él ahora? Era como si este cuerpo tuviera sus propios deseos, su propia agenda, y yo estaba atrapado en medio de todo, sin control.
Me acerqué al espejo, mirando el reflejo de Vicky. Ella era bonita, lo sabía, y ahora esa belleza era mía, pero se sentía como un disfraz que no podía quitarme. Toqué mis labios, deslizando mis dedos suavemente por ellos, sintiendo la suavidad que no reconocía. Bajé mis manos por mi cuello, deteniéndome en mis senos, sintiendo el peso y la firmeza que antes solo había conocido desde fuera. Ahora, eran parte de mí, y mientras mis dedos se deslizaban más abajo, no podía evitar el creciente calor que se formaba en mi abdomen.
La curiosidad se transformó en necesidad cuando me acosté en la cama, dejándome llevar por el impulso de explorar este cuerpo que, aunque ajeno, empezaba a sentirse demasiado familiar. Me deslicé los calzones, sintiendo el contacto fresco del aire contra mi piel desnuda, y mis dedos encontraron la humedad que había estado evitando. La sensación era intensa, más de lo que había imaginado, y un gemido suave escapó de mis labios antes de que pudiera detenerlo.
No era solo el placer lo que me asustaba, sino la sumisión que sentía al experimentarlo. Era como si estuviera perdiendo partes de mí mismo, cediendo a las emociones y deseos que este cuerpo femenino exigía. Mis pensamientos vagaron hacia Chris, hacia la idea de que él me tocara de esta manera, de que sus manos fueran las que exploraran mi cuerpo. La excitación que sentía era innegable, pero con ella venía una oleada de culpa y vergüenza que no podía sacudir.
Me movía rítmicamente, mis dedos deslizándose con más rapidez mientras mi mente se llenaba de imágenes que nunca habría considerado antes. Pensaba en otras chicas, en cómo sería estar con ellas, explorar sus cuerpos mientras ellas exploraban el mío. No podía evitarlo, era como si cada pensamiento prohibido me empujara más cerca del borde, más cerca de una verdad que no quería admitir.
—"¿Soy bisexual?" —murmuré, mi voz temblando. La palabra se sentía extraña, como un idioma que no conocía del todo, pero al mismo tiempo, no podía negarlo. Había algo en esta nueva atracción que no podía ignorar, algo que hacía que mis antiguos deseos parecieran lejanos y difusos.
Mi cuerpo comenzó a temblar mientras me acercaba al clímax, mis pensamientos ahora completamente sumergidos en las fantasías que había intentado reprimir. Cuando finalmente llegué, fue como si una ola de electricidad recorriera todo mi cuerpo, dejándome jadeando, con el corazón latiendo a mil por hora. El orgasmo fue diferente a cualquier otro que había experimentado antes, más profundo, más... completo. Y mientras me quedaba tumbado, sintiendo las últimas sacudidas de placer recorrerme, no podía evitar sentirme pequeño, frágil, y completamente vulnerable.
Las lágrimas comenzaron a caer, mezclándose con el sudor en mi rostro. ¿Qué me estaba pasando? ¿Cómo podía estar sintiendo estas cosas? Me tapé la cara con las manos, tratando de ahogar los sollozos que comenzaban a surgir. Todo lo que creía saber sobre mí mismo se desmoronaba, y no tenía a nadie a quien recurrir, nadie que pudiera entender lo que estaba pasando.
Mientras yacía allí, agotado y emocionalmente destrozado, las preguntas seguían surgiendo en mi mente. ¿Realmente quería volver a ser Adrián? ¿O había algo en esta nueva experiencia que me atraía, que me hacía querer explorar más? ¿Era simplemente la novedad de estar en este cuerpo, o había algo más profundo, algo que siempre había estado ahí, esperando ser descubierto?
El miedo y la confusión se mezclaban en mi pecho, pero con ellos venía una extraña sensación de liberación. Por primera vez, estaba enfrentando partes de mí mismo que nunca había considerado, y aunque era aterrador, también era emocionante. Sabía que, pasara lo que pasara, nada volvería a ser igual.

ESTÁS LEYENDO
Devuélveme mi vida
ChickLit"Devuélveme mi vida" cuenta la historia de Adrián, un joven de 24 años, y su prima Vicky, de 14 años, quienes, tras romper un antiguo jarrón en una tarde lluviosa, intercambian cuerpos de manera mágica. Atrapados en los cuerpos del otro, deben naveg...