Esa noche casi no dormí, a la mañana siguiente nos despertamos temprano y mientras Guido se duchaba yo tendí la cama y me vestí con la misma ropa que tenía. Ya había pasado por el baño a lavarme los dientes a buches con un poco de dentrifico y la cara, que la tenía hecha un asco.
Mi celular sigue en la mesa de noche y tomo valor para agarrarlo con la respiración contenida, como si fuese una granada. Cualquier cosa que pudiera encontrarme ahí podría ser una granada emocional. Lo desbloqueo con la huella y veo un par de notificaciones que me hacen sentir alivio, ya que ninguna es de Bruno.
Guido ya había vuelto al cuarto y ya se vistió, no sé en qué momento. Ahora se está sacudiendo el pelo húmedo.
—Guido —susurro, aunque parece no ser lo suficientemente alto porque no me escucha
—Guido.—Te escuché, decime —responde sin mirarme y sentándose al borde de la cama a ponerse las zapatillas.
Quiero tomar esa oportunidad para ofenderme por su mala contestación y de paso escaparme, pero necesito contarle lo que pasó y estar bien con él, es lo único que me puede mantener un poco calmada.
Me tiemblan las manos, me transpiran.
—Anoche me escribió Bruno —digo de golpe y él se gira a verme, confundido. Sabe poco y nada de esa historia, así que tengo que contarle. Me trueno los dedos, inquieta. —Yo me veía con él a cambio de plata...
—¿Y qué quiere? ¿Verte de nuevo? —pregunta con un tono medio irónico.
—No te enojes —pido, poniéndome nerviosa. —Lo bloqueé, le dije que ya no hago eso, que no me vuelva a hablar más —le explico.
—Cielo, ¿por qué no me contaste antes? —pregunta bajando el tono, comprensivo, y se acerca. El tacto de sus palmas cálidas en mi cara me baja a tierra.
—Me da vergüenza, no sé... nunca tendría que haberme metido en esto —susurro, arrepentida. Cada vez que lo pienso siento una sensación de pesadez en el pecho, como si se hubieran adueñado de una parte de mí sin mi permiso.
—Conmigo no tenés que sentir vergüenza, ¿sabes? Lo que hiciste ya no importa, aparte fue pensando en tu hermano y uno por los hermanos es capaz de cosas impensadas, acordate que también tengo —me dice tranquilizándome y me mira a los ojos con una suavidad en la mirada que me regala una inmensa paz.
—Pero te juro que no voy a hablarle más, ya lo bloqueé y él siempre respetó mis decisiones.
—Esta bien, linda, yo sé que sos sincera.
La semana se me pasa casi fugaz. Guido sigue la gira así que el fin de semana está de viaje, y Benja me invita a la noche especial de tango en el bar. No le prometo ir porque no sé en qué estado salgo del trabajo, pero al final termino aceptando porque fue un día bastante tranquilo y no tenía nada que hacer. Me doy una ducha sin mojarme el pelo y me pongo un top negro por encima del ombligo con una camisa sueltita de color rosa arriba, desabotonada, y un short de jean más borcegos. Hace calor esa noche. Voy con toda las ganas de ver a Benja, a quién no veo desde que fuimos a lo de Pato hace una semana. Sin embargo, cuando llego al bar y atravieso los distintos grupitos de gente en busca de Benja, lo veo comiéndole la boca a nada más y nada menos que Paula. Qué pasó acá.
A ella no quiero verla ni en figurita. Voy a la barra, desviándome, y le pido a uno de los chicos del nuevo equipo una birra.
—Pago con transferencia. ¿Cuánto es? —pregunto, abriendo la app del banco.
—Nada —se mete alguien y veo que es Benja. —¿Cómo andas, pendejita? —me pregunta abrazándome y dejándome un beso sonoro en el cachete; tiene olor a alcohol y por cómo habla está un toque tomado. Levanto un hombro. El chico trae la cerveza y nos mira.
—¿Cuánto es? —le insisto al chico.
—A ella no le cobres nada, Mati, es amiga.
—Joya —responde Mati y se aleja a seguir trabajado hacia otro grupo que le pide tragos. Obvio, va a hacerle caso a su jefe. Bufo y agarro la cerveza, alejándome en busca de alguna mesa.
—¿Se puede saber qué te pasa? —me pregunta Benja, confundido y poniéndose enfrente para que deje de evitarlo. Tiene rastros de labial fucsia en la pera.
—¿Qué hace Paula acá?
—Ah... la viste.
—¿A quién? —pregunta alguien y reconozco la voz de esa persona que fue mi gran amiga, a la que consideré mi hermana, Paula. Se ve muy distinta, tiene el pelo rojo, los labios más carnosos, más maquillaje. Irreconocible. —¡Cielo! —exclama e intenta acercarse a darme un saludo. Me alejo, desconcertándola y sintiendo la tensión de Benja.
—Yo me voy, chau —digo, dejando la cerveza en la mesa que tengo más cerca y alejándome. Sigo enojada con ella, no quiero verla y menos después de que nunca me pidió perdón por creer que yo podía cagarla con Benja, ni siquiera me volvió a hablar después de eso.
—Pará, Cielo —me llama Benja pero lo ignoro y sigo caminado hacia la salida. Hay bastante gente entonces cuesta. —Cielo.
Me alcanza del brazo y me frena a pesar de que tironeo para soltarme.
—Soltame, boludo.
—¿Qué te pasa? Al final parece que Paula tenía razón y estás celosa.
Sé que al instante se da cuenta que se mandó un moco al decirme eso e intenta remediarlo, pero para ese entonces lo mando a la mierda y me voy. Me pican los ojos y siento un nudo en la garganta. Benja era la única persona después de mi hermano que pensé que nunca me iba a decir algo así.
Son todos la misma mierda.
Cuando hago un par de cuadras, casi llegando a puerto madero, un auto me hace luces y se acerca al borde de la vereda por donde voy caminando. Por instinto, antes de tener la mejor idea de irme corriendo, agarro lo primero que tengo a mano, una baldosa suelta del piso. Levanto la vista hacia el auto de vidrios polarizados, se me hace familiar, y cuando el conductor baja el vidrio siento que se me revuelve el estómago.
—Qué ovarios tenés, Sofi... hola, perdón si te asusté.
—No importa. ¿Qué querés?
—Hablar con vos. Me había rendido pero te vi pasar y tiene que ser una señal, te necesito.
—Te dije que no estoy más en esa, basta —suelto la baldosa a un costado, segura de que no ls voy a necesitar. Bruno es un pesado, no un loco.
—Es sin sexo, solo presencia —dice antes de que me de vuelta y me vaya. —A vos te sirve la guita, a mí me servís vos. ¿Me dejas contarte?

ESTÁS LEYENDO
tarde .guido sardelli.
Fiksi Penggemarte acordaste tarde en llamar, tarde en estar, ya no importa más.