En la academia de danza de la Universidad de Seúl, Jeon Jungkook y Park Jimin son los dos bailarines más destacados, pero con estilos y personalidades opuestas. Jungkook, un alfa dominante, es conocido por su técnica impecable, mientras que Jimin, u...
Llegó la tarde y el estudio de danza se llenó rápidamente de estudiantes listos para grabar el vídeo. Todos hablaban en voz baja, emocionados por el evento, pero también conscientes de la tensión que flotaba en el aire. Jimin y Jungkook, en particular, se miraban de reojo mientras se preparaban para su baile. Esta vez, sin embargo, la incomodidad había desaparecido, reemplazada por un nuevo tipo de tensión, una llena de nerviosismo y curiosidad. Ambos estaban distraídos, incapaces de borrar de su mente lo que casi había sucedido entre ellos en el salón de clases.
Sus pensamientos giraban en torno a la misma pregunta: ¿qué habría pasado si Hoseok no hubiera entrado? ¿Realmente se habrían besado? La idea los perturbaba, pero también los intrigaba. El alfa no podía dejar de observar al omega, su mirada viajando involuntariamente a sus labios. Mientras tanto, el rubio sentía su corazón latir con fuerza cada vez que sus ojos se encontraban, un rubor constante coloreando sus mejillas.
La profesora Min, ajena como siempre a la tensión subyacente entre los dos chicos, comenzó a dar instrucciones sobre la grabación del vídeo -Bien, todos, prepárense- dijo con una sonrisa. -Quiero que Jeon y Park comiencen en el centro. Recuerden, queremos capturar la emoción y la pasión en sus movimientos.
Jimin y Jungkook se ubicaron en el centro del salón, frente a frente. La cercanía hizo que ambos contuvieran la respiración por un instante. La profesora dio la señal de "acción", y en ese momento, la música llenó el salón, marcando el inicio de su baile.
Desde el primer acorde, sus cuerpos se movieron al unísono, como si fueran dos partes de un todo. La tensión entre ellos era palpable, pero no de la forma incómoda que había sido antes. Esta vez, era una tensión eléctrica, cargada de una atracción que ni ellos mismos podían negar. Jimin se acercó a Jungkook, sus movimientos fluidos y llenos de gracia, su rostro a solo centímetros del alfa. Jungkook podía sentir el calor del aliento del omega en su piel, una sensación que lo hacía estremecerse.
Ambos se sentían atraídos el uno por el otro, incapaces de apartar la mirada. Sus corazones latían al unísono, una sinfonía silenciosa que solo ellos podían escuchar, eran sus lobos conectando. La música seguía sonando, y con cada compás, sus cuerpos se acercaban más y más. Jungkook, en un impulso atrevido, pasó sus manos suavemente por el cuerpo de Jimin, sintiendo la textura de su piel a través de la tela. Cada toque parecía encender una chispa en el omega, sus movimientos volviéndose más intensos, más apasionados. Era como si sus cuerpos hubieran sido diseñados para encajar perfectamente.
Los olores de ambos comenzaron a mezclarse en el aire nuevamente, creando una fragancia única y embriagadora. El aroma a café oscuro y fuerte de Jungkook se fundía con el dulce olor a vainilla y caramelo de Jimin, creando una combinación que envolvía a todos los presentes en una nube aromática. Los estudiantes que observaban el baile no podían evitar sentirse atraídos por la escena que se desarrollaba ante ellos. Parecía como si estuvieran presenciando algo más que un simple baile; era una conexión profunda e innegable entre un alfa y un omega.
Algunos de los estudiantes se sonrojaron, incómodos por la intensidad de la química entre Jimin y Jungkook, pero incapaces de apartar la vista. Era como si la sala se hubiera convertido en un espacio íntimo, reservado solo para ellos dos. La profesora Min, por otro lado, estaba encantada. -¡Excelente!- exclamó, su entusiasmo evidente. -¡La química entre ustedes es increíble!
El baile continuó, los ojos de Jimin y Jungkook encontrándose y separándose, solo para volver a encontrarse una y otra vez. Parecía que, incluso sin palabras, había un diálogo silencioso entre ellos, una conversación hecha de miradas y suspiros, de movimientos sincronizados y respiraciones compartidas. Finalmente, la música llegó a su fin, y con ella, el baile. Pero aunque sus cuerpos se detuvieron, la tensión entre ellos seguía creciendo, una fuerza invisible que los mantenía conectados.
-¡Bravo!- aplaudió la profesora, sonriendo ampliamente. -¡Eso es lo que llamo química en el baile!
Los compañeros comenzaron a aplaudir también, algunos silbando en señal de aprobación. Jimin y Jungkook, ambos ruborizados, intercambiaron una sonrisa tímida. Habían creado algo especial en ese momento, algo que ninguno de los dos podía explicar con palabras, pero que ambos sentían profundamente. Sus miradas se encontraron una vez más, y en ese instante, ambos supieron que la grabación del vídeo era solo el comienzo de algo mucho más grande. Algo que, aunque aún no lo entendían del todo, estaban ansiosos por descubrir.
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