En la academia de danza de la Universidad de Seúl, Jeon Jungkook y Park Jimin son los dos bailarines más destacados, pero con estilos y personalidades opuestas. Jungkook, un alfa dominante, es conocido por su técnica impecable, mientras que Jimin, u...
La mañana comenzó con un cosquilleo suave sobre el pecho de Jungkook, como si algo ligero y cálido lo envolviera. Su consciencia regresaba poco a poco, sintiendo una presencia apacible y reconfortante contra él. Abrió los ojos despacio, y lo primero que notó fue el cabello rubio y desordenado de Jimin, cuyos suaves mechones le hacían cosquillas en la nariz. Su respiración era lenta y acompasada, y sus manos seguían entrelazadas, como si durante la noche se hubieran aferrado el uno al otro.
El alfa sintió su corazón latir con fuerza, una mezcla de sorpresa y felicidad. Su lobo aullaba en su interior, eufórico, y era como si todo dentro de él vibrara de alegría por tener al Omega tan cerca. Detalló el rostro de Jimin, observando cada pequeño rasgo con detenimiento. Su piel era pálida y suave, sus mejillas ligeramente rosadas por el calor de la manta, sus pestañas descansaban tranquilamente sobre sus ojos cerrados, y su nariz respingada se movía suavemente al respirar. Pero lo que más capturó su atención fueron esos labios pomposos y carnosos que se veían tan suaves que le provocaron un impulso inesperado. El deseo de saber cómo sería besarlo lo golpeó con una fuerza repentina, pero se contuvo. No quería arruinar el momento, no todavía.
Jimin comenzó a moverse ligeramente, y Jungkook se tensó al verlo despertar. Los ojos del rubio se abrieron lentamente, encontrándose de inmediato con los suyos. Ambos se quedaron quietos, el aire entre ellos se llenó de una conexión palpable. No necesitaban palabras; sus corazones, acelerados al unísono, lo decían todo.
Jimin parpadeó, y al darse cuenta de la posición en la que estaban, sobre el pecho del alfa, con las manos aún entrelazadas, sus ojos se agrandaron de sorpresa y un rubor invadió su rostro. -L-Lo siento, no quería... -comenzó a balbucear mientras trataba de moverse.
Pero Jungkook lo detuvo suavemente con una sonrisa tranquilizadora. -No te disculpes, en serio. Jamás había dormido tan bien -sus palabras salieron con calma, y la tensión en el cuerpo de Jimin se disipó.
Ambos rieron suavemente, compartiendo la intimidad de ese momento, y decidieron quedarse un poco más. Se giraron para quedar de costado, uno frente al otro, sus rostros tan cerca que podían sentir el aliento del otro. Jungkook, con una ternura que sorprendió incluso a su propio lobo, levantó una mano y acarició con cuidado la mejilla de Jimin. El Omega cerró los ojos brevemente, acercando instintivamente su rostro hacia la cálida palma de Jungkook.
El ambiente entre ellos cambió de nuevo, la tensión volviendo de una manera distinta. Sus respiraciones se hicieron más lentas y profundas, mientras sus corazones seguían bombeando con fuerza. Poco a poco, sus rostros se acercaron más, hasta que sus narices casi se rozaban. El aire entre ellos se volvió espeso, cargado de deseo contenido, y fue entonces que sus labios finalmente se encontraron.
El primer beso fue suave, casi tímido, pero estaba cargado de emociones que habían sido contenidas durante demasiado tiempo. Jungkook presionó sus labios con un poco más de fuerza contra los de Jimin, sintiendo cómo todo dentro de él se encendía con un fervor creciente. Jimin respondió con igual pasión, sus cuerpos acercándose más, sus labios moviéndose con una sincronía perfecta. El alfa, sin darse cuenta, terminó sobre Jimin, sujetando sus manos con suavidad pero con firmeza a los costados.
El beso, inicialmente dulce, pronto se tornó más intenso. Las emociones los envolvieron, como una marea creciente que los arrastraba. Los cuerpos de ambos se rozaban de manera incitante, y el calor que generaban era abrumador. Fue entonces que Jimin soltó un suave gemido, un sonido placentero que escapó de sus labios sin que lo pudiera evitar. El sonido resonó en los oídos de Jungkook, quien, con un esfuerzo tremendo, detuvo el beso de golpe.
Ambos quedaron jadeando, sus respiraciones erráticas mientras el alfa se controlaba. -D-Debemos parar -murmuró, aún sobre Jimin, su voz ronca-. No quiero lastimarte... quiero ir más despacio.
El Omega asintió rápidamente, todavía recuperándose de la intensidad del momento. -Sí, sí... Tienes razón.
Ambos rieron, sus cuerpos aún ligeramente tensos, conscientes de lo rápido que la situación se había salido de control. Jimin, con una sonrisa traviesa, lo miró de reojo. -Parece que te gusta provocar, ¿eh?
Jungkook le devolvió la sonrisa, acercándose a su rostro nuevamente. -Lo mismo podría decir de ti -contestó en tono juguetón, haciéndolo reír.
Jimin fue el primero en levantarse de la cama, aún un poco nervioso por lo sucedido, pero con una calidez agradable llenando su pecho. Mientras se dirigía al baño, Jungkook lo observó desde la cama, pero no se levantó.
-¿No vienes? -preguntó Jimin con una leve sonrisa, al notar que el alfa no se movía.
Jungkook carraspeó, su rostro mostrando una leve incomodidad. -Dame un minuto... -dijo, con un tono que insinuaba el por qué de su demora.
Al entender a qué se refería, Jimin se sonrojó violentamente, soltando una risa nerviosa. -Ah, claro... te doy tu espacio.
Con eso, desapareció hacia la cocina para preparar el desayuno, aún sintiendo el rubor en sus mejillas. Mientras cortaba algunos ingredientes y preparaba el café con vainilla y caramelo, no podía evitar sonreír. Había una aura de pareja alrededor de ellos que se sentía cómoda, aunque ninguno lo mencionara.
Cuando finalmente se sentaron a desayunar, el ambiente seguía siendo igual de cálido. Sus aromas mezclados llenaban la pequeña cocina, creando una sensación de hogar que hacía que ambos se sintieran en paz. A pesar de los nervios y la intensidad del beso anterior, todo entre ellos se sentía natural, como si estuvieran exactamente donde debían estar.
-Este es el mejor café -dijo Jungkook después de tomar un sorbo, mirándolo con una sonrisa satisfecha.
Jimin lo miró de reojo, divertido. -Lo sé, te has acostumbrado tanto a mis gustos que ya no puedes evitarlos.
Al final, Jungkook se cambió de ropa y se dispuso a marcharse. Ambos sabían que sus clases comenzarían al mediodía, pero aún así, la despedida no fue fácil. En la puerta, se quedaron un momento más, mirándose con una mezcla de nervios y emoción, sin saber bien cómo despedirse.
-Nos vemos más tarde, entonces -dijo Jimin, jugando con las mangas de su suéter.
Jungkook asintió, y justo cuando estaba por abrir la puerta para salir, algo lo impulsó a girarse rápidamente. Sin pensarlo demasiado, tomó a Jimin por el rostro y plantó un beso tierno en sus labios. El Omega se quedó inmóvil por un segundo, sorprendido, pero pronto se dejó llevar, respondiendo al beso con una sonrisa en los labios. El beso fue cálido, suave, y duró unos minutos, una despedida perfecta.
Cuando se separaron, ambos sonreían como dos niños.
-No podía irme sin despedirme correctamente -dijo Jungkook, dándole un último vistazo antes de salir finalmente por la puerta.
Jimin cerró la puerta, apoyándose contra ella con el corazón acelerado, mientras su sonrisa aún permanecía en su rostro.
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