Capítulo 81

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Encontró a Niall sentado en la barrita de la cocina, con dos cajas de pizza enfrente y la boca llena. Siempre le había parecido adorable la forma en la que sus mejillas se inflaban, como si fuera un ratón. Y había envidiado la cantidad de mierda que podía comer, todo el día, a toda hora, sin ganar un solo gramo. A diferencia de él, que sin importar cuánto ejercicio hiciera, subía de peso tan sólo con respirar. El ligero pellizco de la pijama a cada lado de su cadera, le recordó que había tenido que dejar ir uno de sus jeans favoritos porque no le quedaban más. Lo odiaba, lo odiaba mucho. Tal vez debería dejar la pizza para Niall y Louis, no necesitaba más carbohidratos después del desayuno gigante que había comido esa mañana. No necesitaba las grasas, tampoco. Odiaba que se le antojara, debería poder sólo apagar las ganas de...

- Suéltalo ya. - La expresión preocupada de Niall lo recibió, sorprendiéndolo. - ¿Con qué te estás torturando ahora?

- ¿Es tan evidente?

- Te he visto hacer la misma cara por años. ¿Es la comida otra vez?

- Sí. - Respondió, abriendo la otra caja de pizza y eligiendo a propósito el pedazo más grande. - Ya sabes, pensamiento intrusivo.

- Lo lamento, hermosura. ¿Quieres hablar de eso? - Negó con la cabeza, mientras masticaba lentamente, repitiéndose una y otra vez que no había nada malo en ello. - ¿Louis lo sabe? - Esta vez, asintió, con vergüenza.

- No podría ocultárselo, aunque quisiera. Cuando estoy nervioso o preocupado o lo que sea, comer me provoca sentir algo horrible por un momento y él lo siente también. Lo hemos hablado y tuvimos una sesión al respecto con Dafne.

Louis se lo había preguntado apenas un par de semanas después de pasar el primer celo juntos. Si antes había sido una pequeña molestia en su pecho, después de enlazarse, las cosas fueron más transparentes y había sido prácticamente imposible para su alfa ignorar el brote de sentimientos negativos que tenía a veces, cuando le costaba cerrarse la ropa o cuando de pronto odiaba tener que comer. Al final, era consciente de que algo de trastorno de la alimentación sí que había, le gustara o no aceptarlo. Incluso si la mayoría de las veces se limitaba a pensamientos autocríticos, inseguridades intermitentes y el ligero límite entre ejercitarse por gusto o por compensación.

- Te quiero, Harry. - Soltó Niall, alcanzando su brazo y apretándolo suavemente. El sentimiento en su voz era evidente.

- Yo te quiero, también. Estoy bien, te lo prometo, no es como antes de irme a Vancouver.

- Claro, pero antes de irte a Vancouver, también me decías que estabas bien y no comías nada. No puedes pedirme que confíe ciegamente en ti, tonto. - Le reclamó, sirviéndose otra rebanada de pizza.

- Bueno, es cierto, pero ahora estoy comiendo, Louis está pendiente siempre y no me veo como si fuera a desmayarme en cualquier momento, ¿o sí?

- Está bien, tengo que confiar en que ese alfa tonto te cuida. ¿Cómo está, por cierto?

Suspiró, sin saber muy bien qué responder. Louis estaba bien, pero no lo estaba, al mismo tiempo. Estaba preocupado, nervioso, temeroso. Sintió todo apenas puso un pie en el departamento. Lo había seguido a la cocina y, estaba tan ensimismado, que ni siquiera se dio cuenta. Apoyó las manos sobre la meseta, como si cargara el mundo entero sobre sus hombros y entonces supo que algo grave había sucedido.

- Dejó la editorial. Está preocupado porque tomó la decisión solo, sin Zayn. Y por lo que eso va a significar en... pues en los planes que teníamos, en nuestras vidas. De los cuatro. Tenemos ahorros, pero no tengo claro si podremos seguir viviendo aquí o si, no lo sé, tal vez nos tengamos que mudar. Seguir estudiando, por ahora, creo que queda en pausa. Al menos hasta que resolvamos... otras cosas. - No siguió, aun seguía procesando la noticia.

No Lie In His FireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora