Sus botas se hundían en la nieve y el frío le calaba a través de la ropa. Tal vez caminar a casa desde la estación del tren, había sido un error. No, definitivamente, había sido un error. Pero era un romántico crónico, quería darle una sorpresa a su madre y no quiso gastar en un taxi con tarifas elevadísimas por ser Navidad. Le parecía emocionante llegar algunas horas antes de lo previsto, sin avisar. Podía imaginar el gesto confundido de Emmy, su sonrisa, el abrazo tibio y los besos regados por sus mejillas, mientras fingía reprenderlo. Finalmente, volvía a casa después de más de seis meses. Era el periodo más largo que había pasado lejos desde que se había mudado a Londres. En los primeros años de universidad, pudo darse el lujo de visitar a Emmy cada dos o tres meses. Sin embargo, cuando tomó el trabajo como auxiliar en la galería, los fines de semana largos en casa se habían terminado.
Consiguió el puesto gracias a Zayn, su mejor amigo. Él se había graduado el año anterior y uno de sus profesores, socio de la galería, le había ofrecido un trabajo aburrido que, más que nada, le estaba dejando experiencia y contactos. Su responsabilidad, era la logística de las exposiciones y eventos. Justo antes de una exposición fotográfica importante, el pasante que era auxiliar de Zayn había renunciado. En pánico, le pidió ayuda el fin de semana de la inauguración. Lo que comenzó como un trabajo temporal, se convirtió en uno fijo y, de momento, se vio cancelando su próxima visita a Doncaster. Y las siguientes.
Era una cosa por otra, al final. Aunque Emmy le había dicho muchas veces que no era necesario, su sueldo aligeraba las cosas en casa. Tal vez no era mucho, pero al menos cubría los libros de la escuela y el súper cada semana. Sabía muy bien que su mamá se había esforzado cada día por abrirle las puertas que a ella se le cerraron cuando quedó embarazada siendo adolescente.
Nunca le hizo pensar que había sido un "sacrificio", no lo hizo sentir culpable, ni en deuda con ella. Cuando fue lo suficientemente maduro para entender, fue muy clara al explicarle que la decisión de continuar embarazada y de criarlo, fue suya y de nadie más. Incluso, si le había costado algunos años alejada de los abuelos y muchas cejas levantadas en los últimos meses antes de salir del colegio. Con un sobre con dinero para sobrevivir los primeros meses como único apoyo de sus padres y sin posibilidades de iniciar la universidad con Louis siendo un bebé, tuvo que dejar sus planes a un lado y hacerse responsable de la decisión que había tomado.
Era una niña criando a un bebé, en un departamento minúsculo, en el piso de arriba de la cafetería en la que trabajaba. Los primeros años, fueron solamente ellos dos. Ocasionalmente, algunos de los pocos amigos del colegio que no le dieron la espalda y se mantuvieron a su lado. Y, aunque para él era la adulta con todas las respuestas, la realidad es que no puede ni imaginar lo que sintió Emmy al celebrar su cumpleaños 18 con un par de amigos y un bebé de dos años en un McDonalds. Siempre había admirado y agradecido la capacidad y madurez que tuvo su mamá para darle una infancia feliz, a pesar de todas las complicaciones a las que, seguramente, se enfrentó siendo una omega joven, sin alfa, sin una marca y con un hijo.
Eventualmente, los abuelos quisieron conocerlo y comenzaron a visitarles de vez en cuando. Aunque apenas era un niño, se dio cuenta que su mamá no sonreía tanto cuando estaban con los abuelos, que se mordía las uñas mientras iban en el autobús a visitarles, que, al regresar a casa, lo abrazaba con la nariz en su cuello, oliéndolo, agotada. A pesar de habérselo pedido varias veces, su madre jamás aceptó volver a casa de sus padres. Después de algunos meses y algunas disculpas, los abuelos la convencieron, al menos, de cuidar de Louis por las tardes en la semana, mientras ella conseguía un certificado como asistente dental. Eventualmente, le cuidaban también las pocas horas al salir de clases antes de que Emmy saliera de trabajar. Después de un par de trabajos terribles y jefes explotadores, comenzó a trabajar en una clínica dental en donde, incluso, le habían permitido llevar a Louis algunas tardes.
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No Lie In His Fire
Hayran KurguLouis no esperaba que esa fuera la última vez que pudiera volver a casa. Pero ¿qué otra opción le quedaba? No podía estar bajo el mismo techo que Harry. Nunca. Con el fuego quemándole por dentro, se despidió por primera vez de ese omega a quien le p...