Le dolía todo, pero era el tipo de dolor que le gustaba. Estaba sentado en en centro del nido, con Louis a su espalda masajeando su cuero cabelludo con la mezcla de aceites que Zayn le había regalado. En seguida, comenzó a trenzar su cabello con manos expertas. Después de meses perfeccionándolo, podía lograr una trenza de principio a fin con los ojos cerrados. Él disfrutaba muchísimo los toques suaves, los mimos, las caricias en lo hombros y el beso que solía dejar su alfa en la base de su cuello al terminar.
- Listo, amor. ¿Necesitas agua? ¿Algo de comer?
- No, alfa.
- ¿Estás seguro? No se cuánto más...
- Tenemos todo, estamos bien. ¿Por qué estás tan nervioso? - Louis no contestó, sólo se pegó a su espalda y se acurrucó en su hombro. No le estaba gustando no poder ver sus ojos cuando algo le estaba molestando. - Lou...
- Lo has hecho muy bien, pequeño. Pero no sé si... - Suspiró profundamente, olisqueándolo y dejando un besito en su cuello. - Cuando llegue mi celo, bueno, no sé si yo, no sé si podamos... ¿podríamos...?
- No, shhh, alfa, ven aquí. - Lo interrumpió, soltándose de su abrazo y girándose, hasta quedar frente a él. Louis estaba intentando sonreír, pero estaba avergonzado y tenso. - ¿Qué es lo que te preocupa?
- Mhhhm... - El alfa pareció derretirse contra sus manos al sostenerlo por la mandíbula. Aprovechó que había cerrado los ojos, para presionar sus labios suavemente en cada párpado. Cuando los abrió, pudo notar la dualidad entre el amor y las primeras chispas de su celo. - Yo no sé si soy capaz de continuar con... con el ejercicio de salir y convivir cuando mi cabeza esté en, bueno...
- ¿Es algo que tú quieres intentar?
- Sé que es importante para ti, pequeño.
- No pregunté eso, ¿tú quieres hacerlo? - Un pequeño surco dividió sus cejas y negó en silencio. - Entonces, déjalo ir.
- Pero tú... creo que podría intentarlo.
- Louis, tal vez tú no recuerdas en qué te conviertes, pero yo sí.
- Puedo imaginarme que...
- No, no puedes. Eres el alfa más gruñón. Gruñes por todo, me muerdes dormido si me separo un milímetro de donde me quieres. - Louis se escondió en su cuello, murmurando "lo siento". - No me estoy quejando, es como si no pudieras quitarme las manos de encima y a veces estoy convencido de que lees mi mente, porque pareciera que te adelantaras a cada cosa que se me ocurre que... - Se mordió el labio y buscó sus ojos de nuevo. - El mejor alfa, Lou. Eso eres, justo el alfa que necesito, porque puedo cerrar los ojos y dejarme ir, sabiendo que estás a cargo, que no existe lugar más seguro que a tu lado.
- Te amo. - Las mejillas de Louis se encendieron, incluso por encima del sonrojo habitual del celo.
- Y yo te amo. Dicho esto, ni por un segundo consideré que, una vez que comenzara tu celo, me ibas a dejar poner un pie fuera del nido. Así que, por favor, déjalo ir.
Lo convenció de recostarse un momento, sólo después de revisar que el aparato neutralizador de olores que habían colocado en el pasillo, estuviera encendido, que las ventanas estuvieran cerradas y que la puerta tuviera el seguro puesto. Era la segunda vez que revisaba todo minuciosamente en la última hora. Nada fuera de lo común. Había aprendido a identificar las señales de que el celo de su alfa estaba cerca: su aroma era la primera, por supuesto. Luego estaba la "paranoia", que era la más evidente, pero también se le hacía más ronca la voz y soltaba gruñidos ocasionales. Después, parecía comenzar a desarrollar una adicción mal sana por su cuello, oliéndolo, lamiéndolo, raspando sus dientes. Por último y la señal más obvia de todas, era la desesperación por llevárselo a la boca, comérselo de alguna forma. Cada. Puta. Vez.
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No Lie In His Fire
Hayran KurguLouis no esperaba que esa fuera la última vez que pudiera volver a casa. Pero ¿qué otra opción le quedaba? No podía estar bajo el mismo techo que Harry. Nunca. Con el fuego quemándole por dentro, se despidió por primera vez de ese omega a quien le p...