Capítulo 34

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El marido de mi hermana. 

Capítulo 34... 

Ese tenemos que hablar me quedó resonando en la cabeza, tenía infinidad de preguntas que no tendrían una respuesta hasta que no habláramos.  Odiaba sentirme así, perdida. No me quedaba más remedio que esperar. 

Esa misma semana recibí una llamada de él, estaba tan frío que por poco me congela. Mis pensamientos; algo pasó. 

—Sí.

—¿Tienes planes para el viernes? 

—El viernes —repetí—. No. 

—Perfecto. El viernes nos vemos, yo te envío un mensaje con la dirección del lugar donde te recojo. 

—Está bien… —susurré.

Luego escuché el pitido de la llamada al colgar. Me quedé mirando a un punto fijo durante unos segundos mientras pensé; qué carajos fue eso. Me senté en mi escritorio y de repente caí en cuenta. Ese viernes era 31 de diciembre. Pero luego pensé; no tiene nada de malo, nos veremos en algún momento del día. De todas formas ya estaba pensando en la excusa perfecta para no pasar con ellos, supuestamente me iba con la familia de Josh, le advertí a mamá con suficiente tiempo para que no hicieran planes conmigo. Se puso triste según ella porque no íbamos a pasar en familia, además de que mi “novio” le había caído muy bien. Luego finalizó diciendo que era bueno compartir con la familia de él, por poco se me sale una mueca, solo sonreí. 

Viernes…

El 31 de diciembre llegó. El aire estaba frío y la ciudad estaba cubierta por una ligera capa de nieve que hacía crujir las suelas de los zapatos con cada paso. Una sensación tranquilizadora para mí. 

En la mañana recibí un mensaje de él. 

¿Sabes dónde queda Studio Tattoo? Está en Manhattan. 

Por un microsegundo se me detuvo el corazón. Por supuesto que conocía ese lugar.

¿Por qué? 

Fue lo único que se me ocurrió preguntarle. 

Una calle más adelante hay un pequeño parque, quiero que nos veamos ahí. 

Seguido de eso me envió la ubicación del lugar. Me quedé mirando la pantalla, era demasiado intrigante o yo estaba llendo muy lejos, tal vez solo era casualidad. Ese parque me traía recuerdos. 

Empecé a buscar que ponerme, después de tanto pensar elegí un abrigo de lana azul marino que hacía juego con mis ojos, un gorro de punto del mismo color que cubría mi cabello. Mis guantes eran de lana gris y una bufanda blanca. 

 Debajo del abrigo llevaba un suéter de cachemira color crema. Mis jeans ajustados oscuros, elegí  unas botas de cuero marrón que llegaban hasta justo por debajo de mis rodillas, perfectas para mantenerme abrigada mientras caminaba  por las calles frías de la ciudad.

Le pedí al taxi que me dejara justo frente al salón de tatuajes. Miré el letrero, seguía tal cual lo recordaba, sonreí al recordar esos locos momentos. Caminé hasta el parque sintiendo el frío en cada paso que daba. Ya no sentía la nariz del frío que hacía, pero me encantaba esa sensación del viento acariciando mi rostro, como si el viento helado me susurrara secretos del invierno. Siempre había amado el frío, la manera en que el aire fresco me hacía sentir viva. El parque estaba casi vacío, excepto por unas pocas personas paseando a sus perros y algunas parejas caminando de la mano. Las hojas secas crujían bajo mis botas mientras avanzaba hacia el banco.  Mientras esperaba a Alan mis pensamientos no paraban entre el presente y el pasado, entre lo que era y lo que podría ser. Miré hacia el cielo; las nubes grises se arremolinaban suavemente calmando mis pensamientos caóticos. 

©EL MARIDO DE MI HERMANA. lDonde viven las historias. Descúbrelo ahora