El marido de mi hermana.
Capítulo 30.
Narra Alan.
Me casé con Vanessa porque creí que estaba enamorado y quería formar un futuro con ella. Y digo creí porque ya no estaba seguro si de verdad había hecho lo correcto y si lo que sentía era amor verdadero. Al principio todo fue bonito, quise apostar por el amor aún sabiendo que éramos polos muy opuestos con gustos tan diferentes, valía la pena intentarlo.
Recuerdo cuando me presentó a su familia, mi primera impresión al ver a Alexia fue pensar; nos hemos visto antes. Sentía esa extraña sensación, pero ella me dijo que tal vez la confundí. Me pareció una chica muy guapa. Con el paso del tiempo pude darme cuenta que lo único en común que tenían eran sus padres ya que eran totalmente diferentes.
Recuerdo el primer intento fallido de acercamiento que tuve con Alexia, esa noche fui a un club con un amigo; él era dueño de un salón de tatuajes. Estaba a un mes de casarme con Vanessa. Salía del baño cuando escuché una voz que se me hizo muy conocida, sin dudarlo me acerqué y oh sorpresa, era un tipo que se quería pasar de listo con ella, sin dudarlo la defendí. Al parecer se le habían pasado un poco las copas, ese imbécil quiso sacar provecho. Pensé en avisarle a Vanessa, pero ella se negó dejándolo demasiado claro, recuerdo perfectamente lo que me respondió;
—Eres una chica de carácter fuerte —sonreí—. Podría ganar puntos contigo si guardo el secreto.
Soltó una risita endiablada.
—Conmigo no tienes que ganar puntos, eso hazlo con mis padres. Solo digo que no tienes derecho a hablar sobre algo que no te incumbe.
Pasó por mi lado, negué con una sonrisa, yo solo intentaba acercarme para entablar una buena relación, eso me confirmó que no era fácil llegar a ella y eso me gustó en el buen sentido. Pero ese día pasó algo muy curioso, en un momento hicimos conexión visual y por alguna extraña razón volví a sentir que ya había visto esos ojos antes, sacudí la cabeza porque por más que intentaba no lograba saber si era real o no. Esa fue la primera vez que le oculté algo a Vanessa. A petición de Ale guardé su secreto. Pensé que era un pequeño paso; un secreto en común. Esa noche también me dijo que tenía novio, me sorprendió un poco y aunque quería preguntar muchas cosas más me contuve para no quedar como entrometido.
Al principio de mi relación con Vanessa todo fue bonito, sabía la importancia que le daba al trabajo, pero siempre buscaba la manera de que pudiéramos compartir, admiré mucho la pasión que demostraba por lo que le gustaba, porque yo también le ponía pasión y empeño a mi trabajo. Así que decidí arriesgarme a dar ese siguiente paso, unir nuestras vidas y empezar a construir un futuro juntos. Tuve que cambiar algunas cosas de mí porque a ella no le gustaban, así que siempre traté de buscar un equilibrio, ella también intentó participar en cosas que me gustaban, pero definitivamente sus gustos y los míos no pudieron ponerse de acuerdo.
Dejé de insistir en salir juntos a correr o ir al gimnasio, y hacer ciertas cosas que definitivamente me quedó claro que no intentaría. Jamás se me pasó por la cabeza proponerle que nos hiciéramos un tatuaje juntos aunque fuera simbólico porque sabía que a ella no le gustaban esas cosas. Al principio lo hacía por gusto, pero después parecía que lo hacía por deber, así que ahí se fueron enfriando un poco las cosas; ya saben a qué me refiero. Siempre era yo el que demostraba interés y siempre ella estaba cansada.
Entonces pensé; no todo tiene que ser sexo, había otras maneras de pasar tiempo juntos, busqué otras maneras de poder compartir. Cuando llegábamos del trabajo le proponía cocinar juntos, pero siempre me decía; que pereza, pidamos algo, estoy cansada o tengo que adelantar algo. Le proponía salir y la respuesta siempre era; hoy no quiero salir, quedémonos aquí.
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©EL MARIDO DE MI HERMANA. l
RomanceEL MARIDO DE MI HERMANA. Sinopsis. Dicen que hay amores que están predestinados a estar juntos sin importar el tiempo o las circunstancias. Yo siempre soñé con tener un amor bonito, de esos que llenan todas tus expectativas, de esos que salen en las...