Advertencia capítulo con alto contenido🔞 recomendacion leerlo con esta canción de fondo: Shut Up and Listen
EL MARIDO DE MI HERMANA.
CAPÍTULO 29...
Giré sobre mi propio eje dispuesta a salir de la cocina cuando sentí su mano caliente en mi muñeca halándome hacia él, me rodeó por la cintura con sus brazos y justo en ese momento él se aferró a mis labios dejándome sin aliento, ni palabras, un beso que nos terminó de condenar a ambos. Ya no podía controlarme más, todas las barreras desaparecieron en el momento en que rodeé su cuello tímidamente con mis brazos. Alan reafirmó más el agarre impaciente y reclamó mis labios. Nos besamos apasionadamente, hambrientos. Soltó mis labios, nuestras narices se tocaron, acarició suavemente mi rostro, sus dedos fuertes presionaron mi barbilla, lamió mis labios deslizando su lengua entre ellos.
Joder, eso fue Demasiado sexy. Apreté los muslos y sentí un calor que empezaba a acumularse en mi abdomen, estaba ardiendo, anhelaba su toque. Su beso se convirtió en exigente y hambriento, sentí su lengua húmeda y el calor de su piel. Luego se movió hacia abajo mordiendo la suave piel de mi cuello chupando con fuerza y dejando pequeñas marcas rojas, un gemido se escapó de mis labios volviéndolo loco. Sus dedos se clavaron en la piel de mi espalda presionándome contra su pecho, sus labios más ardientes que cualquier fuego quemaban mi cuello, sus manos recorrían descaradamente mi cuerpo por encima de la camisa. Su lengua descarada volvió a tocar la punta de la mía, le respondí con la misma intensidad, haciéndolo más profundo, más caliente, lleno de deseo. Esa vez yo no lo estaba imaginando, era real. Olvidé como respirar correctamente. Mis palmas temblorosas exploraban su musculosa figura, sentí la rigidez de los músculos de su espalda bajo mis dedos.
Se alejó solo lo suficiente para mirarme, respiraba con dificultad. Una voz baja y ligeramente ronca hizo que mis rodillas temblaran de deseo.
-Aún puedes detenerme.
Levanté la mirada hundiéndome en la profundidad de sus ojos que ardían por el deseo.
-Puedo detenerte -repetí sus mismas palabras-, tú... También podrías hacerlo.
-Precisamente, podría, pero no quiero. Por esa razón te digo que si quieres detenerme puedes hacerlo, estás a tiempo.
Lo miré a los ojos y dije con seguridad.
-Soy muy consciente de que esto está muy mal, lo tengo muy claro. Tengo el poder de detenerte, pero no quiero hacerlo porque a pesar de saber que esto no es correcto las jodidas ganas que te tengo me hacen actuar con el corazón y no con la razón.
Si iba a arder en el puto infierno que fuera por una buena razón. Que se joda el puto mundo, ya no quería contenerme. Me aferré a sus labios con más intensidad porque yo tampoco me detendría. La lujuria brilló en sus ojos, de repente su brazo rodeó mi cintura y tiró de mis caderas hacia las suyas, sus labios se apretaron en mi cuello, el ardiente deseo que lo poseía parecía fuera de control. Me miró unos segundos, los segundos más largos de mi vida. Su mano acarició mi mejilla, mis labios temblaron, rodeé su cuello con mis brazos tirando de él contra mí, estábamos tan cerca, su olor era más embriagador que el de cualquier alcohol, más adictivo que una droga; dulce, fresco, con un toque ácido. Era un aroma cálido y sensual con matices de pino fresco que invadía mis sentidos.
Sus manos se deslizaron agonizantemente sexy por mis mejillas, sus dedos ásperos por mi cabello, toda mi piel se cubrió por piel de gallina, se detuvo un momento en mi clavícula, luego acarició la piel de mi cuello, estaba soñando, tenía que ser un hermoso sueño. Sonriendo tímidamente rodeé con mis dedos el dorso de su palma levantando su mano hacia mi cuello; lo rodeó al tiempo que con dos de sus dedos trazó unas líneas subió y bajó, las rodillas se me doblaron. Ese collar me quedaba perfecto. A la medida.
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©EL MARIDO DE MI HERMANA. l
RomanceEL MARIDO DE MI HERMANA. Sinopsis. Dicen que hay amores que están predestinados a estar juntos sin importar el tiempo o las circunstancias. Yo siempre soñé con tener un amor bonito, de esos que llenan todas tus expectativas, de esos que salen en las...