capítulo 22.

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EL MARIDO DE MI HERMANA.

Capítulo 22.

Llegamos a  Jean-Georges. Era  un restaurante de alta cocina ubicado en Manhattan, su decoración  elegante y contemporánea, además de la experiencia gastronómica y única que combinaba  la cocina francesa con influencias asiáticas. Sus grandes ventanales ofrecían una vista panorámica del parque Central Park iluminado por las luces de la ciudad. Todo parecía perfecto, aunque yo seguía sintiendo que había algo más.

—Chispita, necesito hablarte de algo importante.

Moví la cabeza en un gesto de aprobación.

»Recientemente, fui contactado por una prestigiosa universidad que me ofreció una excelente oportunidad de trabajo…

Una sonrisa se dibujó en mis labios.

—Eso es perfecto, ¿por eso la cena, para festejar? Me da mucho gusto por ti.

Al ver su gesto serio mi sonrisa desapareció. Los ojos de Luca reflejaban una seguridad que nunca antes le había visto, lo que me hizo sentir  preocupación.

—¿Hay un, pero, verdad? —Suspiré esperando la respuesta mientras observaba su rostro en busca de alguna señal.

—Es un paso significativo en mi carrera y creo que podría ser una gran oportunidad para mí en muchos aspectos. Sin embargo, también significa que tendré que mudarme y estar lejos de Manhattan durante un tiempo.

Aspiré bruscamente mordiéndome el labio en el proceso. Un nudo se formó en mi estómago y comenzó a subir por mi pecho quemándome por dentro. Luca cubrió mis manos con las suyas, las acarició con tanta devoción que definitivamente comenzaba a sonar a  despedida. Cuando levanté la vista me encontré con los ojos de Luca cristalizados. Dejó escapar un suspiro y continuó.

»Aceptar esta oportunidad en Chicago también me brinda la oportunidad de poner distancia entre nosotros…

Apreté sus manos en respuesta, yo también había contemplado esa opción.  Sin embargo, la posibilidad de que nuestros pensamientos se hicieran realidad me abrumaba. No sabía cómo enfrentar lo que podría venir.

Alejé mis manos  al igual que la mirada; si lo seguía mirando terminaría llorando y eso no era justo con él. Intenté esbozar una sonrisa, pero mis labios temblaron. Lo miré fijamente y susurré con un nudo en la garganta:

—Es una gran oportunidad para ti. De verdad… me da mucho gusto. Te lo mereces... —Un par de lágrimas me traicionaron escapándose de mis ojos. Al  instante intenté limpiarlas, pero más salían revelando la mezcla de emociones que luchaban dentro de mí.

Luca arrastró la silla y pasó su brazo tras mis hombros acercándome a él. En ese momento él tampoco pudo articular palabras. Sentí el latido frenético de su corazón contra mi pecho mientras me abrazaba con tanta fuerza que parecía querer fundirse conmigo. Pasó saliva con fuerza dejando escapar un suspiro y luego dejó un beso tierno en mi cabeza.

—Chispita —dijo con voz ronca por las lágrimas acumuladas en su garganta—, lo pensé mucho y es lo mejor. Creo que este tiempo separados nos ayudará a ambos a evaluar nuestras emociones y necesidades individuales, a tomar decisiones más claras sobre nuestro futuro… Quiero que sepas que mi amor y respeto por ti no han cambiado, pero siento que en este momento esta distancia es necesaria para ambos.

Cómo iba a objetar algo si estaba en lo correcto. Lo mejor era alejarnos; lo que menos quería  era lastimarlo. Aunque me dolía aceptarlo, entendía la lógica de sus palabras. Esta pausa podría ser sanadora, una oportunidad para  que  él pudiera encontrar a alguien que si mereciera su amor  y quizás en el futuro, volver a encontrarnos de una manera distinta, que pueda mirarme y decirme ya te olvidé, estoy con alguien más.

©EL MARIDO DE MI HERMANA. lDonde viven las historias. Descúbrelo ahora