El marido de mi hermana.
Capítulo 18...
Esas palabras golpearon a Alexia como una ola enorme, se congeló mientras instintivamente dijo su nombre.
—Luca…
En sus oídos retumbaba; porque te amo. Sí, estaba muy ebria, pero esas palabras se le clavaron en la cabeza y el corazón. Cuando volvió a sentir las piernas salió corriendo y se encerró en el baño. Se deslizó por la puerta, levantó las rodillas y las abrazó enterrando la cabeza en ellas. Lo único que hacía era llorar y ni siquiera ella sabía porque lloraba como lo hacía. O tal vez sí sabía la respuesta, por esa razón le estaba doliendo tanto.
Por otro lado Luca seguía de pie en medio de la sala, suspiró convulsivamente, al fin lo dijo, era como quitarse una carga de los hombros. Luca tenía muy claro que el perdedor de ese juego era él. Sabía que la razón por la cuál Alexia se había puesto mal tantas veces era un hombre, aunque no sabía quién era. Luca se dobló sobre sí mismo y dejó que las lágrimas siguieran el recorrido. Sollozó solo para él; espero que mañana no lo recuerdes.
Alexia se cubrió la boca con su palma intentando contener los sollozos, tenía una revolución en el estómago. Se hacía la misma pregunta; por qué el destino era tan cruel, sintió repulsión, lo que más temía era lastimarlo y ella sabía que involuntariamente ya lo había hecho. Él saldría lastimado y eso la estaba matando.
Empezó a hacer arcadas, de alguna manera tenía que salir el nudo que tenía en el estómago, devolvió todo lo que se había tomado, deseaba que de esa manera también pudiera sacar todo lo que sentía por el marido de su hermana. Sentía que el pecho se le iba a abrir en pedazos y era horrible, lo sujetó con fuerza a ver si de esa manera no dolía. Todo volvió a dar vueltas, no podía ni ponerse en pie. Como pudo, arrastrándose llegó hasta la ducha, abrió el grifo a todo lo que daba dejando que la mojara el agua fría.
Luca se recargó en la puerta del baño desde que la escuchó vomitar, permaneció con los ojos cerrados escuchando los sollozos de Alexia. Alexia se quedó tumbada sobre la losa fría del baño mientras el agua seguía cayendo sobre su espalda, ya ni siquiera podía abrir los ojos; estaban hinchados y rojos de tanto llorar.
Luca se quitó los zapatos y empezó a empujar la puerta cada vez con más fuerza hasta que la abrió. Sin siquiera dudarlo entró a la ducha y la tomó de los brazos intentando levantarla, Alexia parecía una muñeca, no se resistía. Luca empezó a retirarle todo el cabello que traía en el rostro, por un momento sonrió al verla, parecía un mapache con todo el rímel regado. Alexia intentó abrir los ojos, pero no podía ni con los párpados.
—Pe-pe-perdón —susurró en un pequeño hilo de voz.
Estaba muy borracha, pero su subconsciente se disculpaba con él por todo lo que tenía que hacer por ella. Alexia se apretó con fuerza contra él aferrándose a su salvavidas, Luca no podía soportar el torrente de emociones y la abrazó con todas sus fuerzas. Acarició su cabello y la acunó en sus brazos. Empezó a susurrarle con cariño aunque sabía que ella no iba a escucharlo.
—Mi chispita, perdóname por sumarle una carga más a la que ya tenías encima, perdón por decirte de esa manera lo que siento, mi intención no es lastimarte, cada lágrima que sale de esos bellos ojos me duele, me duele saber que algún imbécil que no te merece las provoca. No sé por quién lloras, pero si te hace llorar es una basura que no vale la pena.
La apretó con más fuerza y exhaló convulsivamente.
»Cómo no enamorarse de ti si eres imperfectamente perfecta.
Luca empezó a limpiarle el rostro, cerró el grifo, le quitó los tacones y se levantó con ella en brazos para luego quitarle el vestido que estaba empapado. La llevó hasta su cama, le secó el cabello y le puso algo de ropa; un conjunto deportivo. Como ya la conocía y sabía en lo que terminaba cuando tomaba de más, decidió tener ropa de repuesto para ella. Alexia tardó unos minutos en dormirse, dejar de moverse y balbucear cosas que no se le entendían. La cubrió con el edredón y dejó un beso en la comisura de sus labios. Se cambió de ropa y se tumbó junto a ella, se quedó mirándola. A pesar de todo no se arrepentía de cada locura que hicieron juntos, lo volvería a hacer una y muchas veces; ese fue su último pensamiento antes de que lo venciera el sueño.
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©EL MARIDO DE MI HERMANA. l
RomanceEL MARIDO DE MI HERMANA. Sinopsis. Dicen que hay amores que están predestinados a estar juntos sin importar el tiempo o las circunstancias. Yo siempre soñé con tener un amor bonito, de esos que llenan todas tus expectativas, de esos que salen en las...