Capítulo 31

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EL MARIDO DE MI HERMANA.

Capítulo 31...

Me desperté, pero no abrí los ojos. Definitivamente sentía que me dolía todo, pero valió mucho la pena. Después de aquella noche; de habernos besado hasta la sombra no sabía cómo iba a mirarlo a los ojos, ¿qué se suponía que seguía después? Tenía miles de preguntas tan caóticas en ese momento que no podía pensar con claridad. ¿Que significaba para él? Un error, un momento de debilidad, un momento de caletura, solo sexo… no, eso no fue sexo. Un montón de emociones negativas se agolpaban en mi pecho.

Por un momento incluso tuve miedo de abrir los ojos, no, no era arrepentimiento, en ese momento tenía una mezcla de emociones encima, pero ninguno que fuera de arrepentimiento. No iba a tirar la piedra para luego esconder la mano. Así que tenía que afrontar las consecuencias de mis decisiones.

No estaba equivocada, sentí el peso de su mirada sobre mí, cuando abrí los ojos me encontré con los suyos.

—Buenos días —susurró.

Automáticamente sentí las mejillas arder. ¿Por qué sentía vergüenza si ya me había  tocado hasta lo que no tenía? Incluso me acarició los órganos. Sonreí por mis estúpidos pensamientos.

—Buenos días —respondí más estúpida que antes, porque si antes me entraba estupidez en ese momento estaba borracha y no precisamente por el licor.

Hubo un silencio, pero no era incómodo, era  como si ninguno de los dos quisera o supiera como romperlo, ¿qué seguía luego? Aspiré con fuerza, fui la primera en romperlo, aunque me daba miedo escuchar la respuesta.

—¿Te arrepientes? —inquirí mirándolo a los ojos, fue lo único que se me ocurrió preguntar. 

Se reacomodó para mirarme, sin siquiera pensar respondió.

—No.

Su respuesta me tomó por sorpresa, sentí un fresquito que no sabía cómo explicar.

»¿Y tú? —preguntó sin dejar de mirarme.

Sonreí y con gran seguridad respondí.

—No.

Sonrió, puso los brazos tras su cabeza y aspiró con fuerza mirando al techo.

—Una vez que hayas tomado  una decisión, ten los huevos para enfrentar las consecuencias, ya sean positivas o negativas —soltó de repente—. Yo tomé la decisión de serle infiel a Vanessa desde el día que decidí mirarte detenidamente mientras te cambiabas de ropa, incluso desde mucho antes.

Sonrió. Me senté de golpe, la expresión de sorpresa era evidente. Entonces mi interior empezó a sonar; Aaaaaaaaah gritos internos.

»Justo en ese momento ya había empezado a ser infiel. En vez de devolverme me quedé observándote y repetí; se ve hermosa. Admiré tu cuerpo determinante, incluso pensé; quiero ser tinta para marcar su piel.  Empecé a ser infiel desde el día en que esos ojos azules me cautivaron tanto, al punto de querer descubrir todos sus secretos; quería perderme en ellos. Desde ese momento el azul se volvió mi color favorito.  Empecé a ser infiel desde el momento en que quise invitarte a desayunar porque tenía curiosidad de conocerte y saber más de ti, todo. Incluso mucho antes de eso ya había empezado a ser infiel, cada vez que te veía a los ojos y por alguna razón causabas una curiosidad en mí.  Tus gestos, tus reacciones, tu sonrisa endiablada, tus mejillas sonrojadas, tus cambios repentinos, tus labios y esa costumbre que tienes de morderlos, tu sarcasmo, tu veneno. Esa manera tuya de ser me causaba una gran intriga, tu autenticidad. Empecé a ser infiel desde que te metiste en mi cabeza  provocando pensamientos no aptos.  Uno empieza a ser infiel mucho antes de consumarlo.

©EL MARIDO DE MI HERMANA. lDonde viven las historias. Descúbrelo ahora