Capítulo 26 ♤ Noche de billar

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Su sonrisa era el tornado que desordenaba sus emociones, lo peor es que esas sonrisas no eran para él, y esas miradas no le pertenecían, lo peor es que él se quemaba por dentro mientras que el otro ni siquiera lo notaba.

-Anthony, ¿me oíste?

Lo peor es que tenía que mirarlo a la distancia

Él era el condenado.

-Lo siento señor, ¿qué me decía?

-Un buen vino, es a lo que me refiero cuando te digo que debemos cerrar un trato, a Carlos le gusta beber un buen vino cuando firmamos algún contrato, es algo que puedes implementar, debes de tener tu propia marca- "marca" eso le traía viejos recuerdos que le robaban una sonrisa nostálgica.

-Yo soy más fan de lo informal- respondió girandose hacia él con la copa de vino en su mano izquierda -un buen juego de golf y un almuerzo en el club

Quintana comenzó a reír burlándose junto con él de esa forma de hacer tratos, la juventud de ahora.

-Este sí es un hombre de negocios

Y mientras Crowley se alejaba, Aziraphale volteaba para verlo marcharse, sus palabras resonaban en su mente, ¿qué quería decir? ¿A qué se refería?

-¿Has logrado hablar con Gabriel?

-No, no responde mis llamadas, más tarde llamaré a Muriel para ver si sabe algo de él- responde a la pregunta de Roman.

-Ya estoy desesperado, necesito que algo interesante pase ¿Vamos a cazar?

-Es una reserva natural Roman, no creo que haya un lugar

Roman se encogió de hombros. -Mmm, no sé, tal vez si preguntamos- poco a poco se fue alejando de Aziraphale, sus pasos eran lentos y sigilosos, como si no quisiera que Azira se diera cuenta de que se estaba alejando, y para cuando lo notó ya estaba dos metros lejos de él y cinco pasos más cerca de donde Crowley y su jefe estaban.

-Roman, vuelve aquí- quiso detenerlo, pero claramente no lo lograría.

Desde su lugar vio a Roman llegar y presentarse a sí mismo con el dueño del lugar, no necesitó de ningún esfuerzo, él era carismático por naturaleza, en cuestión de segundos ya estaba riendo con el gran jefe y Crowley había pasado a tercer plano.

Para el medio día Roman había conseguido un día de caza bastante prometedor. Iban a mitad de la selva con el sonido lejano de las carcajadas y pláticas entre Quintana y Roman, Aziraphale y Crowley apenas y podían seguirles el paso, ese par se acababa de conocer y ya parecían íntimos, mientras tanto el otro par compartía un silencio incómodo donde solo se oían los sonidos de la selva, el aullido de los monos, el canto de los pájaros, el sonido de sus pisadas sobre las hojas secas...

-No entiendo cómo te gusta este lugar- mencionó Aziraphale después de un largo rato de solo silencio. -Hace calor, estás todo pegajoso, siempre sudando

Crowley volteó a verlo con una sonrisa burlona, se complacía de ver a Aziraphale sufriendo, era tierno.

-Es un lugar tropical, Aziraphale, no estás acostumbrado, yo llevo aquí once años, y te puedo decir que ya no aguanto el frío el Londres

-¿Y te gusta?- Aziraphale se oía sofocado, jadeaba cada que hablaba.

-Sí, es muy tranquilo, bastante bonito, la gente es amable

-Ya lo creo

El silencio se volvió a prolongar, ambos querían decir algo, pero la herida del rencor estaba tan fresca que decir algo sería volver a lastimarse.

Obsesión y Lujuria {AziraCrow}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora