Pasó un mes entre entrenamiento, deberes de amo de casa y vida en pareja. Ronnie realmente se estaba esforzando pero cada vez se sentía más cansado. Despues de despedia a Luke por las mañanas, limpiaba toda la casa, salia a la plaza cercana para que la camioneta pasara a buscarlos para llevarlos al gimnacio de mala muerte, donde en entrenador les gritaba las dos horas en las cuales hacian distintas rutinas para formar musculos. La mejor pare era llegar a casa donde podía ducharse, agarrar la ropa de Luke y se acorse con ella, hasta que despertaba y tenía que ordenar la ropa de su alfa nuevamente para que no se diera cuenta que la había una o dos prendas que amaba y podía soltar, las escondía bajo la cama para que el alfa no se diera cuenta, juntos con los suplementos, la ropa de deporte. No era muy dificil no contarle al alfa, ya que solía llegar muy cansado por el trabajo.
En esos días había aumentado conciderablemente la cantidad que comida que ingería, pero el pelinegro parecía no notarlo, era un alivio, sin embargo... Le hacia preguntarse, si se preocupaba por él...
Después de aquella primera semana, de la cual había hecho el negocio, por fin tomo el suficiente valor para preguntarle a Luke, quien lucía más tranquilo. En esa noche se sorprendió al enterarse que se habían retirado la demanda. Fue una mezcla agridulce entre shock y a la vez lo emoción, el entrenador había cumplido su palabra. Entonces tenía que cumplir la suya.
El entrenamiento era duro y riguroso, aunque se sentía bien, tambien era cansador, la rutina, la comida que debía comer, las cenas que tenia que rechazar con Luke, ya que no podía comer mucho o estaba demaciado cansado. Sin embargo, ain así tenían sus citas perfectas. Las palomitas eran sus favoritas con peliculas de disney o cuando Luke leía para él. Cada día aprendía más las silabas, la formas de las letras e incluso las pausas que se hacían. El pelinegro era muy paciente con él, amable, su libro favorito era de un cuento que se llamaba "cinco ranas". Los dibujos con el dialogo era simplemente facinantes.
Todo comenzó a complicarse cuando no pudo levantar el peso que le había propuesto el entrenador.
—Esto está mal, ¡muy mal! —gritaba el hombrecito muy enojado mientras caminaba con su bastón de un lado a otro—. Necesitas más entrenamientos si no, no vamos a llegar al campeonato.
—Pero aún faltan dos años para eso —respondió Ronnie, Richart ni siquiera podía levantar los ochenta kilos aun, así que solo miraba.
—Si, pero quiero que sean los mejores, los dos, así que en vez de hacer dos horas de entrenamiento serán cuatro.
—¡¿Qué?! —ambos omegas que realmente se estaban esforzando para cumplir las expectativas y el entrenamiento era todos los días.
—No es justo.
—¿Quién en el que manda ahora? —intentó interponerse, pero en entrenador fue ignorado.
—Yo no quiero seguir con esto —Ronnie dejó las pesas e intentó agarrar sus cosas.
—Voy a poner otra vez la demanda —aquellas palabras hicieron que el omega parara en seco—. Recuerden que si ganan esto serán libres para siempre —los omegas suspiraron claramente estaban inconformes con la situación pero no podían hacer nada.
Entrenaban dos horas por la mañana bien temprano y dos por la noche, ya que Ronnie se negaba a perderse las siestas o sus horas de descanso y hacer todo de corrido era casi inhumano, su cuerpo no lo toleraba. Las siestas con la ropa de su alfa eran su parte favorita del día y no se lo iba a perder por nada.
Todo se complicaba cuando el entrenador pedía más horas extras o si Ronnie no levantaba las pesas correctas. La presión era demasiado y todo recaida sobre él como si estuviera castigado. Richart, que usualmente solía defender a su entrenador también parecía arto de todo. Pasó otro mes más...
ESTÁS LEYENDO
Menta Granizada, una extraña combinación.
RomanceUn omega que no parece omega, un alfa que no parece alfa. Un extraño ataque, un pasado de terror. Como si no tuviera cosas que hacer, ahora lanzo otra historia jajaja. Lo bueno, es que pocas personas saben quien realmente soy y no pueden juzgarme j...