Capítulo 4: Un largo camino a casa. Sin censura.

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En alguna parte de esa gran ciudad. Un alfa se reunía con un hombre con un gran saco negro largo hasta los tobillos llevaba en su rostro un antifaz blanco y la mitad gris, ocultando su identidad.

—Tardaste.

—Inconvenientes— se excuso el de la mascara.

—Tu plan no funcionó así que devuélveme mi dinero— el alfa de grandes músculos, cabello castaño de ojos azules y de metro noventa agarró al hombre del saco negro, para acorralarlo contra la pared. La tensión del ambiente era palpable.

—Tranquilo Sebastián— agarró su brazo intentando que lo soltara, podía ver la furia del alfa de ojos claros—. Formare otro plan, para que tengas tu noche con Ronnie, o venganza, si no funciona, te devolveré la plata con el diez porciento de interés.

El de saco negro apretó los dientes, esperando que el otro aceptará su oferta. Suspiró cuando Sebastián aflojo su agarre.

—Que sea el treinta— intentó regatear, no iba a perder su dinero por ese gran tonto.

—Veinte.

—Veinticinco— apretó más el cuello del saco para ahogarlo.

—Bien— dijo casi en un hilo. Cuando por fin lo soltó, el hombre del saco se acomodó el cuello y su ropa, sacudiendo el polvo.

—¿Cómo lo encontraras?— cruzó los brazos viéndose amenazante.

—No desesperes, apenas tengo un celular, acceso a una cuenta o conexión a internet, lo encontraré, volveré a cambiar sus pastillas y podrá ser todo tuyo, usarlo o volverlo a vender como quieras, te puedo asegurar que te darán millones por ese exótico omega— dijo mientras masajeo su cuello para bajar las tensiones.

—¿Y por que me dices eso? ¿Acaso tu no puedes venderlo?— levantó una ceja, sospechando de las palabras de ese hombre enmascarado.

—Si... de hecho podría venderlo, pero no es de mi interés, ni los de mis clientes además, lo único que quiero es sacarlo de mi camino— se dio una media vuelta, para caminar hacia adelante, y sin decir más se marchó del lugar.

—¿Cuánto tiempo?— le gritó mientras lo veía marchar.

—¡Ten paciencia!, te conseguiré ese omega— susurró lo último para sus adentro con una sombría determinación.

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Ronnie abrió los ojos de golpe, había tenido una pesadilla y se sentó en la cama sudando, miro a su alrededor y suspiro de alivio al ver que estaba en la casa de Luke. A veces quisiera hablar más tiempo con Luke pero a veces lucia tan cansado que simplemente no quería molestarlo. Ya hasta le había dejado la habitación más cómoda. Tenía sentimientos encontrados con Luke, por un lado estaba sumamente agradecido porque lo hubiera salvado, le compro ropa, incluso ahora tenía un trabajo pero en el otro tenía un resentimiento, en todo ese tiempo, no lo había cortejado, se sentía ignorado, quería que Luke lo abrazara y lo mimara, quería ser su omega, aunque, temía que aquello avanzara tan rápido que, los sentimientos no fueran sinceros. Mientras esos pensamientos giraban en su mente, ya se había alistado y ahora estaba cocinando. Cualquier extraño que lo viera desde afuera pensaría que estaba pensando en matar a alguien por la seriedad que mostraba en su cara.

Mientras que a Luke, apenas lograba despertar con el ruido de sus millones de alarmas para levantarse pero simplemente quería quedarse en su cama. Los turnos lo estaban matando. Entre dormido se bajo de la cama y arrastrando los pies llegó hasta la cocina, intentando preparase un café, sin embargo, Ronnie o detuvo, ya tenia preparado su desayuno, así que lo guio a la mesa. Donde se sentó dejando caer todo su cuerpo en la pobre silla para recostarse, apenas le dio un sorbo de café caliente. Cuando vio a Ronnie frete a él, parecía muy enojado y se pasó la mano por su rostro, intentando despertarse.

Menta Granizada, una extraña combinación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora