Capítulo 1: El mundo del revés.

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En un mundo de alfas y omegas... Donde los alfas son vistos como gigantes ejemplares, dominantes, altos, atractivos, que pueden salirse como siempre con la suya... yo soy todo lo contrario. Yo soy Luke, solo Luke. Mido un metro cincuenta, no tengo mucho físico y aunque actualmente trabajo en ello. No estoy a la altura de los alfas... Incluso tengo que usar unos grandes lentes porque no puedo ver nada sin ellos. Los chicos bajos y simplones de ojos cafés y cabello negro, no llaman la atención de los delicados omegas, tanto hombres como mujeres, simplemente al verlo corrían despavoridos. Lo mismo pasaba en los bares y clubes nocturnos. Lo único favorable era sus feromonas, decían que olía a chocolate suave la cual se te hace agua la boca, sin embargo, tampoco servían de mucho, ya que muchos no lo toleraban, demasiado empalagoso dicen.

En un mundo donde los omegas son dulces y delicados, bajos de al menos un metro cincuenta, con cuerpos curvilíneos y sencillos capaces de llevar bebes en sus vientres. Sus largos y sedosos cabellos. Yo soy todo lo contrario. Mido un metro noventa tengo más de 150 kg en músculo y soy un físico culturista. Sin embargo, solo soy un simple omega. ¿Lo peor? todos me confunden con un alfa y he derribado a muchos alfas que han querido conquistarme... pero ninguno es de mi talle o solo quieren ser rudos e indiferentes y eso no va conmigo. Soy Ronnie Lee, y entrené durante mucho tiempo para poder llegar a formar este cuerpo grande y fornido, sin embargo, todos los cabellos de mi cabeza se cayeron gracias a todo ese entrenamiento pesado. Muchos se burlan de mí. De mi apariencia. Solo Richart Bloom esta de mi lado y sabe lo que se siente, aunque intuyo que es por otra cosa que esta por aquí, pero por ahora es un gran apoyo y su amistad es todo para este pobre omega.

No sabía que todo cambiaría esa mañana de septiembre... era tarde por la noche, ya había terminado el último levantamiento de pesas y solo yo y Sebastián, un alfa que se la pasa entrenando junto a mí, lo he visto mirarme varias veces, aunque solo es envidia ya que mis músculos son más grandes y fuertes. Ya tocaba un caliente baño antes de ir a casa, agarró sus pertenencias y fue a la parte de los casilleros, donde sacó las pastillas para suprimir su celo, que se encontraban en un bote blanco sin etiqueta, y tomó una para darse un rápido baño e irse. Sin embargo, después del baño sintió una enorme ola de calor que hizo temblar sus piernas y caer al suelo.

—Valla... ¿un omega? Qué tenemos aquí... No creí que esos rumores fueran ciertos— dejo escapar una risa, el alfa Sebastián se agacho a su altura y agarró su mandíbula.

—No, no me toques— intentó apartarlo sin embargo el aroma de sus feromonas lo hacía querer perder la cordura. —Ayuda...— gritó pero solo hiso un sordo eco.

Luke que había salido tarde del hospital, un día muy agitado para un pobre médico que se rompía la espalda trabajando todo el día y la noche, pasaba por afuera de un gimnasio cerrado cuando llegó un fuerte aroma de un celo de un omega y un alfa.

—Valla, los niños de ahora— refunfuño y decidió dejarlos en paz cuando escuchó un débil llamado de ayuda. Aquello le sorprendió y decidió entrar, quizá había escuchado mal... en duda, buscó alguna puerta trasera que, para su mala suerte, allí estaba, medía entreabierta, se metió en silencio. Solo esperaba que no fueran dos adolescentes atrevidos.

—No lo hagas— escuchó un sollozo y unas rizas. Aquello no se escuchaba como dos adolescentes divirtiéndose, se apresuró y dejó salir sus feromonas de alfa dominante.

Sebastián ya le había quitado los pantalones a Ronnie y se los había puesto en la boca como mordaza para que no llorara, ahora estaba totalmente bajo su merced, llorando por alguien que lo ayudará, sin embargo, sabía que eso no pasaría y cerrando los ojos aceptó su cruel destino. Cuando sintió las fuertes feromonas de un alfa qué, inmovilizo a ambos. Los hizo temblar como niños pequeños.

—¿Quién? — tragó nervioso Sebastián, estaba temblando sin embargo no podía moverse ni un centímetro. Al ver la gran sombra y luego un pequeño hombrecito solo se carcajeo, apenas logrando moverse. —¿Eso es todo? Eres despreciable, déjanos en paz.

Y antes de que Sebastián pudiera decir algo más recibió un lametazo en la cara.

—Odio los de tu tipo, piensan que al ser grandes y fuertes pueden aprovecharse de un pobre omega— agarró una toalla y empezó a estrangularlo.

—Basta— dejo escapar Sebastián con apenas un soplo de voz.

—Di, que ya no lo harás más, aprende la lección o te arrancare la cabeza— lo amenazó y Sebastián muerto de miedo suplicó por su vida, temiendo lo peor sin embargo palabra por palabra, lo repitió, después de eso Sebastián recupero el aire que le faltaba se recompuso y se fue corriendo.

Ronnie presenció todo aquello con gran temor para que luego aquél hombre se le acercará.

—Yo... yo— artículo intentando librarse de la mordaza y de los grandes nudos que Sebastián había hecho.

—Tranquilo— le susurró poniendo una toalla sobre él —te voy a desatar, pero tienes que tomar tu medicina, tu olor... es muy fuerte en mi maleta hay supresores para alfas si necesitas, pero te noquearan...

Apenas ese hombre lo desató se fue casi corriendo del lugar. Ronnie, rápidamente y con lo poco que le quedaba en la conciencia buscó en su casillero los supresores sin embargo se dio cuenta que todas sus pastillas habían sido reemplazadas por pastillas de caramelo. Sin otra opción buscó en la maleta de aquél alfa y se inyectó.

Gracias a su salvador, ni siquiera lo habían tocado. Sonrió, aquel supresor para alfas no le había hecho ni cosquillas y estaba orgulloso de ello. Además el efecto fue inmediato, el calor de su cuerpo había desaparecido y había podido ocultar sus feromonas. Miró el maletín de aquél alfa y lo levanto con una gran sonrisa dispuesto a devolverlo. Para su fortuna aquel alfa estaba esperándolo fuera del gimnasio.

—Muchas gracias— le pasó la maleta mientras hacia una reverencia.

—No es nada... ¿Tú, de verdad, eres un omega? Digo, porque eres muy grande— Luke incrédulo lo miró de pies a cabeza. Él morocho físico culturista se sonrojo.

—Si, lo sé, pero yo soy un omega. No lo parezco, pero es lo que soy— se cruzó de brazos, haciendo que sus músculos se notaran más.

—Valla grandote... y ¿aguantaste el supresor de un alfa dominante?

—Si— dijo con una amplia sonrisa —¿Tú eres un alfa dominante? —

—Si—

—Yo estoy muy agradecido, me llamó— antes de poder decir algo más Luke vio como aquél omega se le venía encima, quiso detener su caída, pero solo fue aplastado. 


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Nueva historia, por que sí, por que odio mi vida jajaja pero espero que este intento de comedia romántica, les guste, desde ya muchas gracias por leer.

Menta Granizada, una extraña combinación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora