Capitulo 31

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"¿De qué hablas, mamá?".

Nunca se me cruzó por la mente que mi madre sabría a cerca de los hombres lobo y que me lo ocultaría.

Al fin y al cabo, nosotras no solíamos guardarnos secretos.

"Bueno, la verdad es que eso es algo que siempre he sabido. Recuerdo que tenía más o menos tu edad cuando me enteré de eso". A diferencia de antes, sus palabras ya no me ponían contenta, sino que me hacían sentir traicionada.

Ella siempre había sido la persona en quien más confiaba sin importar cuál fuera la situación.

Fue por eso que me rompió el corazón descubrir que me había estado ocultando algo como eso.

"¿Por qué nunca me lo contaste?", le pregunté.
Todo el dolor que sentia por dentro provocaba que se me acumularan las lágrimas en los ojos mientras trataba de comprender por qué todas las personas que me rodeaban me habían estado mintiendo.

"Es difícil de explicar, Eva", respondió ella, suspirando. "Créeme, querida, intenté decirtelo muchas veces, pero simplemente no podia hacerlo. A decir verdad, tu padre me pronibió que lo hiciera y tenía miedo de que él cumpliera su promesa de alejarte de mí si lo hacía".

Me imaginaba que él podría haberla amenazado.

Hice una expresión de disgusto mientras la escuchaba, pues me parecía horrible que él la hubiera tratado de esa forma, aunque no tardé en darme cuenta de la clase de hombre que era mi padre.

"Está bien, mamá. Comprendo".

"Piensa en esto como una bendición, Eva. Después de todo, has sido escogida para que seas la madre de los lobos. Tú tendrás el poder de apoyar y amar a aquellos que no son capaces de amarse a sí mismos...". Sus palabras no tenían ningún sentido para mi, pero, de todas formas, estaba haciendo todo lo posible por entender su explicación.

¿Acaso una Luna era algo así como la madre de la manada?

Tenía muchas cosas en la cabeza de eso aquella conversación con Nick, así que tenía curiosidad por saber mucho más. Pero, por el momento, iba a tener que tomarme las cosas con calma.

Los chicos no estaban contentos con la forma en que había estado actuando, pero yo tampoco estaba contenta con ellos. Me había estado preguntando si tomé la decisión correcta al emparejarme con ellos, pero tan solo pensar en irme de aquí me rompía el corazón.

Me sentía atrapada, y no sabía cómo escapar.

De repente, alguien tocó la puerta de mi cabaña, tomándome por sorpresa y, mientras miraba hacia la entrada, me quedé paralizada. "Mamá, alguien ha venido a verme. Te llamaré mañana, ¿está bien?"

"Claro, cariño. Ten cuidado y recuerda que te amo".

"Yo también te amo, mamá", susurré antes de cortar la llamada y dirigirme a la puerta.

No hacía falta ser una genio para saber quién estaba del otro lado.

Ricardo.

Luego de respirar profundamente para calmarme, decidi abrir la puerta lentamente y él no tardó en mirarme fijamente con sus fríos ojos, pero había algo en estos que me hacía cuestionar mi cordura.

"¿Qué estás haciendo aquí, Ricardo?".

"Escuché que habías vuelto y que estabas bien". Por alguna razón, la sensación de que él estuviera mirando mi cuerpo de arriba abajo me hizo estremecerme del miedo y del placer.

"No entiendo, ¿por qué viniste hasta aqui si te dijeron que estaba bien?".

"Porque quería verte por mi mismo", respondió de forma forzada.

Sus cuatro hermanastrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora