Poliamor.
La vida de Eva había dado un giro inesperado.
Después de pasar toda su infancia con su madre, tenía que volver con su padre porque había sido admitida en una universidad en la ciudad de él. Vivir con su padre también significaba vivir con...
Después de una larga semana de clases en el campus, y muchas tareas, por fin llegó la noche de la fiesta. Durante todo ese tiempo, los chicos habían evitado cualquier contacto conmigo, y Ahren ni siquiera me miraba a los ojos. Claro que intenté que eso no me molestara, pero me resultó imposible pasarlo por alto.
Cuando llegué a la casa, saqué la bolsa de compra del maletero, salí por la puerta trasera y fui hasta mi cabaña. Anna me dijo que podía alistarme en su habitación, pero, honestamente, prefería la comodidad de mi propio hogar para arreglarme.
Mientras caminaba por el sendero empedrado, vi aparecer a Ahren entre los árboles, por lo que me quedé inmóvil. El chico llevaba un short negro de baloncesto a las caderas, el cual marcaba muy bien su entrepierna.
"Hey, Ahren...", lo llamé en voz baja, con la esperanza de que viniera hacia mí. Sin embargo, por mucho que deseé que se acercara, él solo me miró con tristeza y confusión antes de darse la vuelta y desaparecer entre la maleza.
Aquello me hizo sentir mal, pero debía aceptar que, por más que las cosas fueran mal, esta era mi vida. Acto seguido, hice un gesto de decepción con los ojos y caminé hasta mi casa. Una vez dentro, encendí los parlantes, conecté mi celular y reproduje mi lista de canciones favoritas.
La música que sonaba a todo volumen manifestaba una noche de sexo, drogas y alcohol. A decir verdad, ya no me importaba nada lo que otras personas dijeran de mí, así que haría lo que quisiera. Por lo tanto, antes de arreglarme, me metí a la ducha y dejé que el agua caliente recorriera toda mi piel.
Esta noche sería diferente, pues, dejaría de lado cualquier preocupación por Ahren y me centraría en mí. Había llegado a Idaho solo para que las cosas fueran de mal en peor. Por ende, debía enfocarme principalmente en mi, ya que yo era la única que podía hacer realidad el futuro que quería.
Cual horrible cantante de baladas de los ochentas, entoné la letra de todas las canciones que sonaban en tanto lloraba por la frustración que había acumulado. Mas, cuando el agua se enfrió, me sentí mejor conmigo misma y un poco más segura que antes.
Lo único que quedaba por hacer era mantener esa confianza por los siguientes cuatro años que me quedaban aquí. Aunque, si tenía suerte, solo serían dos. Entonces, podría buscar una beca a medida que trabajaba en el campus durante mi último par de años de posgrado.
Tras salir de la ducha, me vestí, me maquillé y me ricé el cabello. Luego, me miré en el espejo y me di cuenta de que lucía como una mujer capaz de Ilamar la atención de todos con cada paso que daba. Finalmente, cuando terminé de alistarme, agarré mi bolso, saqué las llaves del coche y salí.
El vestido azul que compré en una tienda local definía perfectamente todas las curvas de mi cuerpo, y para resaltar aún más, compré un par de tacones de color negro. De hecho, hasta creí que, si la seducción y la maldad tuvieran un bebé, ese sería yo.
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Cuando me dirigía a la puerta trasera del garaje, la voz de mi padre me detuvo. "¿Eva?". Al escucharlo, me sentí como una adolescente tratando de salir de casa sin permiso.
"¿Sí, papi?", le respondí con una sonrisa falsa de niña buena, además de una mirada inocente.
"Mmm, ¿a dónde vas vestida así?", me preguntó en tanto me miraba de arriba abajo con cierta sorpresa.
"Oh, bueno...", contesté, nerviosa. "Lo que pasa es que hay una fiesta de bienvenida para los ingresantes de la universidad, e iré con mis nuevas amigas, Anna, Andrea y Elizabeth. Pero, quédate tranquilo, papá; no pienso beber alcohol ni nada de eso. Solo quiero ir a pasar el rato y conocer mejor a mis amigas. ¿Crees que luzco bien?".
Mi padre dudó un poco antes de asentir y responder: "Bueno, estás preciosa, cariño. De todos modos, si bebes, no conduzcas, ¿de acuerdo? Me llamas y yo voy a buscarte de inmediato".
"Está bien, papá. Muchas gracias. Prometo no llegar tarde", le dije con una tierna sonrisa, a lo que él entró en la casa. Satisfecha con mi buena actuación, entré en el garaje y vi a Chase venir desde la cocina.
"¿Eva?...", dijo él mientras me miraba de pies a cabeza con cierta lujuria en sus ojos. "¡Vaya! ¿A dónde vas tan bien vestida?".
Al oírlo, solté una pequeña risa y enarqué una ceja: "Vete de aquí, Chase".
"Pero, dime, ¿a dónde vas?", preguntó de nuevo, descontento con la respuesta que le había dado.
"Voy a una fiesta, ¿OK? Déjame tranquila", le contesté con seriedad.
Sinceramente, no tenía tiempo para las tonterías de Chase. No después de que él y todos sus hermanos me evitaran desde el incidente con Ahren. Si querían conocerme, podían hacerlo, pero no iba a soportar sus estupideces.
"Necesito una respuesta concisa, Eva. ¿o es que acaso no quieres darme detalles? Porque no creo que Ricardo esté contento cuando se entere de esto".
Me reí a carcajadas a medida que abría la puerta de mi auto. "¿En serio crees que me importa, Chase ? Ricardo dejó claro que yo era una simple puta y que debía mantener mi distancia con todos ustedes. Así que haz caso a tu hermano como el buen chico que eres y vete a la mierda".
El muchacho se quedó pasmado con mi respuesta, mas, antes de que él pudiera reaccionar, subí a mi auto y me marché. En tanto conducía, subí el volumen de la música, bajé las ventanillas y disfruté del aire fresco sobre mi piel.
Estaba decidida a disfrutar de la noche y no permitiría que nada, ni nadie, lo arruinara.
Ricardo, Chase, Edwin y Ahren podrían ser bien Ilamados los cuatro jinetes del apocalipsis, pues aquel nombre encajaba a la perfección con sus actitudes maleducadas y sus temperamentos inestables.
Yo ya era una mujer adulta y ellos no tenían ningún control sobre mí o sobre mis decisiones. Además, si Ricardo creía que yo era una puta, entonces tal vez debía comportarme como una esta noche.
Evidentemente, había algunos universitarios bastante atractivos por ahí a los que no les importaría satisfacerme sexualmente. A diferencia de Ahren y Ricardo, que no eran capaces de terminar lo que empezaban a hacer.
Por ende, esta noche sería exclusivamente para mí.