Capitulo 24

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Desde el punto de vista de Ricardo

Algo estaba pasando en mi casa, y estaba cansado de ser el último en enterarse. Mis hermanos actuaban de forma muy sospechosa y estaba seguro de que intentaban conocer a Eva a mis espaldas. Eso me enfurecía, pero en el fondo quería aceptarlo, pues mi lobo la clamaba.

Él quería estar con ella, y yo era quien se lo impedía

'¡Debes empezar a comportarte como el Alfa que necesitamos'.

La voz de Chase gritó a través de nuestro enlace mental, lo que me hizo gruñir en respuesta.

'Cuidado con tu tono', le advertí, aunque no estaba seguro a qué se refería.

'¿Cuidado con mi tono? Will acaba de golpear a nuestra pareja bajo tu guardia. Tal vez ella no sea de tu agrado, pero aun así deberías protegerla', respondió.

Un aullido de ira escapó de mis labios al escucharlo. Eva había sido agredida bajo mi guardia y en mi propio hogar. Sabía bien que Will se empeñaba en insistir en ciertos temas, pero nunca pensé que sería capaz de hacer algo así.

Mi lobo luchaba por superar la barrera de mi mente y exigía ser liberado.

Si Will realmente le había puesto la mano encima, me aseguraría de hacérselo pagar.

Así fuera el padre, debía cerciorarme de que ella estuviera bien.

Desde el punto de vista de Eva.

No sabía qué había sido aquel aullido, pero no quería que Edwin estuviera enojado conmigo. Me sentía fatal por haberle gritado cuando él había venido a verme, especialmente porque había sido completamente innecesario. Después de pensarlo un rato, coloqué mi teléfono sobre la mesa y me puse los zapatos, para después dirigirme a la puerta principal.

Sabía bien que ir al bosque no era una buena idea, pero tenía que arreglar las cosas con Edwin. Tenía que disculparme con él y decirle que no había querido decir todo lo que dije, que sólo eran palabras que uno dice en momentos de rabia.

"¡Edwin!", llamé su nombre al filo del bosque mientras reunía el coraje para adentrarme en él. Ahren había dejado en claro que esa no era una buena idea, pero al parecer era incapaz de acatar lo que la gente me decía.

"Maldita sea, Edwin", refunfuñé y procedí a seguir el sendero que tenía adelante. "Si me matan, tú tendrás la culpa".

El bosque estaba más oscuro de lo que había imaginado la primera vez, pero viéndolo ahora, tenía que admitir que poseía una belleza un tanto tenebrosa.

En poco tiempo, llegué al lugar en el que el lobo de Edwin me había encontrado aquella vez y, en esta ocasión, también apareció por detrás de la maleza. El enorme tamaño de la bestia me tomó por sorpresa, pero su gruñido no me asustó.

"No te tengo miedo, porque sé que no me harás daño", dije.

Aquellas palabras llenas de confianza fueron recibidas con un gruñido, además de un chasquido, era como si estuviera decidido a cambiar mi opinión. Por un momento, mi corazón se estremeció por el miedo, pero algo en los ojos del lobo me hizo sentir a gusto.

"Sabes que no es justo que puedas entenderme, y yo a ti no", dije.

Me acerqué lentamente hacia el lobo mientras lo observaba lanzarme una mirada de incertidumbre. Yo también me sentía un tanto confundida y con curiosidad, pero trataba de actuar como si no tuviera los pelos de punta.

El lobo volvió a gruñir y me detuve de inmediato: "¿Quieres que haga lo que dices?"

Cada uno era muy diferente, y lo que más quería era tenerlos a todos, pues no me sentía bien si no estaban a mi lado. El lobo pareció tomar en cuenta mi pregunta, y poco después, un crujido de huesos resonó en el lugar y el lobo se transformó en hombre.

¿No te quedó claro la última vez que no debías venir aquí?", bramó Edwin cogiéndome por sorpresa, pero no me atreví a retroceder ni un paso. No era necesario; además, tenía que mostrarle lo arrepentida que estaba por haberle gritado.

"Edwin...", respondí lentamente. "Lamento lo que dije".

El muchacho rompió en carcajadas tras escuchar mis palabras. "¿Perdón? ¿Por qué te disculpas? Me dejaste muy en claro lo que yo era".

"No fue mi intención decir esas cosas, Edwin. Lo siento, por favor, permíteme compensarte de alguna forma", dije.

"¿Compensarme? ¿Como una zorra en sus rodillas? ¿Eso es lo que quieres? ¿Que te use como lo hicieron mis hermanos?" Sus palabras se clavaron en mi corazón como un puñal, y mis ojos se llenaron de lágrimas.

No entendia por qué me estaba hablando así. Sabia que estaba molesto hasta cierto punto, pero, aun así, su conducta era completamente desconcertante.

"¿No te parece que estás siendo muy duro...?", contesté sintiéndome muy herida y avergonzada de estar en su presencia. "Yo vine a disculparme, no a acostarme contigo".

Me di la vuelta y sacudí la cabeza; no sabía por qué me había molestado siquiera en tratar de explicarle las cosas. No tenía sentido.

"Detente". Sus palabras me envolvieron, y el suave toque de su mano en mi brazo hizo que me detuviera de inmediato. Había olvidado cómo se sentía el roce de su piel, y a medida que me volvía hacia él, pude ver el hambre voraz que acechaba en su mirada.

"Si quieres disculparte por lo que pasó entre nosotros... entonces corre para mí", dijo.

No entendí a lo que se refería con que corriera para él. Mi confusión era evidente en mi rostro y, a medida que una sonrisa se dibujaba en sus labios, el crujido de huesos resonó en el aire.

Recién entonces entendí lo que me había pedido.

Quería cazar y que yo fuera su presa.








Besos. 💋

Sus cuatro hermanastrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora