El lugar en donde vivía no era muy grande, pero se veía pequeño con todos los hombres que estaban presentes. Ahren, Chase y Edwin estaban sentados mientras me observaban fijamente y esperaban a que yo simplemente estuviera de acuerdo con su idea, a pesar de que, cuando recién había llegado a la ciudad, ellos me trataron como si fuera basura.
Aun así, los tres estaban en mi sala de estar, pidiéndome que formara parte de esta orgía masiva.
"Si les dijera que no...", comencé a decir, pues quería saber cómo reaccionarían si les dijera que no. Tal como esperaba, Edwin se puso furioso casi al instante y se levantó de su asiento antes de ir corriendo hacia la salida.
"¡Les dije que ella no nos aceptaría!", gruñó antes de abrir la puerta de irse de la cólera. Su fuerte reacción hizo que mis ojos se abrieran de par en par mientras volteaba a ver a los otros chicos. Realmente no sabía qué podía decir o hacer en ese momento, ya que no los estaba rechazando, solo quería preguntarles qué pasaría si lo hiciera.
No tardé en darme cuenta de que Chase se había puesto de pie mientras hacía una expresión de dolor, por lo que le dije: "No... quédate aquí".
Mi rápida respuesta definitivamente lo había tomado desprevenido, así que aproveché para levantarme y seguir a Edwin. Una vez afuera, noté que el sol de la mañana brillaba intensamente, por lo que me vi forzada a levantar una de mis manos para cubrir mis ojos de aquel resplandor.
"¡Edwin!", lo llamé mientras buscaba en los alrededores, intentando averiguar a dónde se había ido. Cuando revisaba cerca de los árboles, pude ver, por menos de un segundo, una silueta que parecía ser la de él. "¡Edwin!", volví a llamarlo con la esperanza de que se detuviera para poder explicarle lo que había pasado.
A decir verdad, no me agradaba la idea de perseguirlo dentro del bosque, pero no podía permitir que él creyera que lo estaba rechazando. Tenía que hacer todo lo posible para hacerle entender que solo quería saber cuáles eran mis opciones, por lo que me moví rápidamente a través de la maleza y me adentré profundamente en el oscuro bosque.
El follaje crujía con cada paso que daba, pues no podía evitar romper las hojas que yacían en el suelo conforme pasaba. "¡Edwin!", grité su nombre una vez más, frustrada por el hecho de que estaba en un lugar como este, vestida solamente con una bata mientras buscaba a un hombre con más problemas de ira de los que podía contar.
De repente, el sonido de algo moviéndose en el bosque hizo que me detuviera, y mi corazón se aceleró mientras giraba en círculos en un intento por averiguar qué me estaba siguiendo. Podía sentir la incómoda sensación de que alguien me estaba observando, provocando que la incertidumbre se apoderara de mí.
"¡Esto no es gracioso!", grité mientras el miedo me invadía. Siendo franca, cuando se trataba de la naturaleza, yo no era ninguna tonta, pues sabía qué podía haber ahí afuera: osos, pumas, lobos... Esas apenas eran unas de las cuantas bestias que podrían estar acechándome.
Tan pronto como escuché que algo detrás de mí estaba gruñendo, no pude evitar quedarme paralizada. Estaba consciente de que se trataba de un lobo, un animal con el que había tenía la oportunidad de pasar algo de tiempo cuando fui a un santuario animal en Georgia. Entonces, decidí voltearme lentamente hasta estar cara a cara con el lobo más grande que había visto en mi vida.
"Oh, mierda... Mierda, mierda, mierda...", murmuré "Hola, pequeño lobito.
Aquella criatura se movió rápidamente en dirección hacia mí, lo cual me hizo pensar que ese sería mi fin, pero, para mi sorpresa, parecía que solo era una advertencia para que tuviera cuidado con lo que hacía. Mientras una lágrima caía por mi rostro, intenté dar pequeños pasos hacia atrás con el propósito de salir del bosque y alejarme todo lo posible de esa bestia.
ESTÁS LEYENDO
Sus cuatro hermanastros
LobisomemPoliamor. La vida de Eva había dado un giro inesperado. Después de pasar toda su infancia con su madre, tenía que volver con su padre porque había sido admitida en una universidad en la ciudad de él. Vivir con su padre también significaba vivir con...