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Severus no quiso desperdiciar el trabajo de los elfos al preparar el almuerzo, así que decidió almorzar en la mansión junto al señor Potter. Sentía muchas cosas en ese momento: vergüenza, rabia y miedo. Eran tantas cosas que no sabía cómo controlar. No sabía qué hacer; se sentía tan perdido y...

—¿Severus? —La voz del señor Potter lo sacó de sus pensamientos. El joven de cabello negro respiró profundamente; apenas había tocado su comida, pero se obligaría a sí mismo a comerlo todo.

—Sí, yo... lo siento —se disculpó mientras observaba al hombre frente a él. El señor Potter le recordaba dolorosamente a Harry, aunque el hombre y su hijo eran tan diferentes al mismo tiempo—. Me perdí un poco.

El auror hizo una mueca—¿Desde... desde cuándo Malfoy ha estado molestándote?

—No quiero... no me gustaría hablar sobre eso —le dijo al hombre de lentes—. Yo... muchas gracias por ayudarme, señor Potter. Lamento haberlo involucrado en todo esto y...

—James —le corrigió el chico. El auror estiró su brazo y tomó una de las manos del joven, dándole un ligero apretón—. ¿Tan difícil es llamarme por mi nombre?

El chico sonrió ligeramente—Lo lamento. Me tomará un tiempo llamarlo... Llamarte así, James.

El auror sonrió de igual forma, satisfecho por escuchar su nombre de los labios del pálido—No tienes que preocuparte, Severus. Para mí no es una molestia ayudarte. ¿Por qué nunca nos contaste sobre esto? —le preguntó.

—No me gustaría que todo el mundo supiera las intenciones que tiene mi padrino conmigo —murmuró con vergüenza el joven de ojos negros.

James asintió, comió un poco de puré de papa y observó al joven comer—Te llevaré a un lugar seguro, una pequeña cabaña en el bosque —informó al joven Prince—. No tienes que preocuparte; nadie te molestará allí. Nadie sabe su ubicación; es un lugar que tengo para mí cuando... quiero escapar de todo.

Severus no pudo evitar reír al escuchar eso—¿Escapar de todo? —repitió el joven, observándolo con ligera confusión—. No entiendo. ¿De qué quería escapar usted?... Tú —murmuró, tratando de tutearlo, aunque era un poco complicado—. Tienes una familia, una esposa y un hijo...

El auror respiró profundamente, como si estuviera cansado—No todo siempre es perfecto.

Esa frase solo confundió aún más a Severus—No entiendo.

—Se supone... que yo tendría que ser feliz con lo que tengo —le murmuró al joven—. Pero... no me siento así.

Los ojos negros de Severus observaron fijamente a los marrones, que lo miraban con gran intensidad—¿No es feliz, señor Potter?

James no lo corrigió—Hace un tiempo atrás, creí que lo era —le susurró al joven sin dejar de mirarlo. El señor Potter extendió nuevamente su brazo y tomó su mano, dándole un ligero apretón—. Pero... el mundo me mostró que estaba equivocado.

El joven de cabellos negros lo miró confundido, sin entender el significado de aquellas palabras—No entiendo... —murmuró apenado—. Lo siento.

El auror soltó una risita y negó—No necesitas entenderlo aún —le dijo mientras terminaba de comer—. Deberías terminar de comer. ¿Llevarás a todos los elfos contigo?

Severus negó—Me llevaré a Goofy conmigo; el resto se quedará cuidando la mansión.

El auror asintió y observó al joven terminar su almuerzo.

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