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Eileen tuvo que bloquear la red flu de la chimenea de su casa en la Hilandera por las constantes cartas que Potter había enviado a través de ella. No es que le molestara recibir cartas todos los días, pero sabía que, para su esposo, un muggle que no estaba acostumbrado a la magia, podía ser hostigante, por no decir incómodo.

—¿Qué quiere ese tipo con tu hermano? —preguntó Tobías con interés mientras cenaba. Había pasado al menos una semana desde que Severus había decidido instalarse en la pequeña habitación que habían destinado para él en la Hilandera—. ¿No es su suegro?

—Era —corrigió Eileen a su marido mientras suspiraba—. No lo sé, no me da... mucha confianza. Es el padre de... ese imbécil —explicó. Tobías sabía sobre Harry; ella le había hablado de él en algún momento. Para Eileen, fue bastante sorprendente que su esposo no dijera nada sobre el romance entre dos hombres. Sabía que los muggles no veían muy bien ese tipo de relaciones. —Y bueno... ya sabes lo que paso.

Tobías enarcó una ceja mientras tomaba un sorbo del agua servida. —¿Quiere follárselo o qué?

—¡Tobías! —chilló Eileen, poniéndose de pie y acercándose al marco de la puerta de la cocina, asegurándose de que Severus no los hubiera escuchado—. No digas esas cosas. ¿Cómo se te ocurre?

—Estoy seguro de que piensas lo mismo que yo —se burló su marido, viendo cómo ella volvía a sentarse frente a él—. Ya discutiste una vez con él por sus encuentros con su honorable exsuegro.

Eileen rodó los ojos al escucharlo, pero luego suspiró, recostándose contra el respaldo de la silla de madera. —No sé qué hacer, Tobías. Me duele ver a Severus así —le confesó con sinceridad y preocupación—. Amo a mi hermano, es la única familia que me queda. Yo... realmente creí que sería feliz con el imbécil de Potter.

—Y ahora, por lo que parece, el padre del chico está tras él —comentó el hombre de ojos casi negros, aunque eran más bien marrón oscuro—. ¿Crees que a tu hermano le guste ese tipo?

Eileen hizo una mueca. —No, ni siquiera lo ve de esa forma. Lo ve como un amigo, o tal vez como un padre —murmuró—. Severus es un buen chico. Todavía está enamorado de ese imbécil y... si te soy sincera, no quiero que Severus esté relacionado con esa familia de ninguna forma. No quiero que mi hermano salga más lastimado de lo que está ahora.

Tobías bufó al escucharla. —Pero el tipo va a divorciarse de su mujer, ¿no es así?

La mujer de cabello negro se mordió los labios. —Sí.

El muggle soltó una risita al escuchar la afirmación. —Él estaba esperando esto —le susurró a su mujer—. Tal vez incluso sabía que su hijo le estaba siendo infiel a tu hermano. ¿No dijiste que Severus estaba con él cuando descubrieron al imbécil con su mejor amiga?

Eileen asintió de nuevo, sintiendo cómo su cabeza se llenaba de escenarios, ideas y... —Te estás dejando llevar por la imaginación, amor.

—No son imaginaciones, Eileen, es la verdad —bufó nuevamente el hombre, mirándola fijamente—. ¿Por qué no está apoyando a su hijo en su nueva relación con la putilla esa? No me tomes por imbécil, Eileen, ese tipo... planeó todo esto. Es tan obvio.

—¿Tú... crees eso?

—Escucha, Eileen, los padres, o al menos la gran mayoría, apoyarían a su hijo, aunque cometiera un error. Me dices que los Potter son solo ellos, ese tipo solo tiene a su hijo y a su mujer. Créeme, si estuviera en su posición, apoyaría a mi hijo. Estaría furioso, pero lo apoyaría. Pero... ¿no lo ves? ¿Por qué llevar todo al extremo? —le preguntó a la pelinegra—. ¿Realmente lo que hizo el imbécil de su hijo es razón suficiente para causar un divorcio? No, Eileen, no lo es.

InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora