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—¿Otra vez vas a salir? —Eileen observó a su hermano con interés mientras limpiaba el polvo de los muebles de la sala—. Al menos desayuna, ¿sí?

Severus asintió ligeramente mientras seguía a su hermana a la pequeña cocina de la casa. —¿Dormiste bien?

—Eso debo preguntarte yo, Severus. ¿A qué hora llegaste? Desde que te arreglaste con el imbécil de James Potter no paras en esta casa —se quejó ella mientras freían dos huevos, algo de tocino y ponía a tostar dos rebanadas de pan—. ¿Cuánto ha pasado desde eso? ¿Un mes?

Las mejillas del joven enrojecieron ligeramente. —Lo siento —susurró—. El señor Potter me ha pedido ayuda con los últimos detalles de la decoración de la casa.

Eileen rodó los ojos al escucharlo, esparció algo de sal sobre los huevos y los sirvió sobre el plato junto al pan y el tocino. —Ese idiota parece necesitar ayuda para todo. ¿También para eso? ¿Qué, acaso quiere que te mudes con él?

—¡Eileen! —Severus pareció regañarla mientras ella posaba el vaso frente a él—. James no sabe de esas cosas...

—"James" —repitió ella mientras tomaba asiento junto a su hermano—. Ya incluso te pide que lo tutees, Potter es impresionante.

—Eileen, ¿qué estás insinuando? —preguntó Severus sin tocar aún el plato de comida frente a él.

La pelinegra sonrió. —Nada... ¿Qué estás insinuando tú? —preguntó ella como respuesta.

El chico rodó los ojos y dio un mordisco al pan tostado. —A veces siento que le estás dando otro sentido a mi amistad con el señor Potter.

—¿No era James? —se burló ella para luego suspirar—. Relájate, Severus, solo te estoy molestando —le aseguró a su hermano mientras lo miraba fijamente con una sonrisa—. Estoy contenta de verte feliz, y no estés llorando por el imbécil de su hijo. Al final, el cretino de Potter no es tan malo como pensaba.

Severus rodó los ojos al escucharla. —Él... James es bueno conmigo, es mi amigo y, así como él se preocupa por mí, yo también me preocupo por él. Ha estado ocupado por trabajo y me pidió que supervisara los últimos detalles de su casa. Decidió redecorar todo y también cambiar la distribución de los cuartos, creó un estudio con una gran biblioteca y cambió el tamaño de los cuartos.

—Vaya, parece que Potter se tomó en serio lo de borrar la huella de la imbécil de Evans —susurró bastante complacida—. ¿Ya ha logrado divorciarse?

El chico se mordió ligeramente uno de los labios. —No... Ella no ha querido firmar el divorcio, y él parece bastante frustrado por eso —le comentó a su hermana—. Ella le envía cartas, pidiéndole ir a terapias de pareja y otras cosas, yo... no sé qué pensar.

—Pobre bastardo —dijo Eileen con cierta pena—. Pero Evans desde el colegio ha mostrado ser una perra rastrera, está pagando lo que le hizo a Regulus.

Severus dejó de comer para verla con interés. —¿Qué...? —preguntó—. ¿Qué le hizo?

Eileen se mordió uno de los labios, había hablado más de la cuenta. —Es una historia que te contaré otro día, hermanito. Por ahora ve a ayudar al bueno para nada de Potter. ¿Sabes? Deberías ir arreglando tus maletas, te apuesto que dentro de poco te pedirá que vivas en la casa con él.

—¡Eileen! —Severus enrojeció nuevamente. Recordaba los sueños, las veces que se había tocado. Parecía ser acosado ocasionalmente por aquellos sueños en los que el señor Potter... James era protagonista. Algunos eran sencillos, como el que había tenido antes de despertar; había soñado que vivía junto a él, en la casa que estaba a punto de ser terminada de decorar. En su sueño, vivía con James, él era su esposo y... A Severus a veces le daban ganas de hablar con su hermana de esos sueños. Necesitaba hablar con alguien de ellos o se volvería loco—. No digas esas cosas, la gente... podría malinterpretar.

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