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Eileen observó la hora en el reloj colgado en lo alto de una de las paredes de la cocina. Se acercaba el mediodía y Severus aún no regresaba. No se alarmó por eso; podía significar varias cosas, y todas llevaban a un resultado positivo, lo cual era bueno. Decidió no esperar más a su hermano y, al terminar de lavar el último plato, pensó en tomarse un descanso, pero no en casa. Saldría a Diagon, compraría algunas cosas para ella y, adicionalmente, más ingredientes para la poción que le estaba dando a su hermano. Sería la última vez que la realizaría, ya que sentía que la poción había hecho un buen trabajo y su hermano ya había desarrollado sentimientos por el estúpido de Potter. Era evidente, aunque Severus no tuviera las agallas para decírselo.
Ciertamente, Potter no era su persona favorita, pero era la mejor opción para Severus. Conocía a casi toda la generación que estudió con su hermano y, si Eileen era sincera, ninguno parecía ser lo suficientemente bueno para él. Su hermano era bastante ingenuo y había mucha bondad en su corazón. La gente se aprovecharía de él, tal como el imbécil de Harry Potter lo hizo.
Además, Eileen tenía que pensar en muchas cosas; una de ellas era Lucius Malfoy y la casi exesposa de Potter. El primero por acosar a su hermano y la segunda por ser un maldito estorbó en el camino.
Eileen fue a su habitación, se dio un baño y busco algo cómodo para salir. Optó por un túnica negra y peino su cabello hacia atrás, dejándolo suelto. No era una mujer de maquillarse, Eileen no quería ser egocéntrica pero ella ya era bella sin esos productos, aun así, le dio algo de color a sus labios y, ya lista, bajo hasta la sala, entro a la chimenea y grito su destino.
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Severus agradeció a Merlín que no hablaran del beso. Los latidos de su corazón retumbaban en sus oídos, y estaba seguro de que su voz no le ayudaría a expresarse con claridad. Estaba confundido, pero se sentía feliz. James, luego de separarse, había insistido en que desayunaran mientras le contaba a Severus cómo le había ido en su misión.
—La casa estaba embrujada hasta la médula—Explicó James.—Después de asegurar y limpiar la zona de posibles hechizos, decidimos quemar el lugar y conjurar un encantamiento para evitar que los muggles sintieran curiosidad. Casi tropiezo con una de esas maldiciones, tuve suerte—Alardeó el auror, observando al joven de cabello negro con una gran sonrisa. —Gracias por cuidar la casa, Sev.
Los labios de Severus temblaron ligeramente, formando una suave sonrisa. —No fue una tarea tan difícil, los elfos me ayudaron bastante—respondió mientras el rubor en sus mejillas se apoderaba de su rostro.—Es una biblioteca impresionante la que tienes.
—¿Sí? ¿Te gustó?
Severus se removió sobre la silla de madera. —Yo... sí, hay muchos libros de pociones.
—Los pedí para ti, Severus.
Las mejillas del chico de cabello negro enrojecieron aún más. Respiró profundamente mientras intentaba calmar su alocado corazón. Sus manos temblaron al igual que sus labios. —¿P-para mí?—tartamudeó.
El auror de ojos marrones asintió.—Sí—Confirmó.—Y hablaba en serio cuando te pregunté si deseabas mudarte aquí, conmigo.
Severus bajó la mirada, su corazón latía con más fuerza. —Y-yo...
—No tienes que pensarlo enseguida, Sev—se apresuró el auror, sintiendo que lo estaba presionando demasiado. —Es que... no quiero quedarme solo en esta casa tan grande, y tu compañía es agradable; es importante para mí.
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Inesperado
FanfictionLos dos últimos años no habían sido fáciles para Severus, sus padres habían muerto, la única familia que le quedaba era su hermana mayor Eileen pero ella estaba casada con un detestable muggle, aun así, él la adoraba. No estaba solo en el mundo, te...