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Harry se apareció en el minúsculo recibidor de la pequeña casa en la que él y su madre se habían mudado. Estaba cansado, no solo físicamente, sino también mental. Había intentado ser indiferente ante las presencias de su padre y su padrino, pero no estaba seguro de haberlo logrado. Su padrino, al parecer, seguía furioso con él; apenas le había dirigido la palabra para asignarle sus actividades del día.

Su padre, por otro lado, lo había ignorado por completo. Harry quería ignorar el dolor que eso le causaba, convenciéndose a sí mismo de que podía soportarlo, manteniendo la tonta esperanza de que su padre cambiaría de opinión. Pero tras encontrarse con su madre en el Ministerio y ver su expresión, se convenció aún más de que James Potter no cambiaría de parecer.

Por un momento, Harry se preguntó si realmente valía la pena todo el sacrificio que estaba haciendo. Quizá, si hubiera tomado el tiempo meses atrás para hablar con Severus, para decirle la verdad y ser sincero, las cosas serían diferentes. Tal vez, si hubiera tenido el valor, el matrimonio de sus padres no se habría arruinado por su culpa.

Porque eso era. Su culpa.

Harry respiró profundamente para luego suspirar. La pequeña casa estaba en silencio y se preguntó si su madre estaba allí. La casa apenas tenía un solo nivel, así que recorrió el corto pasillo, donde solo dos puertas ocupaban su vista, y tocó la primera. —¿Mamá? —la llamó, esperando escucharla. El silencio fue su respuesta. Tocó la puerta una vez más, pero al no obtener respuesta, decidió entrar.

Su madre estaba recostada en la pequeña cama, abrazando fuertemente una almohada.

—¿Mamá?

Lily estaba despierta; sus ojos verdes, enrojecidos por las lágrimas. —¿Sí?

Harry hizo una mueca, se acercó a ella y tomó asiento en la orilla de la cama. —¿Papá... sigue sin cambiar de opinión?

Lily soltó un sollozo. —Sigue decidido a divorciarse —susurró con voz cansada y aterrada—. ¿Por qué? ¿Por qué tiene que tomar esa decisión tan apresurada? ¿Acaso no piensa en todos nuestros años juntos? —murmuró—. Le supliqué que fuéramos a terapia de pareja, pero... me ignoró, me ignoró, Harry.

Los labios del chico temblaron al escucharla. —Lo siento —respondió—. Tal vez lo mejor sea darle tiempo a papá para que piense las cosas y... esperar su decisión.

—¡No le voy a dar el divorcio! —chilló la pelirroja con voz ahogada—. Amo a tu padre, ha sido el único hombre que he amado en mi vida. No puedo... no puedo vivir sin él, Harry —murmuró con voz rota—. Quiero envejecer con él, cumplir los votos que prometimos el día de nuestro matrimonio.

Los ojos verdes de Harry ardieron al escucharla. —Esto es culpa mía —murmuró—. Lo siento, mamá.

Lily negó con firmeza. —No... no lo es —dijo, decidida—. Es ese chico que ha estado envenenando a tu padre en contra de nosotros.

El joven auror hizo una mueca al escucharla. —Mamá... —comenzó—. Te agradezco por apoyarme, por todo lo que has hecho por mí, pero... Severus no es el culpable de esto. Soy yo. No fui sincero, y... todo esto es consecuencia de mis errores.

—Amar no es un error, hijo.

—Lo sé, pero cometí un error al no ser sincero —le explicó Harry—. Severus no es ese tipo de persona, mamá. Si lo fuera, ya habría buscado la forma de enfrentarse a Ginny o a mí. Pero... hasta ahora nos ha evitado. Incluso descubrí que abandonó la academia.

Lily tragó con dificultad. —Lo siento... no quiero culparlo, solo... estoy estresada, cariño. Amo a tu padre, y me aterra estar separada de él.

Harry suspiró nuevamente al escucharla. —Intentaré hablar con él, mamá, pero no puedo prometerte nada. Yo... tampoco quiero perder a mi familia.

InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora