32

231 25 0
                                    

Capitulo 32: Collar

- ¿Por qué no me lo dijiste antes, Max? -preguntó Jenna, sin levantar la mirada, sus manos temblaban sobre el borde de la mesa mientras trataba de mantener la compostura.

Estaban sentados en una mesa grande, rodeados de pilotos, pero el mundo para Jenna se había reducido a esa conversación. Los demás la miraban, pero nadie se atrevía a decir una palabra. La cena había comenzado hacía un rato, pero Jenna apenas había probado su plato.

- No quería preocuparte. Mama... Lupe estaba en Austria -respondió Max en voz baja, evitando su mirada-. Estaba con problemas del corazón, pero no te lo dijimos porque no queríamos que te afectara antes de la carrera.

Jenna apretó los puños. Quería gritar, romper algo, pero su cuerpo estaba paralizado.

- ¿Entonces qué pasó? -insistió, su voz se quebraba un poco, pero seguía luchando por mantener el control. Podía sentir las miradas de los otros pilotos sobre ella, pero los ignoraba.

- Murió mientras corrías -Max tragó saliva, tratando de mantener la calma-. Estaba viendo la carrera, te estaba viendo. Intentó llamar al 911 cuando dejó de respirar, pero... cuando llegaron, ya no había nada que hacer.

El silencio se hizo más denso. Jenna seguía sin moverse, sus ojos fijos en la mesa frente a ella. Las lágrimas comenzaron a acumularse en sus ojos, pero no las dejaba caer. Todos los recuerdos de su madre se arremolinaban en su mente, y la tristeza la ahogaba lentamente.

Max sacó algo del bolsillo y lo puso frente a ella. Era un pequeño collar con un karting y una "J" grabada. Jenna lo reconoció al instante.

- Esto... esto era de mamá -dijo Max, su voz apenas un susurro-. Lo tenía puesto cuando... cuando murió. Quiero que lo tengas tú.

Jenna miró el collar. Las lágrimas que había estado conteniendo comenzaron a caer silenciosamente por sus mejillas. No quería llorar frente a todos, pero no podía detenerse. Tomó el collar entre sus dedos temblorosos.

- Lo siento, Jenna -dijo Max, su voz llena de culpa-. No sabía cómo decírtelo. No quería que lo descubrieras así, pero... no quería que te preocuparas en la carrera.

Jenna no respondió. Se levantó de la mesa, todavía sosteniendo el collar. Las lágrimas seguían cayendo, pero no emitió ningún sonido. Max intentó detenerla, pero ella se apartó.

- No puedo hacer esto ahora -murmuró antes de darse la vuelta.

Mientras se dirigía hacia su habitación, los demás pilotos la observaban en silencio, sin saber qué hacer. Jenna se fue, dejando un vacío palpable en la mesa, con Max sentado, hundido en la culpa.

---

El día del funeral de Lupe amaneció con un cielo gris, como si el mundo compartiera el dolor que Jenna llevaba dentro. Ella se había despertado sintiendo el peso de todo lo que había perdido, como si la tristeza la envolviera por completo. Desde el momento en que se levantó de la cama, todo le pareció surrealista, como si estuviera atrapada en una pesadilla de la que no podía despertar.

No quería ir. No quería estar allí, frente a todos, lidiando con el vacío que sentía. Pero, por mucho que deseaba quedarse en casa, alejada de todo, su equipo y Max la habían convencido de que debía ir. Obligada a arreglarse, algo que no tenía ganas de hacer, Jenna se sentía como una muñeca rota, siendo preparada para algo en lo que no quería participar. El vestido negro que llevaba la hacía sentirse atrapada, incómoda, pero no tenía energía para quejarse. Se dejó llevar por la inercia de lo que otros esperaban de ella, aunque su interior estuviera gritando por escapar.

And I wonder
Do you see her in the back of your mind?
In my eyes?

Y me pregunto
¿La ves en el fondo de tu mente?
¿En mis ojos?

En el coche hacia la iglesia, el silencio entre ella y Max era abrumador. Ya no estaban enojados como antes, habían arreglado sus diferencias en esos días oscuros que siguieron a la muerte de su madre. Max le había explicado que Lupe estaba en Austria, que tenía problemas de corazón y que no quiso preocuparla mientras competía. Jenna, aunque aún dolida, había comprendido que no tenía sentido seguir culpando a su hermano. No fue su culpa. Pero eso no hacía que el dolor fuera menos agudo.

Al llegar a la iglesia, Jenna vio a sus amigos esperándola. Algunos habían viajado desde lejos para estar con ella en ese momento, y aunque sus presencias la reconfortaban de alguna manera, no podía dejar de sentirse sola. Sentía las miradas de todos sobre ella, llenas de lástima, pero nadie se atrevía a decir una palabra. Los abrazos de sus amigos eran cálidos, pero no lograban penetrar la frialdad que la envolvía. Entre ellos, estaba su abuelo. El hombre mayor, con el rostro marcado por la tristeza, la abrazó con fuerza cuando la vio. Jenna se derrumbó en sus brazos por unos segundos, sintiendo el consuelo de ese abrazo que parecía decirle que todo estaría bien, aunque ninguno de los dos realmente lo creyera.

La ceremonia en la iglesia fue solemne. Jenna se mantuvo en silencio, sentada en la primera fila junto a Max. Cada palabra del sacerdote la atravesaba como una aguja, pero nada resonaba tan fuerte como el vacío que dejaba su madre. Cuando llegó el momento de cantar, Jenna subió al altar en un estado casi mecánico. La canción que había decidido cantar, WILDFLOWER, era una que había escrito hace tiempo, pero que nunca pensó que llegaría a cantar en un momento como ese. Cada nota que salía de su garganta era un grito silencioso de dolor, una despedida que no sabía cómo hacer.

But I see her in the back of my mind
All the time
Like a fever
Like I'm burning alive
Like a sign
Did I cross the line?

Pero la veo en el fondo de mi mente
Todo el tiempo
Como una fiebre
Como si me quemara vivo
Como una señal
¿He cruzado la línea?

Mientras cantaba, los recuerdos de su madre inundaban su mente. Las tardes en las que Lupe le enseñaba a tocar la guitarra, las risas compartidas durante las comidas familiares, los consejos que le daba antes de cada carrera. Todo eso ahora se sentía tan lejano, tan inalcanzable. Y mientras sus palabras resonaban en la iglesia, las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas, pero Jenna siguió cantando. Era lo único que podía hacer para sentir que, de alguna manera, estaba conectada con su madre en ese momento final.

Cuando el ataúd fue llevado al cementerio, Jenna caminó en silencio detrás de él, sintiendo que sus pies apenas podían sostenerla. Max estaba a su lado, su mano en su hombro, pero ella apenas lo sentía. Al llegar al lugar donde descansaría su madre, Jenna quiso decir unas palabras. Se había preparado para hablar, pero al ponerse frente a todos, se dio cuenta de que las palabras no salían. Abrió la boca, pero el nudo en su garganta era tan fuerte que no podía emitir sonido alguno. Los ojos se le llenaron de lágrimas y, finalmente, su voz se quebró.

- Yo... -intentó hablar, pero su voz se apagó.

Las lágrimas comenzaron a caer con más fuerza, y fue entonces cuando Max dio un paso al frente. Con una mano en su espalda, continuó lo que Jenna no pudo terminar. Habló de su madre, de cómo siempre había sido su apoyo incondicional, de cómo los había amado con todo su corazón. Max, que siempre había sido el fuerte, ahora estaba tan roto como ella, pero de alguna manera logró seguir hablando. Jenna lo escuchaba, con el corazón roto, sintiendo que cada palabra de su hermano era un eco de lo que ella misma quería decir.

Well, good things don't last (Good things don't last)

And life moves so fast (Life moves so fast)...

Bueno, las cosas buenas no duran (Las cosas buenas no duran)

Y la vida se mueve tan rápido (La vida se mueve tan rápido)...

Cuando todo terminó, Jenna no pudo quedarse más tiempo. Se apartó del grupo, ignorando las miradas de compasión que la seguían. No podía soportar más lástima, no podía soportar más palabras vacías de consuelo. Max intentó acercarse de nuevo, pero Jenna lo detuvo con una mirada. Necesitaba estar sola. Sin decir una palabra más, se dirigió hacia su coche y se marchó, dejando atrás el funeral, pero llevándose consigo todo el dolor.
















The greatest | A Lando Norris F1 fanfictionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora