Azraa
Era por la tarde, y mi madre me había pedido que la acompañara a ver a mi suegra. Aunque me encantaría ir, hoy no era el día.
—Mamá, hoy no puedo. Zahra, papá y yo vamos a salir a tomar algo —le dije, sonriendo, esperando que no insistiera.
—La próxima vez no hay excusas, eh, que tu suegra va a pensar que la estás evitando —bromeó mamá antes de salir.
Suspiré aliviada. Las visitas familiares a veces pueden ser un poco estresantes, y aunque me cae bien la familia de Abdel menos ADAM, prefería una tarde relajada con mi hermana y papá.
***
Estábamos en el restaurante, Zahra, papá y yo, disfrutando de unos batidos mientras charlábamos sobre el día a día y, como siempre, haciendo bromas sobre el inminente matrimonio. Mi padre estaba gracioso hoy, especialmente porque mi madre no estaba presente para escuchar nuestras bromas sobre ella.
—Azraa, no te confíes mucho. Cuando te cases, ya verás quién manda en casa —me dijo papá, sonriendo con picardía.
—Papá, seguro será como con mamá... tú solo piensas que mandas —bromeé, y Zahra soltó una carcajada.
Todo iba genial hasta que vi a alguien acercarse. Adam, acompañado de un hombre que parecía ser un paparazzi, vino directo a nuestra mesa. Mi cuerpo se tensó. No quería lidiar con él, y mucho menos frente a mi familia.
—Tío Mustafa, qué gusto verte —saludó Adam, con esa sonrisa falsa que me ponía de los nervios.
—Adam, hijo, ¿cómo estás? —respondió mi padre, siempre amable.
Adam me miró directamente.
—Azraa, ¿podemos hablar en privado?
No iba a dejar que me intimidara.
—No tengo secretos con mi familia. Lo que tengas que decir, lo puedes decir aquí —contesté, manteniendo la calma lo mejor que pude.
—¿Estás segura? Es sobre tu trabajo en periodismo... la entrevista aquella —dijo, y mi corazón se aceleró.
Sabía a lo que se refería, y no quería que mi padre se enterara de ninguna manera. Suspiré.
—Está bien. Papá, vuelvo en un momento —le dije, tratando de sonar relajada.
Nos alejamos unos metros, y Adam empezó a hablar con esa maldita sonrisa que siempre me molestaba.
—No creas que te vas a librar de mí tan fácilmente —dijo, como si todo esto fuera un juego para él.
—¿De verdad me has llamado para esto? —respondo enfadada—. Qué idiota eres.
Justo cuando me giro para volver a la mesa, me lanza una amenaza.
—No he terminado. ¿O quieres que le cuente a tu padre "lo nuestro"? —dijo, dándole un tono más serio.
Me detuve en seco y lo miré fijamente.
—¿Lo nuestro? —repetí con desprecio—. Ni se te ocurra meter a mi familia en esto. ¿Qué quieres de mí, Adam?
—Quiero que te cases conmigo —respondió, tan tranquilo como si fuera algo lógico.
—¿Y si no lo hago?
—Entonces te enfrentarás a las consecuencias —dijo, mirando disimuladamente a mi padre.
Mi pecho se llenó de rabia. ¿Cómo puede ser tan idiota?
—Escúchame bien, Adam. No le tengo miedo a nadie, solo a Allah. Así que deja de intentar asustarme —respondí, firme.
Adam me miró con algo diferente en los ojos, como si mi desafío lo hubiera desconcertado. Lentamente, levantó la mano y tocó la punta de mi hijab. Automáticamente aparté su mano, y en ese momento, el flash de una cámara me cegó. El hombre que lo acompañaba nos había sacado una foto.
—Si no quieres que esto salga a la luz, acepta mi propuesta. Cásate conmigo, Azraa —dijo Adam, sonriendo como si todo esto fuera un chiste.
—¿Cómo puedes caer tan bajo? —le solté, llena de desprecio—. Le harías esto a tu propio hermano. No olvides que sé lo que intentaste hacerme, y no pienso quedarme callada.
Me di la vuelta y regresé a la mesa, mi padre me miraba preocupado.
—¿Qué ha pasado? —preguntó.
Tomé un respiro profundo antes de responder.
—Nada importante. He renunciado a mi trabajo ya que no me gustaba las cosas que me mandaban a hacer y Adam solo me ofreció un trabajo ya que nos vamos a convertir en familia. Pero ya le he dicho que prefiero ganarme las cosas por mí misma —expliqué con una sonrisa.
—Así se habla, hija. Muy bien hecho. Mira, Zahra, aprende de tu hermana —dijo papá, orgulloso.
—Vaya, ya empiezas a sermonear otra vez, papá —bufó Zahra, cruzando los brazos.
Nos reímos los tres, y la tensión se fué un poco.
***
Abdel
Estaba en la oficina, revisando unos informes importantes cuando Tasmia, mi secretaria, tocó la puerta.
—Señor Khalid, su madre ha pedido que vaya a casa. Su suegra está allí —dijo con su tono habitual.
—Gracias, Tasmia —respondí, mientras recojo mis cosas.
Antes de que se fuera, le pido un último favor.
—Envía estos informes a contabilidad y, por favor, manda unas flores a Azraa. Lirios, ya que son sus favoritos.
Ella se giró hacia mí, con una expresión extraña.
—¿En serio se va a casar con esa mujer? —preguntó, claramente molesta.
Le lancé una mirada fría.
—Esa mujer es mi futura esposa y futura jefa de esta agencia. Cuida tus palabras —dije, con firmeza.
—Disculpe, señor Khalid —respondió secamente antes de irse.
Suspiro y recojo mis cosas.
—Qué gente... —murmuré para mí mismo mientras salía de la oficina.
15/09/2024

ESTÁS LEYENDO
Mi alma en el mar
RomanceQuién dice que todas las personas que llegan a tu vida son buenas personas? Quién te dice que esa es su verdadera cara? Quién te dice que pueden cambiar en cuanto te tienen en sus manos? Quién te dice que tu propia sangre te puede llegar a apuñalar...