27.

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Adam

Llego al hospital, y me dirijo hacia la habitación de Abdel. Pero algo me detiene antes de abrir la puerta.  ¿Qué le voy a decir? ¿Cómo voy a mirarle después de todo lo que ha pasado? 

Doy media vuelta y salgo rápido del hospital. Me encierro en el coche, aferrado al volante, sin arrancarlo. No puedo evitar pensar en el dolor que debió sentir Abdel en ese accidente. Yo mismo he pasado por algo parecido, y sé lo insoportable que es. Pero él… 

Azraa

Estoy poniendo la mesa cuando siento a Nayla aferrada a la punta de mi hijab, siguiéndome por toda la cocina.

—Nayla, cariño —le digo suavemente—, ¿por qué no vas a ver un poco de televisión mientras termino de poner la mesa? Cenaremos en un momento, ¿vale?

—Mami… me da miedo esa señora —murmura, mirando de reojo hacia la sala.

Suspiro, queriendo tranquilizarla sin darle motivos de preocupación.

Miro hacia el comedor y le entrego a Nayla unas cucharas.

—Entonces, ayúdame a poner esto en la mesa. Hoy tenemos sopa de salmón y ensalada de pollo. ¿Te gusta?

Ella asiente emocionada, y trato de concentrarme en nuestras cosas, intentando ignorar la presencia de Hannah. Me acerco a ella con cortesía, aunque sé que no soporto su presencia.

—Hannah, ¿te quedas a cenar? —pregunto, con la voz tranquila pero tensa.

Hannah me responde con una sonrisa altanera y un tono cargado de sarcasmo.

—Claro, espero a Adam, ya sabes. Y espero que no hayas puesto veneno en mi plato.

Fingiendo una risa seca, la miro fijamente.

—Tranquila, tú eres peor que el veneno —respondo, dándole paso hacia el comedor.


Mientras nos dirigimos al comedor, en ese momento la puerta se abre. Es Adam. Puedo notar la tristeza en su rostro antes de que Nayla corra hacia él y lo abrace. La expresión de Adam cambia ligeramente mientras la envuelve en sus brazos.

—¡Papi! Vamos a comer. Mamá ha hecho sopa de salmón y ensalada con pollo.

Adam sonríe, fingiendo que el olor le llega hasta la puerta.

—Mmm, si lo ha hecho mamá, seguro está delicioso.

Sus ojos se encuentran con los míos, pero rápidamente su expresión se endurece al notar a Hannah en la sala. Frunce el ceño y baja a Nayla.

—Adam, cariño —dice Hannah, acercándose con una sonrisa que intenta ser cálida—, ¿cómo estás?

Intenta darle dos besos, pero él se aleja.

—Bien, Hannah. ¿Qué haces aquí?

Ella no pierde la compostura. Sonríe con superioridad, lanzándome una mirada provocadora.

Me apresuro a pedirle a Nayla que se vaya al comedor a empezar a comer la sopa.

—Oh, sólo he venido a apoyarte cuando Azraa te deje por Abdel.

Me quedo helada, pero no dudo en enfrentarla.

—Cuida tus palabras, Hannah. ¿Acaso no tienes  dignidad? — respondo y no le doy tiempo para responder porque me voy al comedor furiosa.

****

El ambiente es tenso. Nayla come su sopa tranquilamente, sin percatarse de la frialdad que hay entre los adultos. Hannah toma un plato de ensalada, observándome con suficiencia.

—Prefiero la ensalada. No quiero arriesgarme con tu sopa, Azraa —dice, con una sonrisa mordaz.

Respiro hondo, intentando no responderle, cuando Hannah toma un trozo de pollo y lo pone en el plato de Adam, sonriéndole con un toque de insinuación. Adam no reacciona, y yo trato de mantener la compostura. Sin embargo, la situación me supera, y sin darme cuenta, digo:

—Abdel, pásame la sal, por favor.

Las palabras me salen antes de poder detenerme. Un silencio absoluto se extiende en la mesa. Nayla me mira con curiosidad.

—Mami, ¿quién es Abdel?

Siento que el color desaparece de mi rostro. Busco una respuesta, algo que decir, pero Hannah interviene.

—Nayla, cariño, Abdel es el hermano gemelo de tu papi. Tu mamá lo quiere tanto que confundió a tu papá con él.

Miro a Adam, y veo la decepción en sus ojos. Me siento atrapada, culpable.

—Lo siento, fue un reflejo.

Nayla frunce el ceño, confundida.

—¿Por qué nunca he visto a mi tío?

Adam suspira y me mira con una mezcla de tristeza y resignación.

—Nayla, cariño, ¿por qué no traes mi teléfono? Te enseñaré una foto de él. Está en mi habitación.

Observo a Adam, consciente de que acaba de mentirle a nuestra hija. Cuando Nayla se aleja, Hannah se adelanta antes de que Adam pueda decir nada.

—Te lo dije, Azraa. Tarde o temprano, dejarías a Adam por Abdel. No ha pasado ni un día desde que sabes que está vivo y ya lo confundiste con él.

—Esto es entre Azraa y yo, Hannah —dice Adam, en tono cortante.

—¡Claro que no! También es mi problema. No puedo soportar amarte durante toda mi vida y después ver que amas a una persona que ni siquiera te respeta.

—¿Qué te pasa? —respondo, harta de sus provocaciones—. ¿Tienes problemas mentales? ¿Te atreves a aparecer después de dos años para intentar destruir mi matrimonio? Estás perdiendo el tiempo. Nunca lo vas a lograr.

—Nunca difas nunca — responde ella apunto de añadir algo pero ese momento suena el timbre. Camino hacia la puerta y, al abrirla, me encuentro frente a una escena que no esperaba.

04/11/2024

Mi alma en el marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora