Me despierto con el cuerpo adolorido y una sensación de cansancio que no me deja moverme con normalidad. Me levanto despacio, sintiendo que el mundo a mi alrededor da vueltas. Este no es un simple malestar, algo no está bien. Después de pensarlo un poco, decido que lo mejor será ir al médico.
Paso horas en el hospital entre pruebas y preguntas que no parecen tener fin. Finalmente, el médico me llama y me explica la situación:
—No sabemos la causa exacta de tu enfermedad. No es mortal, pero tampoco tiene cura. Hay personas que viven con ella, pero debes evitar ciertos riesgos, como estar en piscinas o lugares donde puedas desmayarte y lastimarte gravemente.Salgo del hospital con un informe en las manos y el corazón pesado. Intento convencerme de que no es tan grave, pero algo en mí se siente roto. ¿Cómo se supone que voy a vivir con esto?
Al llegar a casa, dejo el informe en el sofá y camino hacia la cocina. Estoy hambrienta, pero cuando estoy a punto de abrir la nevera, algo me detiene. Mis ojos vuelven al informe. Resoplo, queriendo ignorarlo, pero al mismo tiempo no puedo apartarlo de mi mente.
De pronto, oigo pasos detrás de mí. Giro la cabeza y veo a Abdel entrando al salón.
—Azraa, ¿todo bien? —pregunta, mirándome con atención.
Me apresuro a recoger el informe y lo dejo encima de un armario, fuera de su vista.
—Sí, estoy bien. Solo iba a preparar algo de comer.
Abdel se acerca con su típico aire tranquilo.
—¿Te hago un café? —pregunta.
—No hace falta, ya lo hago yo —respondo rápidamente.
Mientras preparo el café, trato de concentrarme en la tarea, evitando que la conversación se alargue.
—Te gusta el café con leche, ¿verdad? —digo, intentando sonar casual.
Abdel me mira extrañado.
—¿Cómo lo sabes?
—No sé… intuición. A Adam también le gusta, y como sois gemelos, pensé que tú también.
Él sonríe un poco, pero no dice nada.
Él sonríe levemente, pero su expresión cambia rápidamente.
—Azraa… ¿cómo va tu situación con Adam?
Sus palabras me toman desprevenida. Bajo la vista hacia la cafetera, intentando ganar tiempo antes de responder.
—No lo sé. Me siento confundida. Todavía no puedo olvidar lo que pasó, pero… no sé qué hacer.
Abdel se apoya en la encimera, pensativo.
—Azraa, a veces, mantenerse en un lugar donde solo hay dolor no es lo mejor. Pero tampoco deberías tomar decisiones apresuradas. Piensa en ti misma, en lo que necesitas para estar bien.
Sus palabras, aunque sensatas, me hacen sentir más perdida. ¿Qué necesito para estar bien?
Cuando termino de preparar el café, Abdel se levanta para tomar un vaso de agua. Veo cómo sus ojos se detienen en el armario donde escondí los informes. Antes de que pueda detenerlo, los toma y comienza a leer.
—Azraa… ¿estás enferma?
Me quedo inmóvil, con el corazón latiendo rápidamente.
— Déjame explicarte… pero no le digas nada a Adam, por favor.
—¿Cómo voy a ocultar algo así? Es grave, Azraa.
—Lo sé, pero… necesito tiempo.
Suspira, dejando los informes en la mesa.

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Mi alma en el mar
RomantikQuién dice que todas las personas que llegan a tu vida son buenas personas? Quién te dice que esa es su verdadera cara? Quién te dice que pueden cambiar en cuanto te tienen en sus manos? Quién te dice que tu propia sangre te puede llegar a apuñalar...