Mientras Jamila, Adam, Yasin y Hannah conversan animadamente en el salón, decido unirme a ellos y me siento al lado de Adam. Él, con un gesto cariñoso, me toma de la mano, pero siento un nudo en el estómago y trato de soltarla. No obstante, Adam no me deja ir, aferrando mi mano con ternura. En ese instante, noto la mirada de desprecio de Hannah, que me observa con un aire despectivo.
—Perdona, Azraa —dice Hannah, con una sonrisa falsa—, ¿te importaría acompañarme a la cocina? Vamos a preparar té.
Asiento, intentando mantener la calma mientras ambas nos dirigimos a la cocina.
Una vez allí, la tensión en el aire es palpable. Hannah me mira con una expresión desafiante.
—Mira, Azraa, Adam y yo somos amigos desde que tenemos memoria. No voy a permitir que una pobre chica como tú venga a robármelo de la noche a la mañana. Si no te alejas de él, lo vas a lamentar muy caro.
—¿Qué me vas a hacer? ¿Matarme? —le respondo, levantando una ceja, desafiándola.
—No, no te preocupes, no te voy a matar. No soy una asesina como tú. Pero te voy a hacer la vida imposible —replica, disfrutando de cada palabra.
Al ver la expresión confusa en mi rostro, Hannah añade:
—Adam me lo contó todo. ¿Cómo lo ves?
Una punzada de dolor recorre mi corazón al pensar que Adam le ha revelado nuestros problemas.
—Hannah, o como te llames —comienzo a decir, con voz firme—, te recuerdo que yo soy la esposa de Adam y tú eres una simple amiga. Tarde o temprano, vuestra amistad se acabará como todas las demás. Pero no voy a permitir que una patética como tú venga a decirme lo que tengo que hacer.
—Bueno, al menos me queda claro que no hay amor entre vosotros. Adam va a acabar siendo mío. Dios mío, ¿crees que Adam se va a fijar en alguien como tú? Mira cómo te vistes, hasta su abuela se viste mejor que tú —Hannah se ríe, y siento que su ofensa me deja incómoda.
—Eres tan débil que utilizas tu riqueza como armadura. Pero te lo vuelvo a recordar —me acerco a ella, enfrentándola—: soy la mujer del gran Adam, y él será el futuro padre de mis hijos.
Un pensamiento atraviesa mi mente: tal vez lo último sobraba, pero tenía que dejarla en su lugar. Si yo era el problema entre Adam y Hannah, entonces había una guerra que ganar. Tanto ella como Jamila conocerán a la verdadera Azraa.
Justo en ese momento, Adam aparece en la cocina y se percata de la tensión entre nosotras.
—¿Hay pelea de gallina? —se burla, con una sonrisa irónica—. Todo esto por el gran Adam.
—Ya cállate, necesito hablar contigo —le respondo, irritada.
Adam, sin inmutarse, le dice a Hannah:
—La jefa me llama —le guiña un ojo, lo que provoca que no pueda evitar molestarse aún más.
Salimos de la cocina para dirigirnos al jardín.
—Adam, ¿qué haces? Estás casado conmigo, ¿entiendes? —exclamo, levantando mi mano para mostrarle el anillo.
—No te pongas celosa —responde él, divertido.
—No estoy celosa —me defiendo, cruzando los brazos.
—¿Seguro? —pregunta Adam, con una sonrisa burlona.
Suspirando, pienso que para que mi matrimonio sea perfecto y poder derrotar a Hannah y a Jamila, debo encontrar una manera de olvidarme de Abdel, aunque siempre lo llevaré en mi corazón. Solo quiero estar bien mentalmente.
—En fin. Te he llamado para pedirte si me puedes llevar a un psicólogo —digo finalmente.
—¿Qué? ¿Por qué? —Adam me mira sorprendido.
—Si vamos a hacer real este matrimonio, entonces necesito ir al psicólogo. Tengo que estar bien mentalmente —explico, manteniendo mi postura.
—Ah, amigo, entonces andando —responde Adam, tomando la iniciativa.
Murmuro para mí:
—Idiota.
—¿Has dicho algo? —pregunta Adam, sin darse cuenta de la ironía en mi tono.
—No, nada. Vámonos —concluyo, sintiendo que, a pesar de las tensiones, he dado un paso importante hacia el cuidado de mi salud mental y la consolidación de nuestra relación.
30/09/2024

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Mi alma en el mar
Roman d'amourQuién dice que todas las personas que llegan a tu vida son buenas personas? Quién te dice que esa es su verdadera cara? Quién te dice que pueden cambiar en cuanto te tienen en sus manos? Quién te dice que tu propia sangre te puede llegar a apuñalar...