17.

261 10 2
                                        

Ya es de noche y Adam aún no ha vuelto. Miro el reloj por décima vez y suspiro. ¿Debería llamarlo? No. ¿Por qué tendría que llamarlo? Ni que fuera mi marido de verdad.

—Señorita Azraa, la cena ya está lista —dice Leila desde la puerta.

—Muchas gracias. Ehmm, Leila, ¿Adam no ha vuelto?

—El señor Adam ha estado toda la tarde en su gimnasio —responde.

—¿En serio? Bueno, gracias, bajo enseguida.

En serio, Adam es un idiota total. Yo aquí preocupándome para nada. Tomo mi móvil, frustrada, y justo cuando abro la puerta, me choco con él.

—¡Au!

Adam, serio y sin mirarme, murmura:

—Perdón. No te vi.

Sin más, se dirige al baño, dejándome ahí, medio ofendida y molesta. Quizás me pasé con él, pienso, mientras me siento en el borde de la cama.

Reviso mi armario y saco mi pijama, dejándolo sobre el sofá. Espero a que Adam termine su ducha para disculparme. No me siento bien por haberlo tratado mal. Unos minutos después, Adam sale del baño, con una toalla alrededor de la cintura y otra en su cuello. Al verlo, me giro rápidamente.

—Lo siento, yo... solo quiero disculparme contigo por haberte hablado así —digo, mirando hacia cualquier parte menos a él.

No quería ver eso, aunque debo admitir que tiene un cuerpo... típico de los atletas. Escucho pasos acercándose. El nerviosismo me invade. Rezo a Allah para que no aparezca justo frente a mí.

Pero, como siempre, tengo tanta mala suerte. Adam se coloca delante de mí y levanta mi barbilla suavemente.

—Azraa, mírame. Mírame a los ojos y pide disculpas —me dice con esa sonrisa que nunca cambia.

Lo miro a sus ojos verde oliva por un segundo, pero no aguanto. Aparto la mirada.

No puedo mirarle a los ojos. Nunca he sido capaz de hacerlo, y menos a alguien del género opuesto.

—Adam, de verdad lo siento —digo, fingiendo que recojo mi diario del escritorio—. Esto, vístete y baja a cenar. Yo me adelanto.

—Tus disculpas no son aceptadas... aunque, te perdono si cenas conmigo esta noche —responde en tono burlón.

Hago un side eye y murmuro para mi misma: "Dame paciencia, Allah".

—¿En serio me vas a torturar por una tontería?

—Tú decides, o cenas conmigo o mi actitud hacia ti cambiará.

—Está bien, tú ganas. —Me doy vuelta un segundo, olvidando que Adam sigue sin camisa, y cuando lo veo, vuelvo a girarme rápidamente—. Y dime una cosa, Adam. ¿Por qué no fuiste a tu entrenamiento?

—Porque mi esposa no quería acompañarme —contesta riéndose.

—Ja, ja, ja, muy gracioso.

—Lo sé, Azraa. Ahora, si me disculpas, debo vestirme... o ¿quieres quedarte para verlo?

—Adam, cállate, das asco —le contesto, buscando mi toalla en el armario para salir cuanto antes.

—Me voy a duchar en otro lado—digo, saliendo rápido antes de darle tiempo a otra de sus bromas.

***

Después de arreglarme, bajo las escaleras y lo veo, impecable, listo para salir. Me acerco a él y noto la mirada fija de Hannah, que está claramente molesta. Un impulso me lleva a tomar a Adam del brazo. Quiero que ella lo note, quiero que sienta que no tiene ningún poder aquí. Me dedico a ignorar su mirada mientras Adam y yo nos dirigimos al coche.

Mi alma en el marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora