—¿Cuál es tu problema? Te lo pregunto en serio, Hannah. ¿Tienes problemas mentales? ¿En serio vienes después de dos años para intentar destruir nuestro matrimonio? No lo intentes, porque lo haces en vano.
Justo en ese momento, el timbre interrumpe la conversación.
Me dirijo hacia la puerta, con el corazón latiendo rápido, preguntándome quién será ahora. Al abrirla, el mundo parece detenerse. Frente a mí, apoyado en un bastón, está Abdel. Su rostro luce más pálido, su cuerpo más delgado. Su mirada… no es la misma. Parece confundido, desorientado, como si estuviera intentando recordar algo en un sueño lejano. A su lado, Yasin le sostiene el brazo, mientras Jamila me observa con su típico aire de superioridad.—Salam alaikum. Tú eres mi cuñada, ¿no? — Sus palabras me dejan sin aliento. No sabe quién soy, o al menos, no en la forma en que debería.
Por un instante, me quedo paralizada, sin saber qué responder. Miro a Yasin, luego a Jamila, esperando que alguno me ayude a entender esta escena surrealista. Pero antes de que pueda decir nada, escucho una voz desde atrás.
—Hola, Abdel, me alegro de verte de nuevo —le dice con una sonrisa tan fingida que apenas oculta la malicia en su voz.
Que quiere decir con de nuevo? A caso lo ha visto antes de venir?
—Y a mí también, Hannah —contesta él, esbozando una sonrisa educada.
Abdel continúa mirándome con una expresión extraña, claramente desconcertado. Entonces, Jamila le toma del brazo.
—Vamos, hijo, entremos. — dice Jamila, rompiendo el incómodo silencio. —Entra, esta es tu casa— Sin más, me dejan de lado y pasan delante de mí, mientras Yasin acompaña a Abdel al interior.
Entro tras ellos, sin poder apartar la mirada de Abdel, como si con solo observarle pudiera encontrar alguna respuesta a todo este caos.
Al llegar al salón, veo a Adam que no puede apartar los ojos de Abdel, hasta que finalmente este se acerca a él.—Te he extrañado demasiado, hermano,—dice Abdel, envolviéndolo en un abrazo. Adam parece congelado, incapaz de reaccionar, mientras Abdel sigue aferrado a él.
—Estáis todos muy raros,— comenta Abdel, con una leve sonrisa, como si intentara tomarlo con humor.Adam levanta la mirada hacia Jamila, buscando respuestas que, al parecer, ella ya tiene preparadas.
—Azraa, Adam, Hannah,— dice Jamila con un tono serio. —Necesito hablar con vosotros. Ahora.
Ella nos guía hasta la cocina, mientras Yasin ayuda a Abdel a acomodarse en el salón. La puerta se cierra tras nosotros, y la mirada de Jamila se endurece.
—Abdel no recuerda nada de lo ocurrido antes del accidente,— nos informa sin rodeos. —Los médicos han advertido que cualquier recuerdo fuerte podría hacer que reviva el trauma... y que posiblemente regrese al estado de coma.
Hannah da un paso adelante, lista para hablar, pero Jamila la detiene con un gesto de la mano.
—Hannah,—dice en tono firme. "Si te atreves a decirle algo de lo que pasó, sufrirás las consecuencias. Eres como una hija para mí, pero si haces algo a mis espaldas, no dudaré en tomar medidas."
Se vuelve hacia mí, su mirada aún más penetrante.
—Azraa, sé que no estoy de acuerdo con tu matrimonio con Adam, pero lo he tolerado por el bien de Abdel. Y aclaremos algo, —continúa. —Él jamás te pidió que te casaras con Adam; fue idea mía para limpiar el nombre de esta familia.Sus palabras me atraviesan como un cuchillo. Siento cómo se me va el aire, y una mezcla de confusión y rabia se apodera de mí. Sin decir nada, me doy la vuelta y salgo de la cocina. Me encierro en mi habitación, intentando procesar lo que acaba de ocurrir.

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Mi alma en el mar
RomantikQuién dice que todas las personas que llegan a tu vida son buenas personas? Quién te dice que esa es su verdadera cara? Quién te dice que pueden cambiar en cuanto te tienen en sus manos? Quién te dice que tu propia sangre te puede llegar a apuñalar...