Al abrir los ojos, casi me da un infarto al ver a Adam durmiendo a mi lado. Me toco la cabeza para asegurarme de que mi hijab sigue en su lugar. ¿Qué hora es? Miro mi teléfono y ya son las 9 am.
Sin querer, lo examino de arriba a abajo; tiene un buen cuerpo, pero es un idiota con cerebro de mosquito. Me quedo embobada y, al darme cuenta de que lo estoy mirando, Adam se despierta y empieza a sonreír, como si supiera lo que estoy haciendo.
—Buenos días, esposa mía —dice, estirándose.
—Dime, Adam, ¿por qué estás en la cama? —le respondo, tratando de mantener la calma.
—Yo debería hacer esa pregunta. Esta es mi cama.
—Podrías haberme despertado.
—Oh, no lo sabía, princesa —se ríe con esa voz ronca típica de los hombres—. No quería que Hannah supiera de nuestros problemas.
—Demasiado tarde para eso. Ya le contaste lo mío con Abdel —le digo, enfadada.
Me atrae hacia él por la cintura, pero reacciono rápido y le tiro una almohada en la cara para que me suelte.
De repente, la puerta se abre de golpe y aparece Hannah.
—Ayy, perdón. No sabía que Azraa estaba aquí.
—¿Acaso no te han enseñado a tocar la puerta antes? —le digo, algo molesta.
—¿Sabes qué son las disculpas? Adam, he venido a buscarte. Jamila ha dicho que bajes a desayunar.
—Muchas gracias, Hannah. Ahora, si nos disculpas, estamos disfrutando nuestra compañía —respondo, intentando quitar las manos de Adam de mi cintura.
—Adam?
—Ya voy —dice un poco fastidiado, antes de darme un beso en la mejilla.
Me sorprendo y a punto estoy de replicar, pero recuerdo que Hannah está presente. Ella se va y Adam se dirige al baño para prepararse antes de bajar.
Una vez que Adam se va, me levanto motivada. Es hora de comenzar con mi plan; tengo que vivir como la señora de esta casa.
Me ducho, me lavo los dientes y elijo un outfit: una falda blanca de seda, una camisa de manga larga blanca, un top de cuerdas amarillo y un hijab marrón. Me maquillo un poco, solo gloss en los labios y rubor. Me pongo unos tacones y bajo a desayunar.
Al llegar al comedor, todos los ojos se posan en mí. Camino con firmeza, ignorando las miradas de Jamila y Hannah. Adam me silba de forma coqueta, y su madre lo regaña por faltarle el respeto a la comida.
Veo que Hannah está sentada en mi sitio y no hay plato para mí. Adam llama a la criada Leila para que le traiga un plato, pero yo le digo que no hace falta, que ya voy yo.
—Hannah, a la próxima, por favor, siéntate en otro lugar. Ese es mi lugar —le digo.
Ella iba a responder, pero Jamila la calma antes.
Me siento al lado de Yasin, quien me sonríe y me añade pan a mi plato.
—A mí tampoco me gusta esta chica —me susurra Yasin disimuladamente, y ambos nos reímos.
—¿De qué se ríen tanto? —pregunta Jamila.
—De nada —respondemos mientras miro a Hannah y luego a Adam.
—Cariño, ¿quieres más té? —le pregunto a Adam.
—Claro, si me lo preparas tú —dice con su sonrisa burlona.
Tengo ganas de vomitar en este momento,enserio, si actuar fuera mi profesión, tendría varios premios. Así que disfruto de este instante. El marcador está: Hannah y jamila: 0-Azraa:1
Cuando acabamos de desayunar, ayudo a recoger la mesa y me dirijo a mi habitación para escribir en mi diario. Escribir es una de mis pasiones. ¡Cómo extraño escribir noticias sobre deportes!
—¿Escribiendo tus sentimientos sobre mí? —interrumpe Adam.
—No, Nadia me aconsejó escribir todo lo que me pase por la cabeza en un diario.
—Déjame leer —se acerca para intentar coger el diario.
—No. No lo toques. Como te atrevas a tocarlo, te voy a cortar los dedos.
—Está bien, fanfarrona. Solo quería decirte lo guapa que estás.
—Sí, claro, ni tú te lo crees.
—Que sí, te lo digo en serio —dice, muy serio. Se acerca para acariciar mi hijab, pero me pongo nerviosa y doy un paso atrás.
—Bueno, tenemos que salir hoy.
—¿Por?
—Tengo entrenamiento y quiero que vayas conmigo.
—No, mejor ve con Hannah. Lo único que voy a provocar es un escándalo. No te habrás olvidado del problema que has causado.
—¿Vas a seguir recordándolo?
—Así es, Adam. Por tu culpa estoy viviendo una vida de miseria. ¿Crees que lo que me importa es el dinero y el lujo? Lo único que quiero es vivir en paz y no callar mi conciencia regalando autos por ahí.
—Está bien, si eso es lo que quieres, a partir de ahora no me voy a molestar, Azraa. Haz lo que quieras —Adam se va, haciendo un portazo.
—Idiota —murmuro para mí misma.
02/10/2024

ESTÁS LEYENDO
Mi alma en el mar
RomanceQuién dice que todas las personas que llegan a tu vida son buenas personas? Quién te dice que esa es su verdadera cara? Quién te dice que pueden cambiar en cuanto te tienen en sus manos? Quién te dice que tu propia sangre te puede llegar a apuñalar...