05.

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— Azraa,no os olvidéis de la lechuga. Es importante.. — Dice mi madre. Ya son las dos, Zahra y yo tenemos que ir a hacer la compra.

— Sí,Umm. No te preocupes. — Le digo arrastrando las palabras.

****

Estábamos caminando por la calle, Zahra y yo, disfrutando del aire fresco de la tarde. El sol empezaba a ponerse, tiñendo el cielo con tonos rosados y dorados. Como siempre, Zahra y yo estábamos charlando, compartiendo esos pequeños detalles que solo nosotras entendemos.

—¿Te imaginas lo que mamá dirá si llegamos a casa sin la lechuga? —preguntó Zahra con una sonrisa pícara.

—Probablemente nos dará ese sermón de "no se puede confiar en nadie más que en uno mismo" —respondí, riendo mientras imaginaba la escena. Zahra también se rió, pero justo en ese momento, un coche negro apareció de la nada.

Era un BMW M4 con las ventanas tan oscuras que no se podía ver quién estaba dentro. El coche se detuvo justo delante de nosotras, y sentí cómo mi corazón empezaba a latir con fuerza. Zahra se tensó a mi lado, y ambas dimos un paso atrás.

—¿Quién es? —susurró Zahra, su voz temblando ligeramente.

—No lo sé —respondí, tratando de mantener la calma, aunque una sensación de inquietud se apoderaba de mí.

El coche se quedó quieto durante lo que pareció una eternidad. De repente, la ventana del conductor comenzó a bajar lentamente. Zahra y yo nos miramos, nuestras caras reflejando la misma mezcla de miedo e incertidumbre.

Y entonces lo vi. El rostro familiar, la sonrisa de...de Abdel.

—Buenos días Azraa —Dijo, con ese tono despreocupado que siempre me hacía rodar los ojos, aunque en este momento, me hizo suspirar de alivio.

—¡Abdel! —grité, aliviada y a la vez enfadada—. ¿Tienes idea de lo que nos hiciste pasar? ¡Casi me da un infarto! — En serio, no se como me atreví a hablarle en ese tono. Ni siquiera tenemos esa confianza.

Zahra soltó una pequeña risita por mi tono y a la vez tenía una cara de confusión. Abdel se rió también. Ayyy, esa risa. Abdel abre la puerta del coche y sale a saludarnos.

—Lo siento, chicas, no era mi intención asustarlas —dijo, aunque la risa en sus ojos sugería lo contrario.

—Claro que no —respondí, aún sintiendo la adrenalina y la vergüenza en mis venas. —De verdad, Abdel, casi nos haces correr. Pensamos que... bueno, ya sabes.

Él asintió, ahora con una expresión más seria.

—Lo siento en serio. No fue mi intención. ¿A dónde vais?

—Vamos a hacer la compra —respondí, finalmente relajándome.

Abdel sonrió y abrió la puerta del coche.

—Suban, las llevo. Y yo invito las bebidas.

Zahra y yo nos miramos confundidas y le hago señas para que entienda que le explicaré después.

— No creo que sea adecuado. Será en otro momento. — Le digo.

— Como quieras. Pero necesito hablar contigo. — Añade y de repente siento que mi corazón va a salir por mi boca. — Esto, ¿te lo has pensado ya?

— Emmm... sí. Puedes venir. — Le digo mirando el suelo. No puedo mirarlo a los ojos. Si lo hago voy a desmayarme.

— Bien. Avisaré a tus padres. — Dicho esto, se gira y se va en su coche.

¡No me lo puedo creer! Abdel va a venir a pedirme la mano. No se si estoy soñando o imaginando.

Me acerco a Zahra y aún continúa con su cara confusa.

— Sí,sí, sí, ahora te lo explico todo. Verás...

Mi alma en el marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora