Estoy acostada en el sofá de la antigua habitación de Nayla, el agotamiento me ha vencido, y sin darme cuenta, he caído en un sueño ligero. La puerta se abre lentamente y escucho la voz de Nayla, entrecortada, casi llorando.
—Mami… ¿papá y tú os vais a separar?
Me sobresalto, el dolor de cabeza que ya tenía se intensifica, y trato de orientarme mientras me incorporo para mirarla.
—No, Nayla… —le digo en un tono calmado, aunque me siento destrozada por dentro—. ¿De dónde has sacado eso?
Nayla se acerca con ojos temblorosos y me abraza fuerte, pegando su cabecita a mi pecho.
—Os he escuchado discutir… —su voz se quiebra, y siento cómo mi corazón se rompe un poco más al escuchar el dolor en sus palabras.
Intento tranquilizarla, le acaricio el cabello y respiro profundo. No puedo creer que esté pasando por esto, que haya tenido que escuchar nuestra discusión.
—Escúchame, Nayla, a veces mamá y papá discuten, como todas las personas… Pero eso no significa que vayamos a separarnos, ¿de acuerdo? —trato de sonreírle, de mostrarle tranquilidad.
Ella me observa, sus ojitos buscan una verdad que no quiere aceptar, y una pequeña idea se forma en mi cabeza.
—¿No te gustaría vivir conmigo en una casa bonita, solo tú y yo? Podríamos ir a visitar a papá cuando quisiéramos, como si fueran unas vacaciones, ¿te gustaría?
Nayla frunce el ceño y veo cómo se da cuenta de lo que estoy tratando de decir.
—¿Ves? ¡Os queréis divorciar! —protesta, y mis intentos por prepararla se desvanecen en el aire.
Me quedo en silencio, derrotada por mi propia falta de tacto. Después de unos segundos, Nayla se calma un poco y me mira con los ojos enrojecidos.
—Papá me ha enviado para decirte que prepares una habitación para el tío Abdel.
La sorpresa me toma de golpe.
—¿Por qué? —le pregunto, tratando de entender de qué está hablando.
—Dice que el tío Abdel se quedará con nosotros un tiempo, o eso ha dicho la abuela —Nayla me explica, como si no entendiera tampoco del todo lo que sucede.Mientras intento procesar esa información, Nayla se retira lentamente y se queda cerca de la puerta, mirándome de reojo antes de salir.
Al cabo de un rato, la puerta de la habitación se abre de nuevo, y Adam entra, sus ojos reflejan una mezcla de enfado y frustración.
—¿Por qué no bajaste a despedirte de mis padres? —me pregunta, y siento el tono demandante en su voz.
—No empieces, Adam —respondo, suspirando.
—No, ya me has escuchado bastante —insiste, mirándome fijamente—. Ahora toca que tú me escuches.
Lo observo , pero asiento con la cabeza, sin decir palabra.
—Dime, te escucho, Adam.
Él respira profundo antes de hablar, como si estuviera conteniendo un huracán dentro de sí.
—Está bien… acepto que he cometido errores, como cualquier ser humano. Pero, ¿de verdad vas a tirar todo por la borda solo porque intenté proteger nuestro matrimonio? ¿No crees que estás exagerando? ¿Qué va a pasar con Nayla?
Mis labios se curvan en una sonrisa irónica.
—¿Solo eso, Adam? ¿Te parece poco? Te recuerdo que me has ocultado la muerte de una persona a la que quería… —mi voz se tiñe de amargura—. Y encima, me hiciste sentir culpable por todo lo que pasó, todo para obligarme a casarme contigo cuando la culpa la tenías tú.
—¡Y vuelves con lo mismo! —grita, su tono cada vez más enfadado.
—Una cosa es perdonar, Adam, y otra muy distinta es olvidar. Si olvidáramos todo lo que sucede en nuestras vidas, ¿no cometeríamos los mismos errores una y otra vez?
—¿Qué estás insinuando, eh, Azraa? —casi gruñe, con los puños apretados.
Intento calmarme, aunque siento cómo mi propia rabia me consume.
—Nada, solo intento entender qué clase de persona eres.
Él me observa fijamente.
—¿Y lo has logrado?
Asiento lentamente y doy un paso hacia él.
—Sí… —murmuro, mi mirada fija en sus ojos—. Eres un ser despreciable. Ahora, fuera de MI habitación.
Adam me observa, y su expresión es como si le hubiera dado una bofetada. Pero no pierde la compostura, me mira con frialdad.
—Nuestra habitación, Azraa. — me corrige
—De ahora en adelante, es mía. —mi voz es firme—. Te lo he dicho, quiero el divorcio. Siguiendo las reglas del Islam, debo permanecer en esta casa durante tres meses, y ya veremos lo que ocurre.
Adam me observa con una mezcla de dolor e incredulidad, y finalmente murmura, en voz casi inaudible:
—Hannah y mi madre tenían razón… tarde o temprano, me dejarías por Abdel.
Esas palabras me golpean más fuerte de lo que imaginé, y sin contener la rabia y la tristeza, le respondo con la voz temblorosa:—Muy bien… ahora vete. No quiero verte.
****
La habitación de Abdel está casi lista, he colocado las sábanas y ajustado las almohadas cuando él entra. Me mira, notando mi semblante sombrío.
—Os he escuchado discutir… ¿Qué es lo que pasa, cuñada?
Me quedo en silencio, mis ojos comienzan a llenarse de lágrimas, pero intento contenerlas.
—No es nada… solo cosas del matrimonio —murmuro, tratando de sonreír débilmente.
Abdel se queda observándome, con preocupación en los ojos.
—Si el problema soy yo, puedo quedarme en casa de mi madre… solo quiero estar cerca de Adam y Nayla. He estado lejos de Adam mucho tiempo, lo extraño demasiado.
Su honestidad me conmueve, y una parte de mí desea poder abrirle mi corazón y contarle todo. "Ojalá pudiera decirte todo, Abdel", pienso en silencio. Pero me guardo esas palabras.
Él asiente, como aceptando mi silencio.
—Gracias por preparar la habitación —me dice, con una voz suave.
Una lágrima escapa de mis ojos antes de que pueda evitarlo, y él la nota.
—¿Estás bien, Azraa? —me pregunta de nuevo, preocupado.
Me seco rápidamente la lágrima y respondo en un susurro.
—No… no realmente. Quiero divorciarme de Adam.
Abdel intenta hacer más preguntas, pero sacudo la cabeza y me retiro rápidamente antes de decir algo que no debería.
****
Es de noche cuando estoy de camino a la sala para acostar a Nayla en su habitación. Mi cuerpo se siente pesado, cada paso que doy es un esfuerzo. Respiro hondo, pero siento que hasta eso se me hace difícil. Cuando llego a la sala, veo a Adam, Nayla y Abdel jugando juntos. Adam parece tan tranquilo, como si nada hubiera pasado, como si todo estuviera en perfecta armonía. Me duele verlo así.
Abdel se percata de mi presencia y nota mi cara pálida.
—¿Estás bien, Azraa? —me pregunta, con la mirada fija en mí.
Miro a Adam por un instante, hacemos contacto visual y aparto la vista rápidamente.
—Sí, estoy bien. Nayla, vamos… es hora de dormir.
Nayla protesta.
—No quiero irme, mami.
—Recuerda que las vacaciones están por terminar —le digo en tono suave—. Debes acostumbrarte a dormir temprano, el colegio está por empezar.
Bufando, Nayla se levanta sin entusiasmo. Intento levantarme del sofá, pero un dolor intenso recorre mi cuerpo. Ya llevo dos días con estos síntomas, y no sé qué me ocurre.
Con esfuerzo, me pongo de pie, pero siento que me tambaleo. Por un segundo, siento que voy a caer hasta que Adam se apresura a ayudarme. Me suelto de él sin decir nada y salgo de la sala.
Al acostar a Nayla, regreso a mi habitación y me siento en el sofá. Saco mi teléfono y empiezo a buscar las posibles causas de mis síntomas.
—Pérdida de consciencia en milisegundos… dolor corporal repentino… cansancio extremo.
No encuentro nada que me aclare qué me sucede. Suspiro, cansada, y me dirijo a mi habitación.
De repente, el teléfono vibra en mi mano, sacándome de mis pensamientos. Es Zahra. Respondo la llamada y camino hacia mi habitación, esperando encontrar a Adam, pero no está. Zahra me pregunta por Abdel, si realmente está vivo, y le explico la situación en voz baja, evitando dar detalles que puedan alarmarla más de lo necesario. Le hablo también de mi decisión de divorciarme de Adam, de todo lo que he pasado. Justo cuando Zahra empieza a aconsejarme, noto una pequeña nota en la mesita de noche. La tomo entre mis dedos, y su simple mensaje me descoloca: “Buenas noches cariño y por favor perdóname. Piensa en Nayla :)”
Mis pensamientos no paran en mi mente, enredándose unos con otros. Zahra continúa hablando al otro lado de la línea, pero apenas la escucho. Me siento desgarrada, atrapada entre lo que mi corazón quiere y lo que mi mente me dice que debo hacer. Sé que Adam me ama, y yo también a él aunque me haya costado pero, ¿cómo vou a confiar en él cuando tantas mentiras han manchado nuestra relación? ¿Cuántas cosas más me estará ocultando?08/11/2024

ESTÁS LEYENDO
Mi alma en el mar
RomanceQuién dice que todas las personas que llegan a tu vida son buenas personas? Quién te dice que esa es su verdadera cara? Quién te dice que pueden cambiar en cuanto te tienen en sus manos? Quién te dice que tu propia sangre te puede llegar a apuñalar...