19.

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Estoy con Nadia, buscando en ella algo de alivio, alguien que me escuche sin juzgarme. Le explico todo: el estrangulamiento, los motivos, quién es realmente Hannah y cómo me encuentro en medio de este caos. Nadia me escucha con paciencia, como siempre, hasta que me pregunta:

— ¿Y Adam? ¿Cómo va todo con él?

Me cojo las manos, sintiéndome como una niña pequeña. Pero luego, de golpe, suelto lo que llevo días guardando.

— Adam se me declaró. Me ha dicho que me ama y me ha defendido ante su familia.

Nadia sonríe, como si supiera exactamente lo que iba a decir.

— Te lo dije, él está haciendo un gran esfuerzo.

Bajo la mirada y dejo salir las palabras que me queman por dentro.

— Pero yo lo rechacé.

Nadia me mira, sorprendida.

— ¿Y eso?

— Tengo miedo de confiar en él. Es verdad que ahora es muy diferente y todo eso, pero no puedo olvidar lo que ha hecho. Mi conciencia no me deja tranquila.

Nadia asiente, comprensiva pero firme.

— No es tu conciencia ni tu vocecilla interna. El problema eres tú, Azraa. Necesitas olvidar a Abdel. Si no lo haces, todo este sufrimiento que sientes no va a acabar. Abdel ya no va a volver, tanto si le sigues amando como si no. Tal vez estás empezando a sentir algo por Adam y no lo quieres ver. Tu odio hacia él te lo impide. Recuerda: si no hay odio, no hay amor.

Sus palabras me golpean. Si no hay odio, no hay amor. Nadia continúa:

— El amor viene después del odio. Fíjate en el progreso que has estado haciendo. Hace unos meses ni siquiera podías soportar estar a su lado, y mira ahora: te diviertes con él, te defiende, compartís la misma cama, salís a cenar... — hace una pausa, observándome atentamente — Azraa, tu odio hacia él no está en tu corazón, sino en tu mente.

Me muerdo el labio, dudosa.

— Entonces, ¿qué hago?

Nadia sonríe con dulzura, como si la respuesta fuera evidente.

— Lo que tu corazón desea.

— Mi mente me dice que confíe en él, pero mi corazón teme. No sé si confío en él o no. Estoy tan confundida...

Nadia se inclina hacia adelante, su tono es suave pero directo.

— Uno no confía con el tiempo. O se confía o no se confía, y con las acciones de esa persona se logra mantener esa confianza. Pero si no la hay, se acaba todo. Y me temo que eso no es lo que quieres, ¿no?

Me quedo pensativa. Hace unos meses habría deseado que todo se acabara, pero ahora... las cosas han cambiado.

— Hace unos meses lo hubiera querido así, pero ahora, Adam es... tan diferente. No es el idiota que conocía hace unos meses.

Nadia asiente, satisfecha.

— Ya he encontrado la respuesta y la solución.

Frunzo el ceño, intrigada.

— ¿La solución?

— Para aclarar tu mente y tus ideas, apunta en tu diario lo que te gusta de él y lo que no. También te recomiendo pasar más tiempo con él, aunque sea media hora al día. Intenta estas cosas, y nos vemos la semana que viene.

Suspiro, agradecida por su consejo.

— De acuerdo, muchas gracias.

— Nos vemos la semana que viene.

Mi alma en el marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora