4 años después
Me despierto por un grito suave, pero insistente. No quiero abrir los ojos, pero siento algo pequeño y cálido encima de mí, moviéndose con energía.
—¡Mami, es hora, es hora! —La voz de Nayla, llena de emoción, me sobresalta. Está saltando en la cama como si el mundo se fuera a acabar si no me despierto.
—¿Hora de qué, Nayla? —murmuro, medio dormida, tratando de refugiarme bajo las sábanas.
De repente, Nayla se deja caer sobre mí, haciéndome reír sin remedio mientras me aplasta con su pequeño cuerpo.
—¡Ya lo has olvidado, mami! —me dice, como si fuera obvio, mientras me acaricia la cara con sus manitas. Su toque es tan suave que me despierta por completo—. Hoy es el partido de papi.
Abro los ojos de golpe, sorprendida. ¡El partido! Me incorporo rápidamente.
—¡Es verdad! Lo olvidé por completo.
Justo en ese momento, la puerta se abre y Nadia asoma la cabeza, sonriendo con diversión.
—Por suerte, aquí está tu mejor amiga para recordártelo —dice entre risas.
Le devuelvo la sonrisa con una mezcla de alivio y agradecimiento.
—¡Nadia! Gracias por venir. Estaba completamente perdida.
—Todos nos acordamos, menos tú. —Se ríe mientras se cruza de brazos, observando la escena con cariño.
Nayla, que todavía está emocionada, interrumpe con su voz dulce.
—¡La tía Zahra también está abajo!
La mención de Zahra me toma por sorpresa. A pesar de los años, siempre es un consuelo tenerla cerca.
—¿Y por qué no ha subido? —pregunto, levantando una ceja con curiosidad.
—Está preparando el desayuno, mami. ¡Para mí y para ti también! —dice Nayla, su carita de orgullo al mencionarlo me hace reír.
Miro de reojo a Nadia, que ahora parece un poco más seria. Hay algo en su expresión que no puedo descifrar. Siempre ha sido una amiga fiel, pero en momentos como este, siento que está pensando en algo más.
—Vale —le digo a Nayla, acariciándole el cabello suavemente—. Déjame prepararme y nos vamos a ver a papá, ¿de acuerdo?
— Ven pequeña. — Le dice Nadia.
Nayla salta de la cama con una energía infinita, corriendo hacia Nadia.
Me levanto, una sensación de calidez y normalidad inunda mi corazón. Después de todo lo que hemos pasado, momentos como este se sienten como pequeños regalos de la vida.
****
Bajo al comedor y la escena que me recibe me llena de tranquilidad. Zahra ya está terminando de poner la mesa mientras Nadia juega con Nayla, que ríe como siempre. El sonido de su risa inunda la casa, y no puedo evitar sonreír.
Zahra se gira al verme y me saluda con su habitual calidez. Nos damos dos besos en las mejillas antes de abrazarnos con fuerza.
—Buenos días, hermana —me dice con una sonrisa.
—Buenos días, Zahra —le respondo mientras la suelto y la ayudo a poner los últimos platos en la mesa.
Nos sentamos a desayunar tranquilamente. El aroma del pan recién hecho y el té caliente envuelve el ambiente, creando una sensación de hogar que hacía tiempo no sentía con tanta intensidad.

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Mi alma en el mar
RomanceQuién dice que todas las personas que llegan a tu vida son buenas personas? Quién te dice que esa es su verdadera cara? Quién te dice que pueden cambiar en cuanto te tienen en sus manos? Quién te dice que tu propia sangre te puede llegar a apuñalar...